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Viernes, 15 de mayo de 2015

CINE › MIKE LEIGH Y LAS IDEAS DETRAS DE MR. TURNER, LA PELICULA QUE SE ESTRENA HOY EN LA ARGENTINA

“Todos somos comunes y extraordinarios”

Como hizo en todas sus películas, el director filmó sin guión, apoyándose en el trabajo con los actores y sobre todo en la labor de su viejo conocido Timothy Spall. Aquí cuenta qué fue lo que lo atrajo de un pintor que terminó legando toda su obra al Estado.

 Por Donald Barclay

Si con algo se asocia la obra de Mike Leigh (Welwyn, 1943) es con comedias dramáticas protagonizadas por personajes más o menos excéntricos, que suelen transcurrir en tiempo presente y nunca muy lejos del lugar donde vive. Películas como Life is Sweet (1990), Secretos y mentiras (1996) o A todo o nada (2004). Topsy-Turvy, su biopic sobre los compositores ligeros del siglo XIX W. S. Gilbert y Sir Arthur Sullivan, representó, a fines de la década pasada, un primer quiebre de ese continuo. Presentada en la edición 2014 del Festival de Cannes, en Mr. Turner Leigh vuelve a abordar la vida de un personaje verdadero que vivió en el mismo siglo. Se trata nada menos que de Joseph Mallord Turner, famoso sobre todo por sus paisajes y marinas y considerado lisa y llanamente el mejor pintor inglés de todas las épocas. Como para que quede claro que Mr. Turner es una película de Mike Leigh, al creador de los cielos más borrascosos de la pintura británica lo encarna Timothy Spall, el rostro (y sobre todo el cuerpo) más identificable de su cine. La otra identificación queda fuera de cámara: se trata de Dick Pope, director de fotografía de la obra entera del realizador.

Ganadora de la Palma al Mejor Actor en Cannes y nominada a cuatro Oscar (Fotografía, Música, Vestuario y Diseño de Producción), Mr. Turner no deja de ser –otra vez– una comedia dramática protagonizada por un personaje muy excéntrico, que vivió muy cerca de donde hoy lo hace el propio Leigh y que, del modo en que está mostrado, parece un contemporáneo. “De lo que se trataba era de subvertir la figura de un icono”, dijo el realizador de El secreto de Vera Drake (2004), haciendo de su protagonista un tipo tan excelso como grosero, capaz de hacerse atar al mástil de una embarcación en medio de una tormenta (como forma de inspiración artística) o de humedecer la tela a escupitajo limpio. “No ponemos en duda su categoría artística, pero lo que nos interesaba era que se tratara a la vez de un tipo como cualquier otro.” En la entrevista que sigue, Mike Leigh habla sobre el carácter contradictorio y terrenal del personaje, la diferencia entre Mr. Turner y el canon del biopic, su peculiar método de trabajo (que incluye filmar sistemáticamente sin guión) y el valor apenas relativo que le asigna a la verdad histórica.

–¿De dónde surgió su interés por Joseph Mallord Turner?

–De cuando era un estudiante de Bellas Artes y vi por primera vez sus pinturas. Allí comprendí que no era un pintor más de su época. Era distinto, especial.

–¿No es raro haber elegido como protagonista un personaje famoso, teniendo en cuenta que los suyos suelen ser gente común?

–¿Pero qué es la gente común? ¿Qué es lo común? Ni usted ni yo ni el vecino lo somos. Todos somos tan comunes como extraordinarios. Turner habrá sido un genio de la pintura, pero tenía que ir al baño a cagar, como cualquiera. Yo filmo vidas de gente, y ésta no fue la excepción. El “extra” es, en este caso, que la persona en cuestión hizo una obra extraordinaria. Pero en todo lo demás Turner era como cualquier otro tipo.

–A diferencia de los biopics tradicionales, que suelen hacer un amplio paneo a través de la vida del personaje biografiado, usted se concentró en los últimos veinticinco años de la vida de Turner. ¿Qué lo llevó a ello?

–Los últimos veinticinco años de Turner me parecieron suficientes para una sola película. Ese período incluye la muerte de su padre, la relación con su ama de llaves y varios otros episodios claves. Es el momento en que él radicaliza su estilo, hasta el punto de que la opinión generalizada era que se había vuelto loco. Y en realidad estaba anticipando el Impresionismo y el arte moderno. Me interesaba más eso que dejar testimonio fílmico sobre cada detalle de su vida.

–¿Qué le interesaba más, su arte o su personalidad?

–Ambas cosas. Y más que nada la relación entre ambas. La contradicción: un tipo zaparrastroso que era un pintor sublime. Un carácter hecho de opuestos: era excéntrico, conflictuado, apasionado, irascible, en ocasiones egoísta, a veces generoso, dotado de gran sentido del humor.

–¿A qué se refiere cuando lo califica de generoso?

–Al hecho de haber donado el conjunto de su obra al Estado, nada menos. En esa época no había galerías públicas, los cuadros eran propiedad de los coleccionistas privados. Turner abogaba por la creación de galerías públicas gratuitas, y se negó a vender sus cuadros justamente para legarlos al Estado. Así es como fueron a parar directamente a la Tate Gallery, el British Museum y la National Gallery.

–¿Qué grado de fidelidad mantuvo a los datos que se conocen de su vida?

–No filmamos un documental, sino una película de ficción. No hay investigación de archivo que valga a la hora de darle vida a un personaje de cine. En líneas generales tratamos de reflejar lo que fueron esos años en la vida de Turner, representando a su vez mi idea sobre lo que habrán sido su vida y el mundo que lo rodeaba en ese momento. En cuanto a los detalles íntimos, fuimos todo lo imaginativos que pudimos. Cuando se llega al punto del detalle no se puede hacer otra cosa que imaginar, ya que los detalles nunca llegan a conocerse.

–Sin embargo hay algunos detalles que se conocen y usted no respetó al pie de la letra. Por ejemplo, el momento en que conoce a quien resultaría su amante, Mrs. Booth.

–Efectivamente, él no la conoció hasta que su padre murió. No-sotros lo filmamos de acuerdo con los hechos, pero allí notamos que por razones de construcción dramática era preferible alterar los hechos. Siempre es así, porque una película tiene su propia lógica, su propia verdad, que puede coincidir o no con la verdad histórica. Y la verdad a la que primero tengo que atenerme, como narrador de historias, es a la que la película me impone. Si puedo hacer coincidir ambas cosas, mejor.

–En su película previa, Un año más, el envejecimiento era todo un tema. Aquí también. ¿Cree que tiene que ver con que usted ya no tiene veinte años?

–Sin duda. Los temas que a uno le interesan van cambiando de acuerdo con las experiencias, y el hecho de tener más de setenta años tiene que influir necesariamente en lo que produzco. Pero las experiencias individuales incluyen a los demás. Quiero decir: yo tengo hijos que andan por los treinta y pico, y eso hace que me interese lo que le pasa a la gente de esa edad. Y así con todo. O sea: no espere que de aquí en más filme sólo historias de la tercera edad. Seguiré hablando de lo que me interesa, y lo que me interesa va más allá de lo que me pasa estrictamente a mí.

–Se sabe que usted tiene un método de trabajo por el cual los actores saben qué tienen que hacer en cada escena, pero no lo que van a hacer los demás. ¿El hecho de filmar una película de época sobre personajes reales lo llevó a cambiar su método esta vez?

–No, para nada, porque en todos los casos se trata de lograr algo que esté vivo, no importa en qué época transcurra la acción ni si los personajes son reales o imaginarios. Por otra parte, y de acuerdo con lo que le comenté antes, yo tengo la idea de que ningún personaje de ficción es del todo “real”.

–Una de sus peculiaridades más reconocidas es la de no escribir nunca el guión de sus películas. ¿Lo hizo esta vez?

–Nunca en mi vida escribí un guión, y sigo sin hacerlo.

–Lo curioso es que el suyo es un cine netamente narrativo. ¿Cómo llega a redondear una historia?

–A través de meses de ensayos con los actores, con quienes vamos armando la historia poco a poco.

–¿Qué lo llevó a elegir una vez más como protagonista a Timothy Spall, a quien lo une una larga relación profesional?

–Por un lado, el hecho de que él es capaz de trabajar de la manera en que a mí me gusta. No todos los actores se adaptan bien a ese método. Es cuestión de modalidades de trabajo, hay actores muy buenos que no se sienten cómodos con ese sistema. Por otra parte, Timothy es muy bueno componiendo personajes. Y es londinense, y nacido en la clase trabajadora. Y conoce muy bien el siglo XIX, porque es un gran lector de Dickens. Ya había estado muy bien en Topsy-Turvy, que también transcurría en el siglo XIX. Además yo sabía que él tenía interés en aprender dibujo y pintura, cosa que hizo durante dos años, como preparación para el papel. Como ve, él era la mejor opción.

–Su actuación está llena de gruñidos, escupitajos y toses guturales. ¿A qué obedece?

–En primer lugar, a que de acuerdo con los testimonios Turner era así. Así como era capaz de tener un discurso extremadamente articulado y florido, lleno de referencias clásicas. Tratamos de respetar ambas cosas.

–En varias escenas el estilo visual de la película imita el de Turner. ¿De qué modo trabajó esto junto a Dick Pope, su director de fotografía de toda la vida?

–Durante años estudiamos junto a Dick los óleos y aguafuertes de Turner, de tal modo que estuvimos en condiciones de dejar que sus colores, tonos y climas “tomaran posesión” de la película. Evitamos la copia literal, el pastiche. Y Dick apeló a técnicas fílmicas complejas para poder lograr esa turnerización de la imagen.

* Traducción, edición e introducción: Horacio Bernades

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“Turner era excéntrico, conflictuado, apasionado, irascible, en ocasiones egoísta, a veces generoso.”
 
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