EL PAíS › MURIó EL OBISPO ALDO ETCHEGOYEN, FUNDADOR DE LA ASAMBLEA PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS

“Un hombre comprometido con su tiempo”

Copresidía, junto con Adolfo Pérez Esquivel, la Comisión Provincial por la Memoria. Falleció el domingo a los 87 años. Los organismos de derechos humanos recordaron su compromiso, que se remonta al inicio de la última dictadura.

“Compañero de lucha.” “Hombre comprometido con su tiempo.” “Amigo que desde esa otra iglesia denunció y acompañó aun en los momentos más difíciles.” Así recordaron diferentes organismos de derechos humanos al obispo metodista Aldo Etchegoyen, quien falleció el domingo a los 87 años. Etchegoyen fue miembro fundador de a Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y era copresidente de la Comisión Provincial por la Memoria, que ayer le dedicó un homenaje.

La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación lo calificó como un “histórico luchador por los derechos humanos en Argentina” en un comunicado en el que expresó el “profundo pesar” del organismo por su muerte, sucedida el pasado domingo, y saludó a sus familiares y amigos. El obispo fue despedido en “una ceremonia íntima” el mismo día de su deceso, informaron algunos compañeros que asistieron.

A través de un comunicado, Abuelas de Plaza de Mayo lo recordó como un “compañero de lucha” y “un hombre comprometido con su tiempo”. “Acompañó a los familiares de desaparecidos desde el principio, a las Madres y Abuelas las contuvo cuando estaban desesperadas, les brindó su palabra sincera y compasiva, e incluso cumplió un papel protagónico –todavía en dictadura, arriesgando su vida–, en la restitución de una nieta”, señaló la institución en un comunicado en el que aseguró: “Vamos a extrañar su mirada piadosa y su profundo humanismo. Sentimos un vacío imposible de llenar. Nos ha dejado un hombre bueno, de los indispensables, hoy nos queda su ejemplo y su memoria y es nuestra obligación mantenerlos vivos”.

La referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas también destacó la “compañía” que significó Etchegoyen para “la lucha por la búsqueda, sobre todo la temprana, cuando recién arrancaba”. “Lo conozco hace casi 40 años. Lamentamos su muerte y lo vamos a extrañar demasiado, aunque siempre estará presente”, aseguró en diálogo con este diario. La referente de la Línea Fundadora de Madres remarcó la importancia que tuvo Etchegoyen “y la iglesia que representaba, esa otra iglesia que nos ayudó tanto en tiempos en los que la católica se dividía entre los curas que acompañaban y la cúpula que participó del terrorismo de Estado”.

Etchegoyen comenzó su actividad pastoral desde la Iglesia Evangélica Metodista en 1960. En 1975 integró el colectivo de fundadores de la APDH. En 1980 fue ordenado obispo. Integró el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias y fue un referente principal del Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina y del Concilio de Obispos Metodistas de América Latina.

Cortiñas recordó cuánto sirvieron los contactos que el pastor tenía alrededor del mundo cuando las Madres decidieron empezar a viajar para denunciar los secuestros y las desapariciones de sus hijos: “No sólo nos ayudó económicamente, era un hombre con muchos contactos, siempre que viajamos teníamos en dónde dormir muchas veces gracias a él”. Además, destacó su trabajo en la amplitud del área de los derechos humanos, incluso en los últimos meses. “Aldo tenía una actividad muy solidaria en diferentes lugares del país, especialmente en las comunidades de los pueblos originarios”, contó. En los últimos días había participado de la conformación de un grupo de apoyo a la carpa que pueblos originarios del noreste instalaron en Avenida de Mayo y Lima, a la espera de una respuesta del Ejecutivo nacional sobre sus reclamos de tierras.

Durante la primera década del nuevo siglo, Etchegoyen se unió a la Comisión Provincial por la Memoria de la provincia de Buenos Aires. Ayer, su compañero Adolfo Pérez Esquivel, improvisó un homenaje en el marco de la bienvenida que la Comisión le ofreció a Cortiñas y al padre Pepe como nuevos miembros. “Aldo: el pastor, el obispo, el hombre de esa otra iglesia que se comprometió, que denunció y acompañó aun en los momentos más difíciles. Un incansable luchador por la vigencia de los derechos humanos y la defensa de la vida”.

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Aldo Etchegoyen comenzó su actividad pastoral desde la Iglesia Evangélica Metodista en 1960.
 
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