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Martes, 3 de noviembre de 2015

CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. FOLK, DE CARLOS AGUIRRE, SE EXHIBE EN MAL DE ARCHIVO

Ritos de un culto propio

Dibujos, esculturas y una instalación conforman una exposición donde el artista evoca tanto a las piezas de alfarería de la comunidad Qom como al modernismo del Grupo Litoral, con ecos a las curvas de Grela y a las pinturas de Gambartes.

 Por Beatriz Vignoli

Folk, la muestra individual de dibujos, esculturas e instalación de Carlos Aguirre inaugurada el 23 de octubre en la sala de arte de la librería y bar Mal de Archivo (Moreno 477), puede empezar a mirarse a partir de un detalle. Se trata de un sapo de barro, en tamaño natural, puesto en un rincón del piso; detrás tiene un dibujo en color en pequeño formato de unas hierbas silvestres florecidas.

El sapo (lo mismo que su entorno vegetal) se encuentra en un lugar muy parecido a aquel donde cabría esperar encontrarse con su modelo natural. ¿Es entonces un doble del sapo vivo? Sin duda es una representación, pero la distancia entre la representación como tal (moderna) y la representación como doble (mágica) comienza a vacilar. A diferencia de la obra colectiva Flor y flauta, realizada con sus pares del grupo Tambor de Truenos (Caro Villanueva, Clara Federica Chiossone, Majo Badra), y que puede verse en el piso 3 del Macro (Oroño y el río), aquí no creemos estar ante una cultura desaparecida sino ante una serie de misterios vivos.

Cierta "suciedad" en el montaje fue un acierto al respecto. Las pequeñas esculturas de Aguirre se posan en unas maderas sin lijar, unidas por hierros a la pared. La superficie de cada pieza, en contraste, es sólida y suave. El material, la síntesis formal, la técnica y los temas predominantemente zoomorfos evocan esas piezas de alfarería de la comunidad Qom tan familiares a los rosarinos, un arte infravalorado que sus niños y niñas en riesgo social venden por pocos pesos en los bares. Pero el primitivismo de Aguirre toma además en cuenta otras referencias, como el modernismo del Grupo Litoral: hay ecos de las curvas surrealistoides de Juan Grela en el perfil de un ave, y una de las escenas de las acuarelas remite por su composición a una pintura de Leónidas Gambartes, Luna verde. En ambos casos el fuego ocupa el centro; a la derecha se encuentra la chamana, curandera o hechicera y a la izquierda un animal humanizado. En la acuarela de Aguirre, la maga extrae de una vasija un espíritu alado, ante una serpiente erguida que atestigua el prodigio.

Todo eso se nos narra en pocos y eficaces trazos, cuya deliberada y expresiva tosquedad, unida a composiciones de fuerte simetría, evoca tanto al expresionismo como a todo lo que se engloba bajo el rótulo de art brut o raw art. Es decir, el "otro" del canon occidental: el arte de los aborígenes, el de los usuarios de servicios de salud mental, o el arte de los niños.

Los textos en dos de los dibujos están firmados por Ariel Aguirre. Otros dibujos de Carlos narran en imágenes, dando a descifrar un simbolismo bastante universal: por ejemplo, hay un par de escenas en la gama del bermellón, uno en formato apaisado y otro vertical. En el apaisado, un hombre acostado tiene posado un sapo sobre el pecho. En el vertical, una mujer de pie sostiene extendida una serpiente. Cabe interpretar dos ritos paralelos donde cada sexo se imbuye de las cualidades del otro, a través de un animal que podría simbolizarlo.

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Dos de las esculturas en pequeño formato que Carlos Aguirre reúne en su muestra Folk.
 
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