EL PAíS › UNA FIESTA POR EL FIN “DEL AUTORITARISMO”

Bombachas y gamuzas

“Algunos creían que esto no iba a ser posible. Acá estamos. Y lo mejor está por venir”, anunció Luis María Etchevehere, titular de la Sociedad Rural, antes de agradecer la presencia de Mauricio Macri y de las medidas económicas que volvieron a ensanchar los bolsillo del “campo”. La 130ª exposición rural en el corazón de Buenos Aires, luego de años en los que “el autoritarismo aspiró a privarnos de nuestros legítimos derechos” según el anfitrión, se vivió como una fiesta, con tribunas colmadas por paisanos de bombacha y boina, señores de pañuelo de seda y campera de gamuza, y damas de boca estirada y arrugas planchadas.

El primer aplauso de pie, con las tribunas ya colmadas, fue para María Eugenia Vidal. La única gobernadora presente saludó con sonrisa angelical, posó en selfies y para los fotógrafos oficiales con los ministros Alfonso Prat1-Gay, Rogelio Frigerio (n) y el amigo sindicalista Gerónimo Venegas. Algo más moderada fue la recepción de Federico Pinedo, presidente del Senado. Cuando el locutor anunció el ingreso de los granaderos a caballo con sables y trompetas varios paisanos se envalentonaron. ¡Viva la Patria! ¡Viva el campo!, gritaron. El intento de corear “Argentina, Argentina” duró un suspiro. Entonces apareció la empresaria Juliana Awada con su hija Antonia y minutos después Etchevehere junto con Macri y el ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile.

Mientras la fanfarria Alto Perú del Regimiento de Granaderos “General San Martín” entonaba el himno, los reporteros gráficos de diarios y agencias entraron esquivando bosta para retratar a autoridades e invitados especiales (sólo los fotógrafos de Presidencia tuvieron acceso al palco). Entonces se volvió a escuchar un ¡Viva la Patria! y otro ¡Al fin libres!, festejado por los centenares de presos políticos liberados en diciembre. Luego fue el turno de la Marcha de San Lorenzo, que los granaderos cantaron con ganas, y arrancó un desfile de toros fornidos, retacones, algunos con banderas de la SRA y el mérito entrecomillado: “semental”.

Etchevehere hizo de animador antes de leer su discurso. “Griten para que los nombre”, pidió. Desde las tribunas gritaron nombres de provincias y pueblos. “Lo mejor está por venir”, anunció antes de dar la bienvenida a Macri. Las tribunas corearon entonces “Sí-se-puede, sí-se-puede”. Mauricio asentía con la cabeza. El presidente de la Rural elogió a los “pioneros” que la crearon hace 150 años, cuando José Martínez de Hoz asumió su mismo cargo. Esa pesada herencia no le impidió hablar de “valores constitucionales” ni de “democracia republicana”. Aseguró que “Argentina (está) reconciliada con el cumplimiento de la ley”, que hay que “optar por el coraje de la convivencia en desmedro de la cobardía de la fragmentación y la hostilidad entre hermanos” y “superar la palabra autoritaria a favor de la palabra del diálogo”. “Basta de grietas”, gritó. Citó radicales vs. conservadores, peronistas vs. antiperonistas y evito definir la más cercana.

Vidal volvió a ser la más aplaudida cuando Etchevehere leyó la lista de autoridades, amplia mayoría de Nación, Ciudad y provincia de Buenos Aires. Cayó bien su mención a que “las familias del campo no tengan que emigrar a las ciudades por falta de trabajo” y fue ovacionado cuando pidió “desterrar para siempre el populismo” o “el castigo de los actos de corrupción”. Mucho antes de agradecerle a Macri la eliminación de retenciones y las facilidades para exportar le recordó que no apoyan a un dirigente sino a “un sistema de ideas”. La “democracia republicana”, aclaró entre los pabellones Martínez de Hoz y Solanet, y aseguró que “el campo” salió a la calle “cuando el autoritarismo aspiró a privarnos de nuestros legítimos derechos”.

Ahora que “las cosas han cambiado, quienes han violado la ley tienen que ir presos”, exigió. La tribuna aplaudió y algunos gritaron “presa-presa-presa”. “No pedimos venganza sino justicia”, agregó Etchevehere, y reclamó a los jueces que “obren en consecuencia”. Las palabras dedicadas a los empresarios “que esperan las legislativas (2017) para saber si habrá gobernabilidad para así definir inversiones” sonaron a ruego de Macri. “En el campo pensamos que la gobernabilidad de este o cualquier otro gobierno se logra invirtiendo y generando empleo desde el primer momento y sin especulaciones”, aseguró.

El discurso de Macri (ver aparte) fue demasiado para los animales más grandes. Varios toros intentaron acomodarse para descansar pero sus cuidadores los obligaron a aguantar parados a pinchazo limpio en las nalgas. Tras las palabras del Presidente comenzó el desfile de los grandes campeones: toros, vacas, caballos, ovejas, cerdos y aves. Algunos paisanos levantaban su sombrero frente al palco pero Macri seguía absorto la conversación con “Luis Miguel”, como llama a Etchevehere.

Después de los premiados desfilaron a caballo gendarmes de Campo de Mayo (fuerza que tuvo a su cargo la custodia del mayor campo de concentración del país en esa misma unidad militar) y la “Escuadra Albiceleste” de la Policía Bonaerense. Cuando dos chicas de la Asociación Ecuestre de Discapacitados pasaron frente al palco, el cuidador hizo acostar a un manso caballo blanco con manchas negras e invitó al presidente a acercarse. Macri saltó la valla, el hombre le mostró como acariciar al animal pero el mandatario optó por sentarse encima y pidió que le alcanzaran a Antonia para las fotos. Algunos memoriosos recordaron que en sus años de jefe de Gobierno, allá por 2010, el ahora Presidente cerró un centro de zooterapia y dejó a 500 chicos con discapacidad sin tratamiento.

El espectáculo siguió con un desfile de los mejores aperos de uso tradicional y las mejores amazonas, de centros tradicionalistas, filiales de la Sociedad Rural de todo el país y los tractores oficiales de la muestra, mientras el locutor citaba la frase de Borges que el gobierno usó también en la puerta del Centro Cultural Kirchner: “Nadie es la patria, pero todos lo somos”. Hubo ovaciones para los caballos criollos y un show que mezcló gauchos con indios en cuero en representación de los pueblos originarios, porque “todos nos unimos en el compromiso de cuidar a nuestra madre tierra”, aseguró la voz en off. El cierre incluyó chacareras, malambos y hasta un tango bailado por mujeres con zapatos de taco que se enterraban en la bosta.

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