PáginaI12 En Estados Unidos
Desde Nueva York

Donald Trump comenzó a revelar sus cartas. Ayer anunció que el jefe del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, será su jefe de gabinete y un par de horas más tarde, en su primera televisiva desde que ganó las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, ratificó que llevará adelante dos de sus promesas electorales más polémicas: la deportación de dos millones de inmigrantes ilegales –podrían ser hasta tres millones–y la construcción de un muro en la frontera con México. Fueron las primeras señales claras del presidente electo respecto a cómo será el comienzo de su gobierno, apegado a las consignas sobre las que construyó su exitosa carrera hacia la Casa Blanca. El ex editor del portal de extrema derecha Breitbart, Steve Bannon, jefe de la campaña de Trump durante su recta final, que también aspiraba a ser chief of staff, tendrá en cambio un destacado rol como asesor del flamante presidente.
Priebus, con 44 años, es junto a su amigo Paul Ryan (ambos son de Wisconsin) uno de los dirigentes jóvenes que esperaban protagonizar el recambio conservador del Partido Republicano hasta que el huracán Trump modificó los planes de todos. A diferencia de Ryan, Priebus nunca abjuró del candidato presidencial durante la campaña, ganando su confianza, que ahora fue retribuida con un cargo clave en el gabinete y que además lo pondrá en el lugar de vértice en el vínculo entre el presidente y el partido, una interesante plataforma para su carrera política. 


Una de las primeras misiones que tendrá Priebus como jefe de Gabinete será convencer a las bancadas republicanas en las dos cámaras legislativas que pasen los proyectos que envíe Trump como prioritarios en sus primeras semanas de gobierno. No le resultará nada sencillo a juzgar por los temas que el presidente electo definió anoche como prioritarios en la primera entrevista que dio desde su triunfo en las urnas, el martes pasado, y que remiten a lo más repudiado de su plataforma electoral: la deportación masiva de inmigrantes ilegales y la construcción de un muro en la frontera sur del país.
“Lo que vamos a hacer es buscar a las personas que son criminales y tienen antecedentes, pandilleros, vendedores de droga. Tenemos un montón de ellos, probablemente dos millones, quizás tres millones. Vamos a echarlos del país o vamos a encarcelarlos. Pero vamos a echarlos del país si están acá ilegalmente”, dijo Trump, consultado sobre su promesa proselitista de deportar masivamente a los inmigrantes sin papeles en el programa 60 minutos, uno de los más populares de la TV norteamericana. Allí, también ratificó su decisión de avanzar en la construcción del muro en el borde con México.
“En ciertas áreas pueden ser rejas, en otras es más apropiado un muro”, detalló el mandatario, cuya fortuna creció gracias al negocio inmobiliario. “Soy muy bueno en esto, se lo llama ‘construcción’”, bromeó Trump, que evitó tomar definiciones sobre el status de otros inmigrantes ilegales que no hayan cometido crímenes en los Estados Unidos: “Una vez que la frontera esté asegurada y todo se normalice tomaremos una decisión” sobre el resto de los indocumentados. “Algunos son muy buena gente, pero vamos a tomar una decisión más adelante”, agregó.
Estas definiciones pueden abrir un conflicto entre la Casa Blanca y el Capitolio. Unas horas antes de que se difundiera un avance de la entrevista de Trump, Paul Ryan, el líder republicano de la Cámara de Representantes y principal rival interno de Trump, había emitido un comunicado en el que intentaba bajar las expectativas respecto a cambio brusco en la política migratoria. “No estamos planeando formar una Fuerza de Deportación. Trump no está planeando eso. Queremos llevarle tranquilidad a la gente que eso no está en nuestro foco ahora”, escribió el legislador.

 

La migración es un tema que divide la bancada republicana en el Congreso y por tal motivo se especulaba con que el presidente electo priorizaría asuntos con mayor nivel de consenso interno, como un amplio recorte de impuestos que beneficie a las grandes fortunas o el desmantelamiento del sistema de salud promovido por su antecesor Barack Obama conocido como Obamacare, para asegurarse una convivencia tranquila durante el primer tramo de su administración. 
A menos de una semana de haberse asegurado las llaves del Salón Oval, Trump les mostró los dientes y dejó en claro que la versión “presidencial” de su personaje que había mostrado estos primeros días puede significar en todo caso un cambio de estilo pero que su programa de fondo es el mismo del que habló desde que se lanzó sorpresivamente a la política hace un año y medio; y que, tras haber ganado la elección peleado con su propio partido, con sus rivales, con los medios, con el establishment neoyorquino, las fortunas de Silicon Valley y las estrellas de Hollywood, el crédito político es todo suyo.
Además sus planes para blindar la frontera con millones del otro lado, algunas designaciones en su equipo de transición, como el lobbista de las empresas de energía Myron Ebell al frente de la Agencia de Protección Ambiental, señalan que su administración, lejos de volverse más pragmática o tender lazos con el status quo, seguirá las pautas más preocupantes de su campaña. En ese contexto, se esperan nuevos anuncios sobre cuál será la conformación de su equipo de gobierno, particularmente en puestos clave como los secretarios de Estado (Relaciones Exteriores), Tesoro (Economía) y Defensa. Esta semana, prometen en el equipo de transición, habrá novedades al respecto.
La entrevista con 60 minutos se llevó a cabo en su residencia sobre la Quinta Avenida y el presidente electo estuvo acompañado por su familia, incluyendo a su mujer, Melania, y a sus hijos Donald Jr, Ivanka y Eric, que podrían tener un papel en próximo gobierno de los Estados Unidos. En la nota, Trump también habló sobre su relación con las redes sociales, particularmente Twitter, que él usa para comunicarse directamente con sus simpatizantes. “Voy a estar contenido”, prometió el mandatario, que en el último tramo de su campaña llegó a dejar su teléfono personal en manos de sus colaboradores para evitar postear algo que pudiera perjudicarlo en las elecciones. 
Sin embargo ayer mismo, antes de que se emitiera la entrevista, ya había abandonado esos votos con dos mensajes confrontando con el periódico New York Times por la cobertura sumamente crítica que hicieron de su campaña. “Wow, el @NYTies está perdiendo miles de suscriptores por culpa de su pobrísima y muy inexacta cobertura del ‘fenómeno Trump’”, publicó por la mañana. Media hora más tarde, insistió: “El @NYTimes envió una carta a sus suscriptores pidiendo disculpas por su MALA cobertura acerca mío. Me pregunto si va a cambiar. ¿Tienen alguna duda”.
Otros temas sobre los que se esperan novedades en los próximos días que pueden ayudar a empezar a imaginar la presidencia de Trump son el nombramiento de un candidato para llenar la vacante en la Corte Suprema de Justicia; sus definiciones sobre el Obamacare y cómo plantea reemplazarlo y también sus primeros anuncios en política exterior. Aunque usualmente a la primera entrevista televisiva de un presidente electo le siguen notas con medios escritos, la mala relación del presidente electo con buena parte de la prensa podría llevarlo a ignorar esa costumbre; de lo contrario, en los próximos días habrá más definiciones de su propia boca.
Con mayoría propia (o al menos de su partido) en las dos cámaras del Congreso y el máximo Tribunal desempatado por un juez que él designará; y sucediendo al presidente que más fortaleció las herramientas de autonomía y gobierno por decreto desde la segunda guerra mundial, Trump va camino a convertirse en el presidente de los Estados Unidos con más poder acumulado de la historia moderna, al menos desde que Ronald Reagan partió al medio la política norteamericana en la década del 80. Sus antecedentes indican que no va a ser tímido a la hora de usar ese poder. Sus primeras definiciones lo confirman.