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Jueves, 18 de enero de 2007

PSICOLOGíA › CUANTO PESA EN EL SUJETO LA PERCEPCION DE LOS IMAGENES VISUALES

Acerca del mundo "visual" del ciego

¿Cómo se construye el mundo onírico de los ciegos? ¿Cómo los
que recuperan la visión comienzan a percibir las formas y el
espacio y qué situaciones genera? Algunas respuestas posibles.

 Por Cristina Oyarzábal*

En La Interpretación de los Sueños (1900﷓1901) Freud nos dice que el miramiento por la figurabilidad dentro del peculiar material psíquico de que se sirve el sueño, consta, las más de las veces, de imágenes visuales. También señala que no todos los sueños muestran esa trasmudación de la representación en una imagen sensible; hay sueños compuestos sólo por pensamientos. ¿Deberíamos pensar que los sueños de los ciegos no pasan por la trasmudación a lo sensible, que simplemente son pensados o sabidos como suelen serlo en la vigilia? Ciertamente que no. Conozco sujetos adultos que han cegado siendo niños y todavía sueñan con imágenes visuales; a otros que han cegado recientemente, los colores se les van borroneando, desgastando, otros sueñan con colores vivaces, fluorescentes, casi irreales. También puedo relatar el caso de una joven mujer que hace más de la mitad de su vida que está ciega. Cuando sueña, ella se ve en el sueño como los otros la ven, sin embargo se sueña ciega, es decir se "mira" pero ella como protagonista del sueño, no mira, porque está ciega. Sin embargo, el enigma, lo ofrecen, los ciegos congénitos. ¿cómo sueñan? Les pregunto a un grupo de jóvenes.

-Tal como vivimos- contesta uno de ellos.

-Sueño con el traqueteo del tren, con su sonido, con mi cuerpo en movimiento﷓ dice otro

-Sueño con un olor que me invadió, con la suavidad o la aspereza de algo, contesta un tercero

-No sé por qué siempre sueño que estoy en la casa de mi mamá y no en la mía- dice una muchacha -¿cómo te das cuenta?, le pregunto ﷓porque mi departamento es pequeño, en seguida lo recorro, en cambio la casa de mamá es amplia, tiene muchas habitaciones, un patio grande.

Dejemos de soñar y vayamos a la ciencia. ¿Qué nos dice hoy, 250 años después de los planteos filosóficos a los que nos hemos referido en las entregas anteriores?

Las opiniones, hoy como entonces, siguen divididas. Juan Cuatrecasas (1969) (neurobiólogo) define al hombre como un animal geométrico gracias a la función visual sosteniendo que la proyección de las imágenes es el soporte de nuestro pensamiento; nuestra mentalidad se basa en la óptica. Respecto del ciego de nacimiento, sostiene que sólo carece de los referentes externos tales como la visión de los colores, que siendo un fenómeno interesante no deja por ello de ser secundario. Se trata de un fenómeno de matización de las imágenes; sin embargo, no resultan indispensables para la percepción de las mismas. Para imaginar, la visión de los colores no resulta necesaria ni tan siquiera la experiencia retiniana individual puesto que la elaboración de las imágenes es función de la más alta esfera sensorial óptica autónoma del órgano.

El desconocimiento de las funciones ópticas corticales y subcorticales ﷓que confunde la fisiología ocular periférica con la psicofisiología de los centros encefálicos relacionados con la visión﷓, es lo que ha llevado a algunos autores a sostener que los ciegos no pueden concebir el mundo en forma semejante a quienes ven porque sólo tendrían acceso al concepto de un espacio táctil derivado de las imágenes táctiles localizadas en las yemas de los dedos. Sin embargo, la supuesta suplencia táctil del ciego sólo es parcial. Las percepciones táctiles pronto se desprenden de sus caracteres específicos, tales como presión, temperatura, movimiento, etc, al ser centralizadas e interpretadas por el sistema nervioso dejando la sensación de forma, espacio, que los centros corticales transforman en verdaderas sensaciones espaciales.

Es indudable que existe una percepción de la espacialidad a la que concurren, además de la visión, diferentes sentidos, especialmente el tacto y el sentido kinestésico, pero no determinan por si mismos la percepción del espacio, este autor nos advierte que no debemos caer en el error de intentar explicar las representaciones espaciales del ciego por la suplencia táctil ya que ésta, realizada a través de los otros sentidos, es puramente formal y externa. Los datos obtenidos a través del tacto son interpretados rápidamente para situar el objeto palpado en proyección espacial porque el ciego, tal como aclara Lacan, opera con la "visión geometral", es decir, la visión situada en un espacio que no es, en su esencia, lo visual".

En las antípodas de esta posición encontramos al oftalmólogo, Alberto Valvo quien sostiene que la percepción simultánea de los objetos es algo insólito para aquellos que están habituados a la percepción secuencial a través del tacto. De este modo, afirma que los que vemos vivimos en el espacio y en el tiempo; los ciegos sólo viven en un mundo temporal pues, construyéndolo a partir de secuencias de impresiones táctiles, auditivas, olfativas, siendo incapaces de tener una percepción simultánea, de crear una escena instantánea. La idea que transmite es que el ciego, casi exclusivamente, "vive en el tiempo"

Veamos ahora, algunos ejemplos que nos permitan tomar alguna posición en relación a la posibilidad o imposibilidad de la construcción del espacio en ciegos congénitos.

Recordemos a aquel joven paciente de Cheselden que luego de ser operado de cataratas no distinguió por mucho tiempo tamaños, distancias, situaciones, ni siquiera figuras, razón por el cual el joven anduvo a ciegas durante dos meses. Dos siglos más tarde, todos los pacientes descritos en la literatura sobre el tema se han encontrado, tras la operación, con grandes dificultades a la hora de percibir el espacio y la distancia, dificultades que se prolongaron meses e incluso años.

Veamos ahora, algunos testimonios relatados por Oliver Sacks. Se trata de tres pacientes nacidos ciegos y que luego de haber vivido, aproximadamente 50 años de sus vidas como ciegos, fueron operados logrando ver. Al poco tiempo de ser operado un paciente es llevado por su neurólogo al Museo de la Ciencia de Londres para que viera una magnífica colección: El episodio más interesante fue su reacción ante una pieza exhibida en una vitrina de cristal especial. Le pidieron que diga qué había en ella. Fue incapaz de decir nada. A continuación pidieron al guarda del museo que abriera la vitrina y al paciente se le permitió tocar la pieza. El resultado fue asombroso. La recorrió ávidamente con los dedos, cerrando los ojos. A continuación retrocedió un poco, abrió los ojos y dijo: "Ahora que la he tocado, puedo verla".

Otro paciente relata que cuando le quitaron los vendajes oyó una voz delante de él: se volvió hacia la fuente del sonido y vio una "mancha". Comprendió que debía de ser una cara. Parecía convencido de que no habría sabido que eso era una cara de no haber oído previamente la voz y de no haber sabido que las voces procedían de las caras.

Durante esas primeras semanas siguientes a la operación no percibía la profundidad ni la distancia, las luces de las calles eran manchas luminosas pegadas a los cristales de las ventanas, y los pasillos del hospital, agujeros negros. Cuando cruzaba la calle el tráfico lo aterraba, incluso cuando iba acompañado. Este paciente decía que antes de la operación tenía una idea completamente distinta del espacio y sabía que un objeto podía ocupar sólo un lugar identificable al tacto. Sabía también que si había un obstáculo o un escalón, este obstáculo acaecía después de cierto período de tiempo, al cual él estaba acostumbrado. Tras la operación, después de muchos meses, ya no pudo coordinar las sensaciones visuales con la velocidad de su paso. Tenía que coordinar tanto su visión como el tiempo necesario para cubrir la distancia, cosa que encontraba muy difícil. Si el paso era demasiado lento o demasiado rápido, tropezaba.

Lacan nos recuerda que en la misma época en que la meditación cartesiana inaugura en su pureza la función del sujeto se desarrolla una dimensión de la óptica, que para distinguirla llamó geometral. Y es de esta dimensión geometral de la que nos hemos ocupado ampliamente. Esta construcción pasa completamente por alto lo que está en juego en la visión. Pues el espacio geometral de la visión ﷓aún incluyendo en él las partes imaginarias del espacio virtual﷓, un ciego lo puede perfectamente, reconstruir, imaginar. Entonces, existe cierta óptica que pasa por alto lo propio de la visión. Es una óptica que está al alcance de los ciegos. Hemos intentado demostrar hasta qué punto el ciego es capaz de dar cuenta, de reconstruir, imaginar, todo cuanto del espacio nos procura la visión. La perspectiva geometral es asunto de demarcación del espacio, no de la vista. Hemos visto posiciones diferentes, adherimos, la experiencia nos da sobradas pruebas de ello, a aquella posición que sostiene que el ciego puede perfectamente concebir que el campo del espacio que él conoce, puede ser percibido a distancia y de manera simultánea. Le basta aprehender una función temporal: la instantaneidad. Hemos llevado las cosas al extremo, ver cómo imagina y construye el espacio el ciego congénito para comprobar, tal como nos anuncia Lacan, que la dimensión geometral nos permite vislumbrar cómo el sujeto está atrapado, capturado en el campo de la visión.

* Publicado en revista Psyche Navegante Nº 75 / Diciembre de 2006. Texto completo en www.psyche﷓navegante.com o [email protected]

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Un ciego recuperó la visión y pidió tocar una pieza de museo. "Ahora que la he tocado, puedo verla", fue su conclusión.
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