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Sábado, 23 de julio de 2005

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

Láseres con la fuerza del Sol

[Science]

¿Hay algo más ambicioso que imitar el núcleo del sol? Una red de 192 rayos láser parece que logrará el reto que se propusieron para el 2008 investigadores de los Laboratorios Lawrence en Livermore (Estados Unidos). Será como el famoso “tiro al blanco”: apuntados todos hacia un mismo objetivo, del tamaño de una moneda y situado a 305 metros de la red, los láseres demorarían 10 milésimas de segundo en su recorrido a la pequeña meta, compuesta de combustible de hidrógeno. El calor –82,2 millones de grados centígrados– y la presión allí acumulados permitirían el objetivo mayor: desatar el proceso de fusión nuclear, que libere más energía que la de los propios láseres, la llamada fusión de ignición, que se produce nada menos que al estallar una bomba de hidrógeno.

Cuatro de los rayos han sido probados. Cuando todos estén listos y colocados en posición –se espera que hacia principios de 2008– , la Instalación Nacional de Ignición (NIF, por sus siglas en inglés), como se denomina a este verdadero megaláser, será mucho mayor que cualquiera existente hasta la fecha, y sentará las bases para experimentos de física que hoy no pueden realizarse y para avanzar en la energía de fusión para generar electricidad. No es el primer intento del Livermore por conjugar la energía de láseres para conseguir una mucho mayor; el Nova, por citar el antecedente inmediato, era entre 40 y 60 veces más “débil” que el NIF. “Es la diferencia entre un automóvil y una turbina de avión”, señaló Ed Moses, líder del proyecto.

De prosperar la investigación, sería la primera vez que se probaría el “efecto bomba de hidrógeno” dentro de un laboratorio. El gobierno de los Estados Unidos ha destinado 3500 millones de dólares al proyecto, más por lo que Bush se empeña una y otra vez en llamar “seguridad nacional” que por el logro científico en sí: el NIF permitirá evaluar el comportamiento y las capacidades del arsenal nuclear del país sin tener que detonar ni una sola bomba. De hecho, el secretario de Energía estadounidense Samuel Bodman no tardó en destacar que se trata de un adelanto “esencial para revaluar el comportamiento potencial de las armas nucleares”. Los ensayos nucleares subterráneos en el desierto de Nevada, vale recordarlo, fueron suspendidos en 1992.

A partir de una uña

[nature]

Si el método de identificación por las huellas dactilares es un invento argentino, los japoneses no se quedaron atrás. Investigadores de la Universidad de Tokushima han diseñado un sistema para almacenar información allí donde suelen sólo quedar rastros de nerviosas mordidas o de esmaltes de todos los colores: en las uñas, o mejor, dentro de ellas. A diferencia de la exclusividad que caracteriza a las huellas, las uñas informatizadas ofrecen confort, o como quiera llamarse la posibilidad de pagar con tarjetas de crédito y/o ingresar a lugares selectos con sólo tener las uñas prolijamente cuidadas, donde un láser guardará no los datos personales sino los de mercado.

A grandes rasgos, el método aplicado sobre la uña se asemeja al utilizado en un tatuaje. Con un láser infrarrojo de precisión nanométrica se estimula la fluorescencia de la queratina de la uña; ésta es la fase de “impresión”. Luego, al momento de tener que leer los datos, se expone la misma superficie a otra luz láser –en este caso azul– que hace brillar las partes impregnadas de la superficie queratinosa. Y así se puede leer lo escrito.

Por el momento, sin embargo, Yoshio Hayasaki y su equipo sólo han podido extender la “capacidad” de información de cada uña hasta 800 kilobytes, esto es, lo suficiente para guardar datos “básicos” (códigos de identificación y de tarjetas magnéticas fueron los ejemplos de los mismos científicos) pero una cantidad demasiado escasa si el objetivo es almacenar imágenes de alta resolución, aun las austeras fotos 4 x 4. De todos modos, es de esperar que el desarrollo del sistema no demore en brindar mayor capacidad de registro. Y entonces una apropiada manicura ya no sería cosa de pocos. Y aún más: también existirían peligrosos virus informáticos, escondidos quizás en el nunca bien ponderado alicate.

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