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Jueves, 22 de enero de 2015

MUSICA

A treinta años de un emblema punk

Además de impetuoso y pasional, Stuka tiene una sorprendente cualidad para disparar recuerdos e información en un ritmo, más que raudo, filoso. No obstante, es un maestro en el arte de hilvanar sus recuerdos. Por eso puede ir y volver todo el tiempo. Así que revela su admiración por el grupo Avalancha (al que considera los New York Dolls locales), en la misma línea en la que evoca el afán que había en los primeros ochenta por el libro Punk: la muerte joven, de Juan Carlos Kreimer. Aunque hace un punto aparte para recrear los 30 años del álbum emblemático de Los Violadores, ¿Y ahora qué pasa, eh?: “El disco comienza con un tema llamado ‘Revolución (Inter)’, por lo que creo que su discurso sigue estando vigente hasta que no se resuelvan las necesidades básicas de la gente”, explica el músico. “No creo que la solución la tengan los políticos ni Dios, sino la ciencia. En ese sentido, soy un cientificista. Cuando voy a visitar a mi hijo a Seattle, me doy cuenta de que los pibes están muy orientados a inventar cosas nuevas.”

–Considerando que Argentina realmente comprendió que era un país latinoamericano en la última década, su tema “Somos Latinoamérica” tenía una visión muy adelantada en aquella época. ¿Qué lo inspiró?

–Si aún ahora es difícil comprendernos como latinoamericanos, imaginate lo que fue en ese momento. Y es que no somos tan latinoamericanos como el resto de la región. El único lugar que está lleno de tanos es acá, y eso marca una diferencia. Hablamos diferente, nos la creemos más que otros. En ese tema lo que decimos es que somos el tercer mundo, de América latina, de esa América que los yanquis creen que sólo está en el norte del continente. América es toda América.

–“Uno, dos, ultraviolento”, el gran himno de Los Violadores, también está incluido en ese disco. ¿Por qué fue tan impactante?

–Para que en la Argentina de los años ochenta haya pegado de esa forma, tiene que haber sido muy bueno. Si bien hicimos muchísimas canciones estupendas, como “Bombas a Londres”, no entraban en el mainstream porque no tenían un estilo radial. Creo que hubo canciones, hoy consideradas de culto, iguales de increíbles que “Uno, dos, ultraviolento”. Aunque ninguna llegó. Sin embargo, creo que la gente no entendía un carajo la letra, y más si no había visto La naranja mecánica. Me parece que lo que los enganchó fue el “¿Y ahora qué pasa, eh?”.

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