SOCIEDAD › EN SAN LUIS, POR BRENDA ARIAS

El pueblo que calla

El 11 de julio de 2009, Brenda Arias, de 19 años, salió de su casa de Villa del Carmen, en San Luis, para ir a jugar al pool con amigos. Nunca regresó. Durante 17 días estuvo desaparecida; en esas semanas, a su madre, Norma Garayalde, alguien le enviaba mensajes de texto haciéndose pasar por Brenda. El 28 de julio, avisaron a Garayalde que el cuerpo de Brenda había aparecido calcinado en un descampado a tres kilómetros de su casa. Los peritajes establecieron que alguien le había prendido fuego luego de matarla, para evitar su identificación o no dejar pruebas de lo sucedido. A siete años del crimen, no hay detenidos en la causa. En San Luis, el reclamo de justicia por Brenda pone nombre y rostro a las convocatorias realizadas bajo la consigna #NiUnaMenos.

Hace poco más de dos semanas, una marcha recorrió calles de la capital puntana para demostrar que el pedido sigue en pie y reclamar por el avance de la causa. La organizaron familiares y amigos de la joven asesinada, junto con asociaciones civiles. La manifestación fue declarada de interés legislativo por la cámara de Diputados provincial, el Concejo Deliberante de Villa Mercedes y el de la capital de la provincia, ante el que pasaron quienes reclamaban con carteles que reproducían la foto de Brenda.

A la madre de la joven el aviso de que habían dado con los restos de su hija le fue dado a destiempo, sin que haya sido aclarado por qué. “Brenda apareció el 27 de agosto a las ocho de la noche y a mí me avisaron recién a las cuatro de la tarde del otro día, cuando ya habían levantado su cuerpo y lo habían trasladado”, recordó Garayalde más de una vez ante la prensa local. Desde ese día, dijo, “empezó la lucha”, porque el primer juez “escondió la causa, nos dijo que tenía un testigo clave, pero lo llamaron para ir de Camarista a Villa Mercedes y nunca más lo vi”.

Hace años, la madre de Brenda dijo que tenía “sospechas, pero me han desorientado mucho”. “Yo creo que en la muerte de mi hija están involucrados los ‘milicos’ o gente importante, no fue uno solo el asesino, sino varios, pero esta es una opinión mía.” La justicia, de momento, no ha demostrado que esté en lo cierto pero tampoco que esté equivocada.

Brenda trabajaba en una peluquería de su pueblo, el mismo lugar habitado por 1200 personas que su madre dejó tras el crimen. “Los culpables están en las 6 cuadras que tiene el pueblo”, aseguró Garayalde.

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