SOCIEDAD › AYUDA A DETECTAR MALES EN LOS BEBES,
DURANTE CONSULTAS MUY BREVES

Una guía para afinar la pediatría

Fue presentado en el Congreso de Pediatría Social por médicos de Brasil. Previene problemas que suelen pasar inadvertidos.

 Por Pedro Lipcovich

Demasiadas veces, los problemas en el desarrollo de los bebés no se detectan hasta que es demasiado tarde, simplemente porque los médicos no logran hacer todos los diagnósticos necesarios en el breve tiempo de una consulta habitual: en un reciente Congreso de Pediatría Social, celebrado en Buenos Aires, se presentó una nueva guía de trabajo para el médico, un “protocolo” que le permite, en 15 minutos, registrar todos los signos cruciales para asegurarse de que el chiquito no tiene ningún problema de desarrollo y, si los tuviera, encararlos a tiempo. Esta invención de unos médicos clínicos latinoamericanos –capaz, quizá, de salvar más vidas que algún nuevo fármaco creado por un gran laboratorio– es un ejemplo de la nueva medicina centrada en la comunidad, que se viene desarrollando especialmente en América latina y Europa.
El congreso de este año prestó especial atención a los dos primeros años de vida, “que marcan el futuro intelectual y afectivo de cada chico”. El destino de muchos nenitos está en grave compromiso: primero, porque se ha quebrado la transmisión entre las generaciones de las pautas de crianza, lo cual se suma a los embarazos no planificados de modo que muchas madres y padres adolescentes no saben qué hacer con ese hijo que les apareció. Pero, también, porque la tristeza y la angustia que resultan de la marginación social impide a muchos progenitores ocuparse de los hijos. Según los pediatras sociales, la intervención oportuna del médico puede alterar, para bien, estos destinos.
A diferencia de prácticamente todos los eventos médicos, en el Congreso de Pediatría Social –que organizó en Buenos Aires la Sociedad Argentina de Pediatría– no había stands de distintas empresas farmacéuticas ofreciendo sus productos: “A los laboratorios no les interesa la pediatría social, porque no ‘vende’ medicamentos; es una medicina sencilla”, sonrió Hugo Sverdloff, secretario científico del congreso.
Un ejemplo de cómo se puede alcanzar un importante desarrollo en la medicina por una vía diferente de la “científica”, es el trabajo presentado por Amira Figueiras, profesora de Pediatría en la Universidad de Pará y coordinadora del programa de desarrollo infantil del Hospital Universitario de la ciudad de Belén, capital de ese estado del norte de Brasil.
“Muchas veces –explicó la doctora Figueiras– los pediatras o los médicos de familia no logran evaluar adecuadamente el desarrollo del niño porque no les alcanza el tiempo de la consulta: tienen que atender cuatro chicos por hora en las instituciones y, con las escalas de evaluación de que se disponía hasta ahora, ese tiempo no resulta suficiente.” Las consecuencias son, por ejemplo, “problemas motrices por infección congénita o parálisis cerebral que recién se detecta cuando el chico tiene un año y ya se perdió un tiempo vital para la rehabilitación”; o bien, “chicos de dos años y medio que todavía no hablan, y nadie se dio cuenta de que es porque es sordo”.
Detectar la sordera en un bebé no es nada difícil: basta con producir un ruido fuerte y registrar si el chico lo advirtió. Ninguno de estos diagnósticos es difícil. Si demasiadas veces no se hacen es por “falta de tiempo” o “sobrecarga de trabajo”. Entonces, la gente de la Universidad de Pará inventó algo que puede salvar más vidas que una nueva molécula farmacológica: desarrolló una secuencia de acciones incluso simultáneas gracias a las cuales el médico puede, en menos de 15 minutos, efectuar todos los diagnósticos que antes le llevaban un tiempo superior al de la consulta promedio.
“Un bebé de cuatro meses ‘conversa’ con su madre, se comunica –agregó Figueiras–; el médico, mientras lo revisa, también puede conversar con él y detectar si la comunicación está bien: puede haber un problema neurológico pero también puede haber dificultades en la madre que, si por ejemplo está deprimida, tal vez le dé a su hijo cuidados pero no el necesario vínculo afectivo. Entonces, el médico puede derivar al bebé alneurólogo o a la mamá al psicólogo, según corresponda: una intervención sencilla, una cosinha muy simple que se resuelve en pocos minutos”, comentó la médica.
El protocolo desarrollado en la Universidad de Pará ya empezó a difundirse en la Argentina, por ejemplo en la provincia de Santa Fe; los profesionales se capacitan mediante un curso de 16 horas.
Sverdloff destacó que “gran parte de los trabajos presentados en el congreso se refieren a los dos primeros año de vida del chico, que marcan su futuro intelectual y afectivo. En ese tiempo, el chico tiene tres necesidades esenciales: la buena alimentación, el afecto y el estímulo motriz y cognitivo. Si hay carencia en alguno de estos aspectos, queda en déficit para toda la vida, y éste es un problema fuerte en la Argentina”.
El pediatra insistió en “hacerles notar a las madres que el bebé percibe, que necesita estímulos, hablarle, jugar con él, que no es un objeto que pueda dejarse ahí”.
–El hecho de que las madres desconozcan esto parece indicar una falla en la transmisión intergeneracional de las pautas de crianza –comentó Página/12.
–Sí, esa transmisión se ha perdido en muchos casos. Antes las familias eran grandes, siempre había alguien criando algún bebé; ahora, una adolescente de pronto se encuentra sola con un hijo con el que no sabe qué hacer, en un contexto de pobreza, malnutrición, y ahí, en un cajoncito de manzanas, está el bebé –contestó el doctor Sverdloff.

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Amira Figueiras, profesora de Pediatría en la Universidad de Pará, presentó el protocolo.
 
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