EL PAíS › OPINIóN

Lo leí en un diario

 Por Eduardo Aliverti

La aparición de la novena firma del grupo Macri montada en un paraíso fiscal, a través de la red global financiera, no es el hecho simbólico más impactante de estos días. Lo es el muro de silencio mediático que se tejió a su alrededor. Y algo equivalente cabe para el fallo judicial que avaló la venta de acciones estatales en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad, como avanzada por ahora imperceptible –o no tanto, para quien tenga ganas de ver– hacia la reprivatización del sistema jubilatorio.

Acerca del primer asunto, los elementos surgidos del nuevo listado provisto por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación no dejan lugar a mayores dudas sobre el comportamiento del holding Socma, de la familia presidencial, aunque desde ya se trata de una dinámica compartida por los otros varios miembros de la cúpula empresarial argentina que figuran en el catálogo (Ledesma, Techint, Boldt, etcétera). Los Bahamas Papers analizados en exclusividad para este diario por los colegas Santiago O’Donnell y Tomás Lukin involucran a Socma entre más de 175 mil sociedades, fideicomisos y fundaciones operantes en la guarida fiscal caribeña. La única reacción que trascendió del grupo Macri y de fuentes gubernamentales, con muchísima menor intensidad respecto de cuando se ventilaron los papeles de Panamá, fue insistir con la existencia de documentación en regla por parte de la empresa bahameña. Pero, como en la ocasión anterior, nada excusa que el uso de aguantaderos fiscales es el mecanismo universal para reducir el pago de impuestos, esconder activos y fugar capitales. En lo relativo a Techint, y tal lo consignado asimismo por la indagación periodística, voceros de la empresa aseguran que en los últimos años este tipo de maniobras se redujo considerablemente; pero admiten que “la modalidad offshore, además de las ventajas fiscales, permitía flexibilidad y un mejor acceso al crédito internacional”. Se destacó una curiosidad: Techint Internacional Construction Corp (Tenco), que es la firma vinculada a Argentina con más menciones en esta nueva filtración, tiene una nómina de directores que, desde agosto de 2011, ya no exhibe domicilios en el país. Todos sus responsables comparten una misma dirección en Uruguay.

¿De cuántos bolsos de López estamos hablando mediante operatorias como éstas?

La medida de lo inabordable de ese cálculo está dada por cómo los medios de comunicación dominantes ignoraron el informe de manera olímpica. Por eso lo destellante no es la noticia en sí, que está en sintonía previsible con las prácticas habituales de un establishment pirata, sino ese talante de quienes insisten en designarse como periodismo independiente, prensa libre u otras tonterías por el estilo. Y hay algo más. En los Bahamas Papers se combinan la integración de lo más granado de la cúpula corporativa local y la ausencia de funcionarios kirchneristas comprometidos. Significa, como en torno de las compañías y personajes implicados por las revelaciones de aventuras panameñas, que ni siquiera pueden disimular(se) con la táctica de esconder a los elefantes en medio de otros. Lo hacen con ese silencio de sepulcro mediático. Para esto no rigen conventillos televisivos, ni entrevistas disfrazadas de picantes, ni nada que se le parezca. Sólo ese silencio. Se acompaña con la mirada al costado frente a una Anses que estudia liquidar acciones, para que grandes empresas recompren aquellas que el organismo estatal posee desde la nacionalización de las AFJP. Según lo difundido por Ámbito Financiero en su edición del viernes, hay contactos firmes del Gobierno con un banco, dos constructoras, una multinacional de capitales argentinos, una empresa de alimentos y un grupo de medios. Nadie lo desmintió. En “el mercado” se alega que, de todos modos, la decisión final habrá de relacionarse con cómo funcione el blanqueo impositivo y de capitales, que formalmente culminará el último día hábil de marzo próximo y que, por el momento, no arranca. Los pocos o muchos ingresos que entren por esa vía determinarán cuánta necesidad de fondos urgentes requieren las arcas estatales. Y echar mano de “la plata de los jubilados” (¿revivirán quienes se preguntaban para qué se la usa?) es una opción atractiva para el ansia macrista, porque no se ve que tengan muchas más con excepción del festival de endeudamiento en dólares. Que a propósito: el vicejefe del gabinete económico, Gustavo Lopetegui, dijo el jueves que ya no hay margen para bajar impuestos, al consultársele si se cumpliría con la promesa de disminuir las retenciones sojeras, en otros cinco puntos porcentuales, en 2017. Por cierto, el complejo agroexportador se ubica a la cabeza de los sectores que están de fiesta en el modelo macrista. Pero objetivamente es otro compromiso de campaña que el Gobierno abandona, y que desnuda sus serias dificultades para llevar adelante el programa de exclusión social.

Lejos de estas confesiones gubernamentales, y antes de que la CGT siguiera su cuento de nunca acabar para, ahora, llamar al paro sin fijar fecha, la atención se centró en el increíble papelón de Macri tras intercambiar unas frases de circunstancia con la primer ministro británica. Hasta el opo-oficialismo hizo fila para criticarlo, porque no sólo se trató del ¿equívoco? sobre el punto de discutir la soberanía en Malvinas. Es una cuestión que se arrastraba desde el acuerdo con Londres para reanudar vuelos entre el continente y las islas, junto a la explotación compartida de pesca e hidrocarburos en la zona marítima del conflicto. La componenda, encima, no fue informada al Congreso, como escenario institucional preciso en los convenios de política exterior. Sin mencionar ni por asomo el ítem de la soberanía y argumentando razones “de buena vecindad” con los ingleses (???), se interpretó que el arreglo encontraba explicación en un canje de favores para conseguir el voto del Reino Unido a Susana Malcorra como candidata a secretaria general de las Naciones Unidas. Sea lo que fuere, la canciller pasó de ese protagonismo al de desmentir a su presidente, al rato de que Macri afirmara que Theresa May había aceptado dialogar sobre el aspecto soberano, nada menos. Fuentes diplomáticas británicas dejaron pasar menos tiempo aún para desmentir, rotundamente, que su jefa hubiera aprobado semejante cosa. ¿Debe suponerse que Macri estaba simplemente distraído al cometer una gaffe de ese tamaño? Es probable, porque lo que caracteriza al mandatario no son precisamente sus frases célebres, ni sus salidas con pretensión de chistosas ante dignatarios extranjeros, ni, para el caso, las decodificaciones de gestos o palabras de sus interlocutores. Macri no es un pez en el agua, además, en cuanto tenga que ver con el mundo sensible de las relaciones internacionales. Pero sin que esa falta de atributos pueda ser desestimada, su actitud infantil, irresponsable, en un marco como el de la ONU y ante a una diplomacia como la británica, más parece responder al ansia permanente de sobreactuar reverencia, o amigabilidad, ante los poderes con quienes busca congraciarse. Es extraño que no cuente con algún asesoramiento que resulte efectivo, para saber manejarse en foros y visitas de esa naturaleza. Si lo tiene, es obvio que no es el más adecuado. O no le presta atención, que viene a ser lo mismo.

Mientras tanto, y acerca de la prometida lluvia de inversiones, el propio Indec debió reconocer que la actividad económica muestra una tendencia de contracción acelerada. La promesa era que se reactivaría justamente a través de un proceso inversor, precipitado gracias al arreglo con los buitres y al cambio de clima local e internacional por el arribo de un gobierno amigo de los mercados, dispuesto al achique estatal para agrandar la Nación, resuelto a flexibilizar las normas laborales, decidido a recomponer el tipo de cambio y a convertirse en el supermercado del mundo. Pero los números revelan que en función de la caída del consumo, los empleos perdidos y los establecimientos productivos cerrados, lo que más se constipó fue la inversión en el mercado interno: un retroceso de casi el 5 por ciento en el segundo trimestre de este año, que contrasta con el crecimiento de casi la misma cifra durante el mismo período de 2015. Una relación inversamente proporcional de avance y descenso de un año para otro. Sin embargo, más allá de la predecible noticia, el dato emblemático en derredor del tema tampoco es ése sino la reacción de Macri cuando se le preguntó si había algún anuncio sobre inversiones al cabo de su gira por Nueva York. Respondió que sí, porque “General Electric invertirá 10 mil millones de dólares hasta 2026” (lo cual ya estaba en marcha desde el gobierno anterior, como la mayoría de las inversiones anunciadas). En rueda de prensa, le re-interrogaron cómo había recibido la información y si acaso se había encontrado con el CEO de la multinacional de origen estadounidense.

“No”, contestó Macri. “Lo leí en un diario.”

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Imagen: DyN
 
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