EL PAíS › EL PAPA RECIEN VOLVERA AL PAIS EN TRES AÑOS PARA PRESIDIR EL CONGRESO EUCARISTICO NACIONAL

Francisco visitará la Argentina en 2016

El anuncio, insólitamente, lo hizo la delegación de San Lorenzo que ayer le fue a entregar la copa que el equipo ganó el domingo pasado. Francisco había sido invitado al congreso por el arzobispo de Tucumán, donde se hará el encuentro.

 Por Washington Uranga

El papa Francisco recibió ayer a la delegación de San Lorenzo encabezada por Marcelo Tinelli.

Se pueden decir muchas cosas de Francisco. A favor y en contra. Pero no hay dudas de que el actual Papa posee un estilo y un modo de comunicación con la sociedad muy diferente al de quienes lo han precedido en el pontificado católico en los últimos tiempos. El protocolo vaticano lo sufre. Ahora, después de que muchos intentaron por diferentes vías, a través de gestiones y vinculaciones de todo tipo, establecer la posible fecha de visita del pontífice al país, Francisco decidió dejar trascender que vendrá a la Argentina en 2016 e hizo el anuncio en el marco de su encuentro con la delegación futbolística de San Lorenzo encabezada por Marcelo Tinelli. Sólo posteriormente la agencia católica AICA confirmó el dato y tuvo que admitir que “la información fue dada a conocer por el presidente de San Lorenzo de Almagro, Matías Lammens, en una conferencia de prensa que la delegación del club de fútbol del que el pontífice es simpatizante brindó en la Pontificia Academia para las Ciencias, junto al obispo argentino monseñor Marcelo Sánchez Sorondo”.

Desde Roma, a través de la cuenta de Twitter de la propia Academia Pontificia (@CasinaPioIV), el Vaticano confirmó oficialmente la noticia. El Papa vendrá al país y estará en Tucumán en 2016 en el Congreso Eucarístico Nacional que se llevará a cabo en esa ciudad con motivo del bicentenario de la Declaración de la Independencia, y quienes lo anunciaron fueron los dirigentes de San Lorenzo. Inéditos voceros, teniendo en cuenta la tradicional formalidad eclesiástica a la hora de comunicar. Incluso la del propio Bergoglio cuando era cardenal de Buenos Aires.

No fue la sala de prensa del Vaticano ni la Conferencia Episcopal Argentina. El anuncio llegó a través de la delegación de San Lorenzo que fue hasta Roma para celebrar el campeonato con el Papa. Es verdad que la invitación formal para participar del Congreso Eucarístico existía. Fue enviada por el arzobispo Alfredo Zecca, titular de la diócesis tucumana y ex rector de la Universidad Católica Argentina. Un hombre próximo a Bergoglio cuando era arzobispo porteño. Pero hasta es probable que tanto Zecca como los obispos argentinos se estén enterando ahora, por Tinelli y los suyos, de que Francisco estará en la Argentina en 2016. Y no sería extraño que para entonces, además de las celebraciones religiosas, haya algún evento futbolístico donde se mezcle en el marketing del empresario y conductor televisivo, el fútbol, San Lorenzo, el Papa y la religión.

Llegarán ahora las interpretaciones políticas. Y no faltarán titulares que digan que “el Papa vendrá a la Argentina después de que Cristina Kirchner deje el gobierno”. Es i-nevitable que así sea. También es cierto que postergando su viaje –con un buen motivo como el bicentenario y el Congreso Eucarístico–, Francisco evita que su visita sea utilizada –o tironeada– por unos y por otros en una etapa eleccionaria que, sin duda, será caliente. El candidato o la candidata que resulte triunfador en las urnas en 2015, quienquiera que sea, con aires y energías renovadas, será el encargado de recibirlo cuando llegue al país en 2016.

Pero más allá de la noticia puntual de la visita del Papa está claro que, no sin relación con el protagonismo de Francisco, “el efecto religioso” se ha hecho presente en forma creciente en los últimos tiempos en la política argentina. En Córdoba, durante el conflicto policial, tuvo gran participación como mediador el obispo auxiliar designado Pedro Torres, junto a líderes de otras confesiones. El también sacerdote católico Juan Carlos Molina fue nombrado como titular del Sedronar luego de que la Conferencia Episcopal reclamara una política más firme en materia de drogadicción. Después de una primera actitud titubeante frente a la iniciativa oficial, la mayoría de los obispos salió a respaldar públicamente la labor de Molina. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, se reunió con el obispo Jorge Lozano, titular de la Pastoral Social.

La Conferencia Episcopal hizo un documento sobre la situación social y la drogadicción. También habló el vocero del Episcopado, el sacerdote Jorge Oesterheld, alguien que no que suele pronunciarse por cuenta propia. Los obispos católicos patagónicos difundieron una declaración sobre la realidad social. El obispo de Neuquén y su presbiterio pidieron a las autoridades de aquella provincia que “asuman su responsabilidad para enfrentar y solucionar como corresponde los distintos conflictos actuales”. El obispo de Jujuy, César Fernández, se reunió con el gobernador jujeño Eduardo Fellner para hablar sobre la situación social. Hoy un grupo de importantes dirigentes políticos de primera línea firmará un “acta de compromiso para establecer políticas públicas sobre consumo de drogas y lucha contra el narcotráfico”, documento promovido por la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Comisión de Justicia y Paz de la Iglesia Católica. Según el anuncio oficial, estarán allí Binner, Massa, Scioli, Sanz, Stolbitzer y Tumini, entre otros.

La Presidenta también se sentó a dialogar con los representantes de las comunidades religiosas. En este caso, sin embargo, todo fue cuidadosamente previsto. La jerarquía católica inició la ronda de encuentros. Estuvo la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal con su presidente, arzobispo José María Arancedo, a la cabeza. Pero luego siguió también la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y después la DAIA. Atención a las comunidades religiosas, pero no sólo a los católicos, es el mensaje.

Más allá de cualquier lectura o especulación: el dato religioso y sus actores recobraron fuerza en la vida social y política argentina. Al menos por ahora. Habrá que seguir con atención, ponderar y evaluar la evolución del hecho sociopolítico cultural. Pero no cabe duda de que Francisco ha tenido que ver mucho en esta nueva realidad.

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