EL MUNDO › SI GANA LA PRESIDENCIA, SERá EL TERCER SINDICALISTA DE SUDAMéRICA

Maduro, el preferido de la Argentina y Brasil

Ex dirigente sindical del sistema de transporte de Caracas y miembro del núcleo del Partido Socialista Unificado de Venezuela, Nicolás Maduro fue el interlocutor más frecuente de líderes extranjeros después de Chávez.

 Por Martín Granovsky

Si su candidatura queda firme, como parece, y si resulta electo presidente por el chavismo, Nicolás Maduro se convertirá en el tercer sindicalista que alcanza la presidencia de un país sudamericano en los últimos diez años. El primero fue Luiz Inácio Lula da Silva, en 2003. El segundo, Evo Morales, en 2006. Sin el poder gremial de los dos primeros, Maduro se formó políticamente como dirigente del gremio de colectiveros.

Este año cumplirá 51 años. Nacido el 23 de noviembre de 1962, seguirá dejando al ecuatoriano Rafael Correa, nacido el 6 de abril de 1963 y a punto de cumplir los 50, en el puesto de presidente más joven de la región.

No sólo Chávez lo señaló como su candidato. Aunque no hubo pronunciamientos oficiales, este diario pudo saber por funcionarios que pidieron reserva de su identidad que tanto el gobierno de la Argentina como el de Brasil preferían a Maduro como eventual sucesor.

Maduro asumió como canciller en 2006. Hasta su renuncia llevaba lo mismo en ese puesto que el boliviano David Choquehuanca, pero más que sus colegas de la Argentina (Héctor Timerman, 2010) y de Brasil (Antonio Patriota, 2011). No es una simple cuestión de tiempo. Casi siete años de canciller significan que, después de Chávez, Maduro fue el interlocutor venezolano más asiduo de los presidentes, presidentas y ministros de Sudamérica.

“No tengo dudas de que a Nicolás le irá bien, porque es un cuadro político con experiencia y formación y porque sus años de canciller le permitieron tener una visión del mundo, de sus protagonistas, de los jefes políticos de Sudamérica”, dijo Rafael Follonier, un funcionario con rango de secretario de Estado que fue el principal colaborador de Néstor Kirchner en Unasur y es uno de los argentinos con más horas frente a Chávez y Maduro.

Es posible que muerto Chávez afloren mayores contradicciones dentro del chavismo. Vivir en medio de las contradicciones es parte de la política. O de la vida. Lo que parece extremo, en un escenario como ése, es pensar que Maduro sería una especie de técnico sin inserción en el aparato chavista frente a, por ejemplo, un militar retirado como Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional. Luego de su período como dirigente sindical, el propio Maduro ocupó ese puesto. Y también lo ocupó su mujer, Cilia Flores.

En cuanto a la política exterior, la Agencia Venezolana de Noticias, estatal, en octubre de 2012 trazó de este modo su perfil: “Durante su cargo como jefe de la diplomacia del país, se logró consolidar la integración en la región con el impulso de bloques como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)”. La nota consignaba que “en su gestión, se logra el ingreso del país al Mercado Común del Sur (Mercosur)”. Y añadía este párrafo: “Maduro Moros logró estrechar las relaciones de Venezuela con naciones hermanas como China, Rusia, Bielorrusia e Irán, además de consolidar vínculos existentes con naciones suramericanas como Argentina, Brasil y Bolivia, así como con la caribeña Cuba”.

Negociador nato, como buen sindicalista, quienes trataron con Maduro lo describen como un hombre capaz de buscar caminos alternativos, de mostrarse duro o blando según la conveniencia, de representar el papel que le tocase según las instrucciones de Chávez y de ponerse en el papel del otro como hipótesis intelectual necesaria para una discusión que busca resultados.

El perfil no coincide con la sorprendente tosquedad de presentar la enfermedad de Chávez como una conspiración cancerígena, tesis que había adelantado el mismo Chávez el año pasado.

Puede tratarse, también, de una estrategia para instalar la épica del Chávez inmortal que sólo sucumbió ante una conspiración de los Estados Unidos. En ese caso, la presentación sería compatible con el párrafo de la agencia de noticias que describe a Bielorrusia e Irán como “hermanas” y no lo hace con la Argentina o Brasil.

¿Convicción, provocación táctica a Washington o las dos cosas a la vez?

Como canciller, Maduro fue capaz de enrolarse en el equilibrio heterogéneo de la diplomacia chavista. Por un lado, la idea de que el enemigo de mi enemigo, como Irán respecto de los Estados Unidos, es mi amigo. Por otro lado, la diversificación de los suministros militares apelando a Rusia y también a España. Siempre, la búsqueda de un lugar expectante en la OPEP, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, donde el actual secretario de Unasur Alí Rodríguez llegó a ser secretario general. De paso: en diálogo con Página/12, Rodríguez expuso que la OPEP era una muestra de espíritu práctico, porque reunía bajo un interés común a países tan disímiles en la relación con la Casa Blanca como Irán y Arabia Saudita.

El equilibrio heterogéneo de Caracas debería incluir un ingrediente más: el régimen discursivamente más antinorteamericano de Sudamérica mantiene un excelente nivel de relaciones comerciales con los Estados Unidos.

Según datos de la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria, ni siquiera la baja en las exportaciones petroleras quitó a los Estados Unidos su lugar de primer socio comercial de Venezuela, que exporta al mercado norteamericano un millón y medio de barriles de petróleo por día. El objetivo de Chávez fue reemplazar parte de la demanda norteamericana por el mercado chino.

El intercambio comercial entre Venezuela y Estados Unidos cayó un 3,14 por ciento en los primeros seis meses de 2012, al pasar de 28.214 millones de dólares en 2011 a 27.332 millones, y el saldo comercial favorable al país sudamericano se redujo en un 33,47 por ciento, de 17.030 millones a 11.330 millones en el mismo lapso.

De acuerdo con un informe difundido hoy por la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (Venamcham), la acentuada disminución comercial se debe, principalmente, a un descenso del 15,75 por ciento en las exportaciones petroleras de Venezuela a EE.UU., pasando de 22.039 millones de dólares en el primer semestre de 2011 a 18.567 millones del presente año.

EE.UU. es el primer socio comercial de Venezuela y el destino de alrededor de 1,5 millones de los 2,5 millones de barriles de crudo que exporta todos los días, aunque el gobierno de Hugo Chávez estaba tratando de desplazar esa tendencia a favor de China.

Un periodista brasileño de Carta Maior, el doctor en Historia Gilberto Maringoni, escribió antes de la muerte de Chávez un cuadro de situación que tenía, entre otros, estos cuatro elementos:

- En las últimas elecciones, el Partido Socialista Unificado de Venezuela obtuvo una victoria inédita y llegó a gobernar en 20 de los 23 estados nacionales, en especial el estratégico Zulia, donde está concentrada la mayor parte de la producción de petróleo. Esta es una buena base para un chavismo sin Chávez.

- A pesar del dato anterior, el chavismo sin Chávez tiene el desafío de superar un proceso político que se basó en la legitimidad popular de su líder, que en las últimas elecciones alcanzó el 54 por ciento.

- La figura de Chávez mantuvo a través de 15 elecciones una construcción política “en un país que en poco más de dos décadas vivió una sucesión de enfrentamientos internos de altísima intensidad: una tentativa de golpe de Estado, un lockout de más de dos meses, tres referendos, un cerco mediático permanente, oscilaciones económicas, sabotajes, incapacidad administrativa y varios intentos de aislamiento internacional”.

- “Es difícil saber si Nicolás Maduro, que exhibió un desempeño respetable y eficiente como canciller, conseguirá asegurar el bastón de mando que Chávez le confió. No es un problema de capacidad personal, algo que el ex conductor de ómnibus parece tener. La cuestión es saber si el proceso político ya maduró lo suficiente para la existencia de un chavismo sin Chávez”.

Maduró es tercera persona del pretérito indefinido del indicativo. Maduro, primera persona del singular del presente del indicativo o adjetivo que significa “haber llegado a su completo desarrollo o que está en su punto o en su mejor momento”. Quiere decir también “prudente” y “juicioso”. Un simple juego de semántica. Más sencillito que la política pura y dura.

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Imagen: AFP
 
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