DEPORTES › REUNIóN DE MAESTROS: OSCAR PANNO Y ALAN PICHOT

Dos potencias se saludan

Página/12 cruzó a dos grandes del ajedrez: Oscar Panno, campeón mundial juvenil en 1953 y uno de los mejores jugadores argentinos de toda la historia, y Alan Pichot, el joven maestro internacional antes de viajar a Sudáfrica, donde conseguiría el campeonato mundial.

–Oscar, ¿quién es para vos Alan Pichot?

Oscar Panno: –Bueno, el talento de moda. Se ha destacado ya desde chico, hace mucho que lo venimos siguiendo. En este momento le toca la seria responsabilidad de representar a un país con una tradición de potencia ajedrecística. Después de la década de oro, la década del ‘50, en la que fuimos tres veces subcampeones del mundo (nada menos que detrás de Rusia, la potencia más grande) y de conseguir el primer título mundial en la categoría juvenil, que reiteró Héctor Bielicki en el ‘59, sufrimos una decadencia. Parecería que las actividades deportivas siguen una curva socioeconómica, y como el país empezó con las crisis y otros problemas... Ahora hay como un renacer. Recientemente, el equipo ajedrecístico nuestro tuvo una buena actuación. Y bueno, en ese sentido la responsabilidad de Pichot es representarnos lo mejor posible, y para eso tiene que trabajar, esmerarse y hacer lo que él sabe. No le vamos a cargar una responsabilidad especial, en el sentido de todo o nada: acá hay que lograr lo más que se pueda, y eso se hace con trabajo y voluntad.

–Nos gustaría preguntar a ambos en qué aspecto del ajedrez están trabajando actualmente.

O. P.: –Yo en general me he dedicado a la enseñanza, sigo dando clases en River, también a nivel particular. Además estamos trabajando en una especie de sistema electrónico, un curso integral que mi hijo se empeña en poner en Internet y que incluye algunas experiencias mías, enfoques. Para mí, la parte educativa es lo principal; cuando uno deja la competencia, encuentra que el ajedrez es una herramienta importante para los jóvenes; por eso estamos ayudando en el tema del ajedrez escolar, asesorando al Ministerio de Educación, que tiene un programa de ajedrez educativo. Ya dejé la competencia, porque hay que tener una gran dedicación, es un esfuerzo muy grande y yo ya hice bastante de esto. El ajedrez, no sé si para bien o para mal, tiene una longevidad muy grande. Najdorf a los 87 años seguía jugando diariamente, al igual que puede jugar un chico de 10 años, y esto es algo que no pasa con otros deportes de competencia. En fin, no sé si Pichot quiere comentar alguno de sus secretos de lo que está preparando; ésta es una etapa dura en que hay que prestar mucha atención a eso.

Alan Pichot: –Bueno, yo muchos secretos no tengo, me estoy preparando ahora para el Mundial con todo lo que pueda hacer, viendo qué juega cada rival de la lista de inscriptos. Pienso que la mayoría de los jugadores tiene más experiencia que yo, ya que tienen la posibilidad de jugar con rivales más fuertes en Europa, así que creo que la preparación dura, con la computadora y con los entrenadores, puede ser muy positiva para encarar un torneo de este tipo.

–¿Cuál es la importancia de la preparación de un ajedrecista, del cuidado físico y otras cosas que, como decía Roberto Grau, el ajedrecista bisoño no conoce? ¿Qué creen que ha cambiado a lo largo del tiempo en las formas de entrenar?

O. P.: –La preparación física es un factor muy importante. En general, los jóvenes hacen alguna actividad –como Alan, que juega al fútbol–, pero es bueno no descuidar ese aspecto. Kasparov decía que, a igualdad de características técnicas, va a triunfar el que tenga más energías para entregar en la competencia, y esa energía es principalmente física. En cuanto a la preparación teórica, Alan les va a poder explicar mejor. La cosa cambió mucho desde mi época, cuando nos manejábamos con las partidas que venían de Europa, con lo que conseguíamos. Hoy, si uno tiene una duda sobre una posición, tiene programas que le verifican si esa posición es correcta o no, en el sentido de las consecuencias que tendría en el posterior desarrollo de la partida, análisis que antes nos podía tomar días. Eso facilita mucho las cosas, pero a la vez genera un compromiso; hay que estar más pegado a la computadora.

A. P.: –Sí, hoy todo se facilita con la computadora. A veces cuando termino una partida y llego a casa, estoy ansioso por ver cómo analicé la posición. La máquina te saca las dudas, te tira las mejores jugadas y te muestra los errores que cometiste. Muchas veces me pasa que creo que jugué muy bien una partida y después, al pasarla en la computadora, veo que no es así, que jugué muy mal, y también me pasa lo contrario. Eso explica también la diferencia de criterios de evaluación entre una máquina y un ser humano. En cuanto al físico, en general cuando estoy compitiendo trato de dormir bien, descansar y alimentarme en forma sana para no sentirme mal durante la partida. El cansancio es muy malo. Me ha pasado jugar partidas cansado y no te dan ganas de estar ahí, querés que termine. Pero la verdad es que no hago mucha actividad física, trato de hacer algo cuando puedo, pero no es una de mis principales actividades.

–Según su experiencia, ¿qué efecto les ha producido decir “soy ajedrecista” en ámbitos cotidianos? ¿Cómo es dedicarse profesionalmente a un juego que para muchos es un misterio en una etapa como la adolescencia, en la que gravitan muchos factores personales como la escuela o los amigos?

A. P.: –Yo no tengo muchos amigos de mi edad, porque en el mundo del ajedrez casi todos son más grandes que yo. Los compañeros de la escuela a veces me preguntan por qué falto tanto y les explico que tengo que jugar torneos. Algunos me dicen que no falte porque me va a ir mal en la escuela y esas cosas. Cuando juego torneos, les muestro a veces a mis compañeros las fotos, los resultados, y a algunos les gusta. Otros me miran como si fuera un bicho raro, pero en general lo aceptan bastante bien. Por fuera de esos ámbitos, el efecto suele ser de asombro; las personas que mayormente no saben mucho del ajedrez, me hacen preguntas. Los que conocen algo me dicen “sí, es el juego ciencia”, y ese tipo de cosas. Está bueno, uno puede explicar qué es el ajedrez y lo que hace todos los días.

O. P.: –Es un tema ése, porque acá nunca hubo un ajedrez profesional puro. El hecho de estar muy lejos de Europa hizo que muy pocos muchachos pudieran dedicarse plenamente. Por ejemplo, Pilnik se fue a hacer giras europeas; Quinteros también lo hizo y así obtuvo el título de Gran Maestro, pero, si no, era muy difícil dedicarse profesionalmente. En mi caso, yo estudiaba Ingeniería y jugaba al ajedrez; viajaba muy poco, alguna olimpíada, o un interzonal, pero mayormente jugaba acá y pude seguir con mi carrera. En esa época tomaba el ajedrez como una herramienta, pero no como una profesión absoluta. Ahora es distinto, pero en aquella época eran muy pocos; no era tan sencillo viajar, dejar a la familia, etcétera. La profesión en eso ha sido medio ambigua, aquí es muy difícil por la poca disponibilidad de competencias, entonces en general muchos complementamos con la docencia; pero ya no es la competencia pura, como se puede hacer en otro lado.

–¿Cuánto creen que influye o ha influido la implosión del ajedrez a nivel federativo? ¿Qué lugar ocupa ese apoyo en términos de desarrollo profesional?

A. P.: –Me parece muy importante el apoyo que una persona o institución pueda darle al ajedrez porque, si no, es muy complicado hacer experiencias en otros países para conocer nuevos jugadores. En ese aspecto, los otros países corren con un poco de ventaja con respecto a nosotros por la calidad de los entrenadores y por los torneos que juegan. En general juegan en Europa y allí los torneos son más fuertes, todo el tiempo están compitiendo con mejores jugadores y la experiencia que adquieren no es la misma. Tienen la posibilidad de estar mejor informados o tener mejor juego gracias a eso. Actualmente tengo ayuda económica y por eso puedo viajar al Mundial. Pero no es lo mismo progresar jugando en este país que viajando constantemente y participando de otro tipo de torneos.

O. P.: –El problema es también filosófico; hemos sufrido a algunos directivos que no interpretaban, ni comprendían a los jugadores, pero eso es natural por un déficit que tenemos en los estatutos. Nosotros los ajedrecistas no elegimos a los dirigentes, para nada, ¡nos enteramos por el diario! En este momento tenemos suerte, se renovó la federación, se nombró gente nueva, “escoba nueva barre bien”, pero algún día habrá que corregir eso. El peor de los presidentes de la federación que uno pueda imaginar –y hemos tenido muchos ejemplos– sería mucho mejor si dependiese del voto de los jugadores, tendría que prestar más atención a sus necesidades, ocuparse más.

–¿Creen que existe una relación entre la personalidad y el estilo de juego?

A. P.: –Yo no lo veo en mi caso. En el juego tengo un estilo más agresivo, soy de presionar bastante al rival y en la vida no, soy más tranquilo, trato de no hacerme mucho problema por algunas cosas. No pienso igual en la partida que en la vida.

O. P.: –Yo en cambio creo que la relación es muy directa porque el ajedrez no es más que la manifestación de las condiciones, la filosofía, el temperamento de cada uno, lo mismo que la pintura, la música. Nuestro arte es el ajedrez, el reflejo no se puede evitar. A veces pasa que si uno puede estar más calmo en la partida, sucede que no le alcanza el tiempo. Yo he tenido problemas con eso, ¡partida en que no estaba apurado era un milagro! En eso se ve el afán de hacer siempre lo mejor, de no perder la oportunidad. Raúl Sanguinetti, que era un jugador muy práctico e inteligente, decía: “No hay que hacer siempre la mejor jugada, hay que hacer jugadas suficientemente buenas”. Y tenía razón, porque uno puede hacer la mejor jugada y consumir media hora del reloj, y el otro te juega cualquier cosa y se desvirtúa lo que vos empezaste. El factor tiempo es un problema y es parte de las convicciones de uno, de aceptar dejar cosas sueltas sin verificar, sin calcular.

–¿Qué importancia tiene para ustedes que el ajedrez recupere espacio en los medios gráficos?

O. P.: –Argentina ha sido el país más importante de Sudamérica en ajedrez. Es una lástima que se esté dejando de lado en los medios. Nosotros tuvimos alguna época de oro donde Clarín se interesaba mucho en esto, le daba mucho espacio, después llegaron las vacas flacas, y esto, esta inyección nueva que le está dando Página/12, es un reverdecer de las esperanzas. Es importante la difusión, complementa la idea del ajedrez como una herramienta educativa para los jóvenes. El hecho de estar en los diarios, y de que la gente se interese en eso, es un complemento de lo que se debe dar en clubes y colegios.

A. P.: –Es raro. Vos ves que se juega un Mundial de básquet, hockey o voley, y se pasan todos por la tele. El ajedrez no tiene esa suerte: se jugaron las olimpíadas o el Mundial y en la tele o en la radio no se le da mucha difusión, básicamente porque no es un tema que a la gente le interese mucho, o porque la gente no tiene idea de lo que es el ajedrez. Es muy importante difundir más noticias, para que la gente se siga acercando.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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