Las puertas de vidrio que separan la recepción del predio del Espacio de Memoria y Derechos Humanos --que funciona en el predio en el que la Armada Argentina regenteó su Escuela de Mecánica (ESMA)--  se abrieron y cerraron tantas veces ayer que les trabajadores del lugar decidieron, en un momento, desactivar el mecanismo electrónico que permite el paso. “Acá hay mucha actividad los fines de semana, pero es tan grande el lugar que es difícil que lo veas colmado. Hoy es impresionante, mirás para todos lados y ves gente”, compara une de elles, emocionade. “Es hermoso que esto suceda un día como hoy, en tiempos como estos. Es hermoso”, indica. Un día antes del 48° aniversario de la última y genocida dictadura cívico eclesiástica y militar y en medio del clima negacionista y reivindicador de los crímenes que sucedieron entonces propiciado por el propio Gobierno nacional, centenares de personas de todas las edades, en familia, en grupo de amigues y “sueltas” recorrieron cada uno de los rincones de ese lugar que ayer, con actividades de todo tipo, celebró 20 años de la decisión de transformar ese predio en donde funcionó uno de los centros clandestinos más grandes del país en un núcleo de reconstrucción de memoria.

“Donde hay memoria, hay futuro” se llamó la jornada que englobó a todas las actividades que, entre las 12 y las 21, se desarrollaron ayer en la exESMA para celebrar su creación, anunciada el 24 de marzo de 2004 por el entonces presidente Néstor Kirchner. Hubo una caminata especial, “Cartografías de la Memoria 3”, con audioguías y breves intervenciones artísticas, dedicada especialmente a recorrer el antes y el después de aquella decisión de Kirchner de desafectar el predio, de preservar los lugares que fueron escenarios de los crímenes más horrorosos y de abrirlo a la sociedad desde los ejes de memoria, verdad y justicia, que desde entonces se constituyeron en políticas de Estado. Hubo radio abierta, hubo charlas vinculadas con los derechos humanos, hubo presentación de libros, hubo cine y música. Hubo feria autogestiva. Hubo emoción. Hubo alegría. Hubo multitud.

Recorridos

Los recorridos históricos por el lugar y las visitas guiadas al Museo Sitio de Memoria fueron el imán que atrajo a la mayoría de les visitantes que eligieron el día de ayer para conocerlo por primera vez. Muches llegaron acompañades de alguien –una mamá o un papá, un tíe, algún amigue– que ya lo conocía, y que oficiaba de primera e improvisada guía. Paola, por ejemplo, 52 años, profesora de biología de escuelas secundarias, llevó a Mara, de 18 años, su hija, y a Lucas, un amigo, de 42. “Las razones sobran para estar acá, mañana (por hoy) es 24. Mara nunca había venido y nos gustó compartir esta salida para conmemorar, para construir memoria, para ejercer el compromiso con el Nunca Más”, dijo la mujer a este diario. Suele marchar cada 24 con su hija, pero esta edición no lo hará: tiene “miedo” de “exponerla a situaciones feas”. Mara estaba contenta: “Quiero saber todo”, expresó. Lucas aprovechó la visita desde Santa Fe para recorrer ese “último refugio de la memoria que nos debemos sostener a modo de resistencia”, señaló.

Los tres participaron de uno de los 16 recorridos históricos que observaron el avión Skyvan –uno de los utilizados en los vuelos de la muerte y repatriado el año pasado desde Estados Unidos–, el edificio 4 Columnas, la Enfermería, la garita de seguridad que demarcaba el área restringida en donde estaba emplazado el centro clandestino y el Casino de Oficiales (que desde 2015 funciona como Museo Sitio de Memoria). Cada media hora partió un grupo de entre 50 y 60 personas desde la recepción. Valeria, que también conoció el lugar ayer, compartió visita con Paola y los suyos. Ella también es docente –al sur del conurbano bonaerense–, tiene 38 años y un hermano que nació en junio de 1976. Eso la sensibiliza en relación a les bebés que nacieron en cautiverio y fueron apropiades. “Con todo lo que está pasando desde que asumió el nuevo gobierno, más que nunca hay que estar cuidando estos espacios de memoria”, contó, porque “conocer lo que pasó es lo que nos va a permitir después poder elegir y transitar lo que venga como un pueblo con con memoria, en favor de la verdad y en la búsqueda de justicia”.

Ella se quedaba atrás. Brian, en cambio, –17 años, Caseros–, se para bien cerca del guía. Llegó solo, empujado por la fecha: “En mi casa no se habló ni se habla mucho de esto, pero en redes sí. Para saber, hay que conocer, me dije. Así que acá estoy, escuchando y viendo todo con bastante tristeza”, explicó. El tema le comenzó a interesar gracias a que una profesora les contó a él y a sus compañeres sobre la dictadura. Al guía le preguntó quiénes eran las víctimas del plan sistemático, si eran militantes y de qué partidos, si eran solo jóvenes. “Me llevo de aprendizaje que los extremos son malísimos. Salgo convencido de que nada bueno puede surgir de ningún extremismo o fanatismo como el que fomenta Javier Milei”, concluyó.

Historia de un recuperación

En los recorridos históricos, les visitantes hacen preguntas, dialogan y sacan conclusiones junto a les guías. Pero la propuesta “Cartografías de la Memoria 3” es absolutamente introspectiva. La propuesta requiere del uso del teléfono celular y, en lo posible, auriculares. A través de una app, una producción de fotografías y audio acompañarán cada mojón del viaje --que parte desde la garita de seguridad de la entrada de lo que fue la ESMA y culmina en la salida del predio por la calle Comodoro Rivadavia. La caminata está encabezada y acompañada por trabajadores del predio. Uno de ellos, antes de arrancar, advierte sobre la situación de “despidos y vaciamiento” que atraviesa cada área que trabaja políticas públicas de la memoria –durante las últimas semanas hubo una veintena de despidos en la Secretaría de Derechos Humanos y sitios de memoria–.

Cartografías lleva a los participantes por la vereda de la ESMA para narrar los intentos de Carlos Menem por demolerla y la resistencia de familiares de desaparecidos que lo impidieron. Los ubica frente al edificio 4 columnas para escuchar el trabajo de Kirchner en acuerdo con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para recuperar el lugar, camina por las calles que recorrieron les sobrevivientes junto al entonces presidente el 19 de marzo de 2004, oyen sobre la declaración del Museo Sitio de Memoria como patrimonio de la humanidad y reviven el pedido de perdón en nombre del Estado por las aberraciones allí cometidas, junto con el anuncio de que el lugar sería un Espacio de Memoria.

“Nuestro camino va a ser un viaje en el tiempo, no solo a ese 24 de marzo de 2004, sino también a lo que tuvo que pasar para que podamos estar hoy acá”, advirtió Sabrina Osowski, trabajadora de la Casa Nuestros Hijos, la sede de las Madres-Línea Fundadora en el predio. El objetivo, añadió, es “tratar de obtener herramientas para imaginar un futuro mejor”.

Los audios que llegan a través de la app del celular a los oídos de los participantes los obligan a compenetrarse con el entorno. Las voces de les participantes de cada momento verdaderamente los adentran en un viaje en el tiempo. Entonces se estremecen con la alegría de Miriam Lewin o Lila Pastoriza, sobrevivientes que recuerdan el regreso a la ESMA, y se emocionan con el discurso de Kirchner leído por un montón de voces que se amontonan. Violeta llevó a su hija, de 13, a la actividad. La niña está contenta. La mamá, conmovida: “Me quedo con la descripción de que el lugar sigue estando enrejado, con esa idea de que las rejas siguen separándolo del resto de la sociedad. Cruzar esas rejas, hoy, es una obligación, hay que conocer, hay que venir”, interpretó.

“Este lugar es un montón”, dijo Cristian, que hizo el recorrido con amigues y no puede seguir explicando a qué se refiere con ese “montón”. “La marcha de mañana no va a ser igual que las demás”, alcanza a asegurar.