“Hay libros que tienen 20 años ya, pero el último salió el año pasado, entonces también hay una evolución en el correr de estos títulos, en sus textos, en las imágenes, en la narrativa y sus intenciones, que si bien uno puede ver un reflejo bastante personal y arquetípico de mi forma de acercarme a la literatura infantil, también hay un cambio”, reflexiona Pablo Bernasconi. Penguin Random House comenzó a reeditar recientemente muchos de sus libros. En febrero comenzó con Bruja, el horrible y el libro rojo de los hechizos, La verdadera explicación, Miedoso y Recíproco y en abril seguirá con Diario del Capitán Arsenio, Excesos y exageraciones, Rebelión en Tortoni, Sueño del pequeño Capitán Arsenio y Mentiras y Moretones. Juntos conforman una suerte de “Bernasconi quintaesencial" que puede oficiar, también, de retrospectiva de su obra tras abandonar el periodismo gráfico.

“En muchos de los primeros libros, que hacía mucho que no miraba, hoy veo un desparpajo que hoy envidio, porque capaz tengo, pero no de forma tan casual”, confiesa. “Hay cosas que se fueron asentando de otra forma, la juventud, que hoy ya casi no tengo a mis 50 años, es algo que quizás esta reedición de libros me hace mirar y me hace replantear ciertas direcciones que tomé”. Desde luego, el ilustrador reconoce un refinamiento de su trabajo “hay una sofisticaciones de las imágenes, de la creación de personajes, el collage lo veo más pulido ahora, con directrices más osadas”, plantea.

En 20 años, además, el medio cambió muchísimo. Lo que antes era casi artesanal hoy naturalizó la intervención de la computadora o la fotografía digital, que abrió un abanico de recursos. “Hoy el acceso a esos materiales es más sencillo y creo que el collage se enriquece, con bastantes comillas, cuando mejoramos la materia prima”, considera. En el medio aparece la necesidad de balance por las características propias del collage. “Esa rusticidad, esa plasticidad, esa pegatina nos acerca siempre al humano, a lo espontáneo, que en los primeros libros era mucho más presente y quizás ahora uno lo ve más diluida, se la ve más velada frente al avance también de la computadora y la manipulación digital de las imágenes”, señala.

Aunque tiene obra para adultos (que se completa con las obras de su propia galería de arte en Bariloche), la mayoría de sus libros son considerados para las infancias. Bernasconi, sin embargo, afirma con frecuencia que él crea “para el vínculo entre padres e hijos”. Al respecto, asegura a Página/12 que considera “esencial” que “un adulto acompañe con placer la lectura de sus hijos, de sus sobrinos, de sus nietos”. “Ese es un recuerdo imborrable, y lo sé de primera mano porque tanto mis padres, mi mamá, mi papá, me leían de esa forma, que es la misma forma que yo le trasladé a mis hijos, y comprobé que es una de las mejores maneras de acercarlos a la literatura, no solo por placer, sino la literatura como una forma, como un método, como una manera de compartir saberes”.

Por eso, para Bernasconi “la condescendencia no es un camino a tomar” y que “de ninguna forma uno puede disminuir a propósito la sofisticación”. Quizás ahí haya una clave de la pregnancia de su obra. Eso, y cierta sensibilidad inasible más propia de la poesía. “Creo que la poesía es el recurso más amable y más perdurable para que un lector se acerque a nuestro material, de ese modo se siente igual de inteligente que nosotros”, coincide. “Mis libros van por ese criterio. Son de un acercamiento tangencial a los temas, de un acercamiento poético en donde la narrativa trata de estimular sentidos que a veces no son tan obvios”, agrega. “Me parece que la poesía es el camino más comprobadamente eficaz para esos estímulos. Y hoy que estamos sobre estimulados con material que sí subestima al público, me parece que la literatura infantil necesita correrse de ese plano y quedarse como un bastión de defensa de la inteligencia del otro y sobre todo de la inteligencia de los más chicos”.

Para Bernasconi, es fundamental “promover la curiosidad” a través del arte y el recurso poético. “La curiosidad se pone en movimiento sobre todo en la infancia, donde se est{a más permeable a todo y la curiosidad es un lugar que creo que se ha descuidado últimamente, sobre todo en las infancias, en detrimento de quitarle la atención como sea, de sacarlos del lugar de conflicto. Me parece que promover la curiosidad es lo que nos ha dado los mejores artistas, los mejores científicos, los mejores intelectuales, no solo en nuestro país, sino en todo el mundo. Promover manifestaciones culturales como libros, literatura o cine que no estén generalmente dentro de un molde, de una fórmula, es una de las maneras de estimular esa curiosidad”, analiza. “Las maneras del mercado son válidas también, pero termina desahuciando un poco la inteligencia, termina anegando formas nuevas de comunicar, de expresar y de establecer una norma en el mundo, que siempre el arte ha sido como punta de lanza. Por eso creo que la metáfora y la poesía son amables con la inteligencia del otro, pero también le piden mucho, y eso en este momento es toda una ofensa para el mercado”.

La era del like no colabora mucho, considera Bernasconi, que ve muchas disciplinas dominadas por la tentación de los “artistas de hinchada”, los que “necesitan cosechar adhesiones”, más que cierta sinceridad en su obra. “Me parece que es un lugar que se va llegando a medida que el artista le presta más atención a sus redes que a sus artes”, lamenta. Eso creo que es un signo de esta época y todos hemos caído alguna vez en él. Yo no estoy exento de eso, pero uno tiene que hacer un esfuerzo para correrse de ese lugar y respetar lo máximo posible el propio camino artístico que muchas veces dista del like de la gente”.

En ese sentido también aparece su obra adulta y ahí reconoce en los Leonard Cohen y los tres libros de poemas suyos que ilustró, un paso importante en su trabajo. “Él tiene una mirada muy madura, a pesar de que son textos viejos los que promovía, anteriores a internet, una mirada con templanza, muy sana y que nos haría muy bien los artistas”.

“Mi obra para adultos sigue siendo una continua experimentación de tonos, de formas, de filosofías, de contextos sobre los que me gusta indagar. Siempre ha sido así, conservo un tema o llego a un tema por algún tipo de afinidad y empiezo a explorar ese tema desde varias aristas que pueden involucrar la poesía o la imagen. Eso me sucedió con los retratos, ha sucedido con la obra de Cohen, ha sucedido con mis incursiones en la literatura, con el libro Finales y en la filosofía con el libro Bifocal. Incluso en el último que generé, que ya fue un híbrido, que fue El infinito, en donde luego durante varios años estuve estudiando el tema desde las matemáticas, la filosofía, la ciencia, la literatura, siempre desde el punto de la experimentación, de buscar alternativas discursivas y narrativas para explicar algo. Y en esto de explicar algo la poesía y que el arte son herramientas no solo maravillosas, sino también muy amables con el otro. Yo confío en eso”.