El arte, de manera creativa, sirve para plantear los conflictos que toca atravesar en cada época. Y post pandemia, en nuestro país las problemáticas de salud mental estallaron y quedaron a la vista cosas que antes se ocultaban o directamente se evitaba ver. Teatralmente, algo de eso se desarrolla en Todxs saltan. Están bien. Nadie mejora, una obra coral en la que, con tono de humor, se cuentan múltiples historias de desamor, angustias, negocios frustrados, incertidumbres y desesperanzas que surgen entre trabajadorxs de un call center de Atención al Suicida.

"Es la exigencia; el sentir que no llegás, que no podés, que estás cansado de todo esto", le dicen a El NO los actores Tomás Coxe y Victoria Sarchi, que en esta obra que está los sábados a las 22 en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636) representan a un productor de contenidos para redes y a una suicida que usa el servicio del call center. Sus personajes son los que pisan el límite, aunque a quienes los rodean también les pase algo parecido. "Eso de que no doy más, de que estoy cansado, quiero cambiar de vida o esto no me sirve más está en todos", señalan.

Para el director Andrés Binetti, pensarlo desde el humor "propone una disrupción con aquello que sería esperable respecto del tema", aunque aclara que "en rigor", no cree que sea una comedia. Coxe suma que tratarlo desde ese lugar lo aliviana un poco: "Creo que está en nosotros poner el peso en lo que estamos contando para que no quede en algo chabacano. Ese es el desafío más grande, hacer las cosas con verdad", se entusiasma.

La solemnidad de la temática presentada está vestida de arlequín, dándole carnadura a la máscara teatral del llanto y la risa en esta obra estrenada hace 10 años y reescrita para adaptar el texto original a los tiempos que corren. Reescritura que este año les permitió ganar el premio ARTEI a la producción de teatro independiente.

► El próximo tabú a romper

El tabú que representaba el sexo, tras los feminismos, las cuestiones de género y la ESI obligatoria en las escuelas, fue reemplazado por el tabú de la salud mental: de lo que no se habla (tanto como se debería, al menos), lo que avergüenza, lo que cuesta admitir pasó a ser la depresión, la angustia, los ataques de pánico. El mandato de estar siempre bien, la presión social por mostrar una vida idílica y de pura diversión aunque sea una fachada, genera consecuencias en la vida cotidiana.

"Estamos muy estimulados con las redes sociales, y hay algo de mucha positividad, tener que ser feliz, estar bien", reflexiona Sarchi. "Y hay momentos en los que uno está atravesando situaciones que no son gratas, o son tristes, que duelen o pesan. A veces no se puede estar bien. Se va a estar bien cuando eso se atraviese y termine. Esa presión por estar bien y mostrarse demasiado arriba es una pose", se planta.

La puesta en escena repone la estructura del call center con sus boxes y un espacio común central. Esa distribución permite la construcción de momentos en los que los personajes desarrollan los vínculos que articulan, como caleidoscopio, una obra hecha de microhistorias laborales y afectivas, desarrolladas en seis actos: una semana laboral y el desenlace -venturoso- de cada cual. Son nueve personajes y múltiples cruces, como un fractal narrativo, donde se tuerce el sendero individual al entrar en contacto con otrxs.

¿Cómo aconsejar o contener a alguien por problemas que tampoco tenemos claro cómo manejar en nuestras vidas? Binetti pensó la puesta para que los personajes trabajen de manera especular. "El no saber qué hacer (que debería ser un derecho de la juventud) se vuelve trágico en estos contextos", considera el director. "Lo mismo pasa con el personaje que se esfuerza por demás. ¡Se autoexplota! Creo que son dos dimensiones de una lógica actual que cada vez se torna más perversa. En ese sentido, la idea del coro complementa algo de este pequeño horror actual", explica Binetti.

Gentileza de prensa Todxs saltan. Están bien. Nadie mejora


► En carne propia

La grabación de los videos se proyecta en directo sobre una pantalla, y deja ver al público la transmisión y a la vez el "detrás de escena", una pequeña sátira a la alegría "espontánea" que se muestra en las redes sociales a ojos a los que no les interesa profundizar. Y que, muchas veces, ni siquiera representa a quienes bailan y saltan para la cámara. Todo está bien, pero nadie mejora. "Eso lo maneja muy bien Andrés", elogia Sarchi al director. "Tiene la inteligencia de mezclar un tema profundo, difícil de abordar, con humor y un código de actuación que nos permite, aún en esa oscuridad, jugar un montón y divertirnos con esos personajes", afirma la actriz.

Para el elenco, el trabajo para ponerle el cuerpo a estos personajes que rozan los límites de la existencia fue una búsqueda de referencias, personales y ajenas. Lxs especialistas aseguran que las problemáticas de salud mental nunca dependen de una sola causa, sino que son un conjunto de situaciones que -dependiendo de la personalidad de cada cual- decantan en diferentes posibilidades de resolución. Algunas son dramáticas: el suicidio se convirtió en la segunda causa de muerte entre niñxs entre 10 y 19 años, y afecta más a varones que mujeres por la presión cultural de "bancársela" en sociedades todavía patriarcales.

A Sarchi, por ejemplo, su personaje le pareció "súper rico" en su arco dramático, porque "encuentra un deseo, algo por lo que seguir", adelanta. "No necesité averiguar mucho sobre llegar a este límite porque lo he visto. Yo también he atravesado muchas veces esa sensación. No llego a esos extremos, pero sí he sentido que la vida me cuesta. Sé que va a pasar, y que voy a estar mejor, pero a veces no se ve la luz al final del túnel, y es comprensible", concede Sarchi, quien también escribe teatro.

Y cuenta una historia personal de sus veranos infantiles santafesinos: "El hijo de los vecinos de enfrente se había ahorcado. Y me acuerdo muy patente, porque uno no tiene tantos recuerdos de su infancia, que cuando lo contaban hasta hablaban más bajito. Era como un estigma, entre qué vergüenza y qué pena", comparte la actriz.

"Mi personaje parece que caga a pedos a todo el mundo, pero de repente le tocan una fibra sensible y ahí se arma la curva del personaje", dice Coxe. "Charlé con gente que trabaja en redes sociales para saber cómo se siente el día a día, pero en mi otro laburo yo también vivo con exigencias, presentaciones de cosas... Entonces también usé mi deseo, qué quiero ser yo, que a veces se coarta por la necesidad de hacer cosas para pagar el alquiler, por ejemplo", confiesa el actor. "La construcción del personaje vino de ahí, de una emoción física: cómo cargar esa angustia que de repente explota cuando te tocan una fibra sensible. 'Lo que me estás diciendo es una pelotudez'... 'Bueno, yo vivo de esa pelotudez'", ríe y concluye.


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