Desde Santiago

“Compartimos un país maravilloso y la herencia de muchas generaciones de chilenos que nunca claudicaron frente a la adversidad y supieron transformar la colonia más pobre de España en el país con mayor liderazgo y empuje de América Latina. Hace doscientos años conquistamos nuestra independencia, hoy es hora de conquistar la madurez de nuestro desarrollo”. Esta es la presentación que se puede leer en la página web del programa de Gobierno de Sebastián Piñera, el nuevo presidente electo de Chile y que ya estuvo en La Moneda entre 2010 y 2014. Una declaración marcada por las palabras pobreza y desarrollo, potente, ambiciosa, como todo en su vida, ya sea en el plano político y, por sobre todo, en lo económico-empresarial, donde sus negocios -que lo han llevado a amasar una de las principales fortunas de Chile- muchas veces han estado al límite o sobrepasado lo legal, correcto, ético y hasta moral.

Piñera es un tipo acostumbrado a ganar. El mismo reconoce que con su hermano José (ministro de Pinochet que reformó la ley laboral y creo las AFP) se agarraban a trompadas para ver quien ganaba. Ese carácter obsesivo e impulsivo lo lleva muchas veces actuar antes que pensar. Las “Piñericosas”, que son errores no forzados de palabras mal usadas o acciones mal ejecutadas, ya son parte de la historia política de Chile.

Dice que votó por el No en las elecciones que sacaron a Pinochet del poder, también asegura admirar al ex presidente Demócrata Cristiano Patricio Aylwin, fallecido en 2016 y cuya imagen usó en campaña. También se ha declarado hincha acérrimo de la Universidad Católica, y luego en 2009, durante la campaña que lo llevaría a La Moneda, se cambió sin problemas a Colo Colo, el equipo de fútbol más popular de Chile. Y no solo eso, lo compró al igual que adquirió un canal de televisión, una aerolínea y un sinfín de bienes, incluso algunos fantasmas, en ese afán por tenerlo todo. Pero no todo es malo, su obstinación también sirvió para insistir en el rescate de los 33 mineros atrapados en una mina en Atacama y que finalmente fueron sacados con vida.

Mucho se ha escrito del perfil empresarial del multimillonario, pero sin duda, el episodio más complejo es el denominado Banco de Talca, historia que partió el 28 de agosto de 1982, cuando el juez Luis Correa Bulo ordenó su arresto por defraudar a esa institución bancaria, según la sentencia Piñera había sido autor de infracciones a la Ley General de Bancos, a la vez que era cómplice por cargos de estafa contra accionistas minoritarios.

Según las investigaciones, la entidad tenía más de 200 millones de dólares prestados a empresas relacionadas, o sea, cinco veces su capital. Esto cuando la ley sólo permitía un límite máximo del 25 por ciento de sus reservas. Pero además, las sociedades relacionadas no necesariamente tenían existencia legal. En este sentido, según constató la indagatoria, el banco había otorgado créditos a sociedades fantasmas sin ningún tipo de garantía.

Por ello, Piñera debió fugarse durante 24 días para darles tiempo a sus abogados de preparar su defensa.

Según relató más tarde la ex ministra de Justicia de Augusto Pinochet, Mónica Madariaga, ella habría intercedido para que el ex mandatario fuese puesto en libertad por este caso.

Otros casos recordables son la elusión de impuestos a través de empresas zombis, la utilización de información privilegiada en la compra de acciones de LAN y el enfrentamiento con la actual alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei en el llamado caso Kyoto, que terminó por sepultar su candidatura presidencial a mediados de los noventa. Esto ocurrió en 1992 cuando Sebastián Piñera y Evelyn Matthei querían ganarse el derecho a ser candidatos de la derecha para enfrentar a Eduardo Frei. Entonces se divulgó una grabación telefónica clandestina entre Piñera y su amigo Pedro Pablo Díaz en la que le pedía influir en los mediadores de un futuro debate presidencial con el fin de disminuir la credibilidad de su competidora. La grabación fue difundida en vivo por las pantallas del entonces canal Megavisión.

Estos son solo algunos de los ejemplos que han acompañado a Piñera en los últimos 30 años, donde ha mezclado la política y los negocios, sin tapujos ni conflictos en su fuero interno.

A mediados del año pasado, un nuevo capítulo se sumó a esta lista negra luego que un portal digital informara que el empresario fue imputado en Argentina en el marco de la investigación de coimas pagadas por la aerolínea LAN. Según la indagación, el ilícito se produjo en 2006, año en que el ex mandatario era socio de la compañía. Esta investigación se abrió en 2010 cuando se revelaron los correos del diputado por el Frente para la Victoria, Jaime Manuel Vázquez, que evidenciaban que la aerolínea había pagado una “comisión” por 1.150.000 dólares por una consultoría falsa. Posteriormente, la compañía admitió el ilícito, por lo que debió cancelar 20 millones de dólares.

Además, en 2015 el ex presidente se vio involucrado en la investigación sobre el pago de facturas que efectuó Chilevisión en 2009 por servicios inexistentes a Aguas Andinas, Pampa Calichera, SQM y Asesorías Ilihue. El último dolor de cabeza para Piñera fue la inversión que Bancard, una de sus firmas, realizó en una pesquera peruana en pleno juicio marítimo ante La Haya entre Chile y ese país limítrofe.

Con la revelación se volvió a cuestionar a Piñera por su eterna relación de la política y los negocios, misma crítica que gatilló un primer fideicomiso ciego –inédito a la época– realizado en el contexto de la campaña presidencial que lo volvió mandatario de Chile.

A pesar de esto, son muchos los chilenos que ven en este empresario el ejemplo del éxito. En un país donde existe un miedo extremo a perder la pega (empleo), donde la derecha pinochetista instaló las bases de un consumismo enfermizo, donde el que tiene el auto del año o el televisor más grande, es un ganador, donde acercarse, parecerse o creer ser parte de la añosa elite poderosa, les da estatus y donde el color de la piel, cuna y barrio de origen, marca el destino de muchos, Piñera –“que tiene plata, por eso no va a robar si llega a La Moneda”–, ha surgido como el mesías capaz de crear miles de empleos, mejorar la economía –“porque el sabe de números”– y será el salvador del Chile de izquierda de “convertirse en Venezuela”.

Pero, quiénes son los adherentes de la derecha o, este caso de Piñera. Según un reportaje de La Tercera en base al cruce de los cómputos publicados por el Servicio Electoral (Servel), indica que Piñera registró sus mejores resultados en la Región Metropolitana en las comunas del sector oriente: Vitacura (76%), Lo Barnechea (77%) y Las Condes (71%), los sectores más ricos del país. Si a nivel nacional la centroderecha obtuvo cuatro veces mayor votación que el Frente Amplio (la tercera fuerza política chilena) en esas tres comunas la votación fue hasta 10 veces mayor. Otro fenómeno ocurre en la Región de La Araucanía, allí Chile Vamos (que aglutina a la derecha) obtiene 76 mil votos, mientras el FA llega a 12 mil.

El Mercurio agrega, tras desglosar los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) luego de la primera vuelta, que Piñera concentra su voto en personas mayores de 18 años y hasta los 44 años. En ese segmento obtiene un 48,3% de adhesión, mientras que el rango donde concita un menor apoyo es el de las personas de 55 años y más, pese a que el ex mandatario ha enfatizado en su discurso y sus propuestas la relevancia de los adultos mayores. De hecho, su esposa Cecilia Morel lidera el área programática denominada “envejecimiento positivo y pensiones”.

Por otra parte, el votante del ex mandatario es más urbano que rural. En el primero logra un 45% de los sufragios, ocho puntos más que en el sector rural.

Tal como ocurrió con su desempeño en las primarias presidenciales de julio, Piñera suma más apoyo en regiones que en la Región Metropolitana. En cuanto a la posición política que manifiesta su electorado, como es de esperar, la mayoría se declara de derecha. En ese segmento, Piñera tiene el 81% de los votos.

Aunque su mensaje se ha centrado en la clase media, de acuerdo a la estratificación económica, Piñera agrupa un mayor respaldo en el segmento ABC1. Ahí tiene 60% de los votos, mientras que en el C2 logra el 45% y en el C3, el 47%. En contraste, la mayor debilidad se encuentra en el segmento más bajo: el E. Aunque de todas formas tiene el mayor respaldo en ese grupo, solo capta al 28%.

Y como f Piñera su muñeca política no le tiembla para quedar bien con Dios y el diablo, también ha asegurado que no existe “ningún pecado” en haber participado en el “gobierno militar”.

Al ser consultado por los cómplices pasivos, término que él mismo popularizó durante su gobierno, Piñera respondió: “En nuestro país, muchos piensan que los únicos responsables de los graves y reiterados atropellos a los derechos humanos que ocurrieron durante el gobierno militar fueron los militares, y eso no es verdad… Hay otras personas e instituciones que también tienen responsabilidad”

Piñera que ha sido llamado el Macri o el Trump chileno, gobernará Chile por cuatro años a partir de marzo de 2018. Está por verse si seguirá avanzando en las reformas sociales y económicas que demanda Chile como el matrimonio igualitario con la posibilidad de adoptar o la educación gratuita de calidad o, igual que en su primer gobierno, las marchas en las calles y las protestas serán pan de cada día.