Habría que comenzar todo de nuevo. Al menos, lo que está en nuestras manos. Trabajo monumental y apasionante, la historia del arte tendría que ser reescrita. Si la historia la escriben los que ganan, la historia del arte se configuró como una narrativa en la que sólo tuvieron espacio los varones. No todos, tampoco. Los blancos, los europeos, los ricos y los burgueses. Las mujeres y los artistas del “tercer mundo” --también cuantificados en relación a ellos, siempre los primeros-- quedaron silenciados, ocultados, negados.

Paola Vega, artista plástica e historiadora, empezó a armar parte de esa cartografía en su primer libro Las Promesas. Una mujer, una artista, una académica reconstruyendo la genealogía para empezar a poner las cosas en su lugar, para configurar todo el mapa silenciado por la historia: las mujeres pintoras. Tan difícil es reconstruir y quitar velos, que la misma artista, en el siglo XXI, se encontró con dilemas: “Por mucho tiempo renegué de mi formación académica pensando que me había quitado tiempo para pintar, hasta que entendí que era parte de mí. Hoy sé que la Historia me acompaña como pintora, y que leo e investigo con ojos de pintora.”

Yente

Obligadas durante siglos a ser catalogadas, obligadas por otros a asumir una identidad que quedaba ligada a la función que ellos nos asignaban: madre, santa, profesional o puta. Y todas excluyentes. Las promesas, una investigación sobre archivos fotográficos de mujeres artistas argentinas desde principios de siglo XX hasta la década del 60, es un paso adelante. Necesario y reconfortante. En el libro se recopilan imágenes de 85 artistas, en su mayoría históricas, muchas de ellas desconocidas, otras olvidadas, y algunas sí reconocidas. Es una pesquisa que la autora realiza desde hace unos siete años y que ha tomado diversos formatos de obra, como diapositivas, video, que han sido exhibidos en muestras en el país y en el exterior, trabajo que refuerza a través de difusión por redes sociales.

Cuenta la investigadora en el prólogo: “No es una tarea fácil. Aún cuesta obtener fotos de artistas mujeres históricas argentinas. De las más conocidas como Lola Mora, o Raquel Forner, hay muchas. Aquellas que tuvieron la suerte de que sus familiar preservaran sus obras, sus archivos --como Sarah Grilo, Yente, Lidy Prati-- pueden ubicarse con cierta facilidad y sus herederos son muy amables. Pero hay un grupo importante que no es fácil ubicar, como si se las hubiese tragado la tierra. Aparecen sus nombres enlistados de muestras y salones, pero luego no hay más registros ni en archivos públicos, ni en privados, ni sus nombres son recordados por testimonios de la época.”

Andreé Moch

Artistas como Sotera Terry, Carmen Souza Brazuna, María Laura Schiavoni, Cristina Hopfer, Dignora Pastorello, entre otras, figuran en listados de la época, inclusive algunas de sus obras forman parte de colecciones de museos, indicios para advertir lo activas que fueron en su época. Los retratos, en blanco y negro, muestran a las artistas en diferentes situaciones. Ana Sokol en su peluquería-taller en 1971, Yente pintando el año en que inicia en la abstracción en 1937, Mariette Lidy dibujando con modelo vivo en su estudio en 1946, Emilia Bertolé en su atelier, Nélida Puerta en un retrato de 1944, Josefina Robirosa mirando fresca y desafiante al lente en 1964, Lucrecia Rosenberg con su mameluco de escultora trabajando en su taller tucumano en 1971, Leónie Matthis, Graciela Carnevale, Elena Tarasido, Aída Carballo, Irene Saderman, Mildred Burton, por nombrar algunas muchas.

Escribe Paola Vega en Las Promesas: “Este libro surge de la sencilla idea de hacer visible a un grupo de mujeres artistas históricas de nuestro país. Ver sus rostros, sus expresiones, que ellas aparezcan en escena, en sus ateliers, trabajando, en algún viaje, en alguna reunión, simplemente un registro fotográfico que dé cuenta de su persona. Que sus nombres circulen, que sirva para difundirlos, que sea una pequeña pista inicial para buscar más información sobre ellas. Es un homenaje a todas aquellas que por haber estado, hoy hacen que nosotras estemos aquí”.

Ana Sokol

Paola Vega, como buena historiadora, experimenta el trabajo colectivo también como artista. Junto a Ad Minolti, fundaron el grupo PintorAs, colectivo de dieciséis artistas mujeres, cuyo trabajo explora los límites y las posibilidades de la pintura como dispositivo. El colectivo, nacido en el 2007 y cuya vigencia sigue activa, une la acción pictórica a la resistencia política. Junto a Vega y Minolti el colectivo está compuesto por Diana Aisenberg, Carla Bertone, Florencia Bohtlingk, Claudia del Río, Verónica di Toro, Silvia Gurfein, Gachi Hasper, María Ibañez Lago, Catalina León, Mariana López, Valeria Maculan, Ad Minoliti, Déborah Pruden, Inés Raiteri y Leila Tschopp.

Las promesas de Paola Vega es un soplo cálido que se nos ofrece a las mujeres una voz y un cuerpo, es decir, presencia, en las narrativas y en las prácticas de la historia.