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Viernes, 15 de abril de 2016

VIOLENCIAS

Paren la mano

En la Semana Internacional Contra el Acoso Callejero, varias acciones visibilizaron la gravedad de un problema que tabica el derecho de las mujeres a transitar con libertad y despreocupadamente el espacio público. Este año, la campaña también hizo foco en una encuesta y en el acoso callejero a la comunidad Lgbtti, para cuestionar esas relaciones desiguales de poder que siguen alimentando al monstruo de la violencia sexista mientras las políticas públicas para erradicarlo brillan por su ausencia.

 Por Roxana Sandá

“María y Soledad no pueden ir de la mano por la calle. Decenas de desconocidos les susurran sus fantasías sexuales todos los días en la vía pública. Eso es acoso callejero. No permitamos que la violencia y el sexismo dominen nuestra sociedad.” La frase, una descripción apretada del concierto de pulsiones testiculares que chorrean a diario, corresponde a la campaña de Acción Respeto en la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, y que este año hizo especial foco sobre el acoso hacia la comunidad Lgbtti, “para crear conciencia sobre las situaciones que padece”, difundieron en un comunicado.

“Más de 30 países se reunieron en esta edición, lo que nos dio buena pauta de que el acoso callejero es un problema de violencia de género a nivel mundial”, dice una de las coordinadoras de la campaña, Juliana Santarosa Cobos. Sumado a que el 100 por ciento de las mujeres sufrió episodios de acoso callejero de una o varias formas, según la última encuesta de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), “y las decenas de testimonios que nos llegan a diario, no cabe duda de que el acoso callejero nos afecta a todas por ser mujeres y por existir en el espacio público, que todavía se nos manifiesta como inseguro, ajeno, riesgoso, hostil y donde no hay igualdad, libertad ni respeto para las mujeres ni para la comunidad Lgbtti.”

La campaña logró visibilizar diferentes facetas del acoso callejero, los mecanismos que entran en juego en esas circunstancias y las justificaciones que lo sostienen, y al mismo tiempo dio aire a las voces de lxs que sufren esta forma de violencia. “Para mostrar cómo socialmente, a través de reacciones, frases y prejuicios, promovemos y perpetuamos una costumbre cultural agresiva y sexista que afecta y perjudica a una porción muy grande de la misma sociedad”, explicaron. ¿Qué frase te quedó grabada en la cabeza? ¿Por qué? ¿Qué situación te chocó/asustó? ¿Por qué creés que es necesario que se hable del tema?, fueron algunas de las preguntas que obtuvieron respuestas concretas y descarnadas.

“Qué linda conchita tenés. Eso me dijo mi tío (40 años) mientras me manoseaba. Yo tenía 5 años. Hoy a mis casi 21 lo recuerdo como si hubiese sido ayer… Basta de abuso. Mujeres y niños merecemos respeto”, relató una de las mujeres que volcaron al papel lo que les devoró la cabeza por años y nunca se habían animado a revelar. Todo lo que se escribió en estos días vislumbra la desesperación por arrancarse aquello que enmudeció por décadas como una baba tóxica. “Tenía 15 años, volvía del colegio, un hombre en bici pasó y me manoseó el culo! Quiero caminar sin ser abusada!”.

Las acciones se replicaron en el hashtag #ParemosElAcosoCallejero y en la exposición compartida del informe “Paremos el Acoso Callejero. Encuesta sobre acoso callejero en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, que elaboró MuMaLá junto con el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci), y al que asistieron Acción Respeto, la diputada Victoria Donda, integrantes del Movimiento Libres del Sur y concejalas de Neuquén.

En el estudio, todas las mujeres encuestadas señalaron que atravesaron alguna situación de acoso en la vía pública durante su vida. El 70 por ciento soportó comentarios sobre su apariencia física y un 84 se agobió con bocinazos y/o silbidos, entre las situaciones más frecuentes. El 51 por ciento de las mujeres recibió comentarios sexistas y a un 59 por ciento les hicieron gestos vulgares, mientras que un 50 por ciento escuchó comentarios sexuales explícitos y el 45 por ciento afirma ser insultado o soportar insultos habitualmente.

Las persecuciones también formaron parte del paisaje ordinario en la Ciudad, con un 47 por ciento de mujeres que advirtió haber sido seguida por un hombre en alguna ocasión, y el 37 por ciento estuvo expuesto a un individuo “que se desnudaba o mostraba sus partes privadas frente a ellas, con actitud sexual”. El 32 por ciento de las encuestadas relataron que en algún momento de sus vidas, un hombre obstruyó su paso en forma intencional en algún espacio público, y un 29 por ciento fueron “tocadas o agarradas en la calle, con intenciones sexuales”. El 27 por ciento de las mujeres soportaron alguna vez que se masturben frente a ellas en la vía pública. Por último, un 13 por ciento afirmó haber sido atacada físicamente por un hombre en la calle al menos una vez en su vida. Cuando se les preguntó sobre la edad en que comenzaron a padecer estas situaciones, todas mencionaron de los 9 a los 22 años como las etapas del sufrimiento.

Sobre las prácticas que modifican en sus vidas para evitar esas situaciones de acoso, el 100 por ciento reconoció encarar diferentes estrategias para sentirse más seguras, un 87 por ciento dijo evitar lugares oscuros o con poca gente y el 74 por ciento tomó el hábito de cruzar de vereda para evitar situaciones de acoso.

Desde 2015 existen por lo menos cuatro proyectos de ley en la Cámara de Diputados. Proponen, en líneas generales, la tipificación del acoso callejero o acoso sexual callejero como delito, lo que conllevaría a incluirlo en el Código Penal -artículo 129 bis-. Establecen responsabilidades desde el Estado y diferentes ministerios, multan pecuniariamente los episodios de acoso callejero y le dan entidad como una forma de violencia que hasta hace poco era romantizada y normalizada. Santarosa Cobos sostiene “la necesidad absoluta” de que desde el Estado se deje claro a la población que una conducta es inaceptable y que será pasible de ser penada por ley. “Significa un cese a la impunidad de la que goza la gran mayoría de quienes acosan en los espacios públicos y la visibilización de la práctica violenta del acoso callejero. Nuestras expectativas son muy positivas porque notamos que la temática se ha logrado instalar en la agenda pública, y que se haya receptado en proyectos de ley nos muestra que vamos bien encaminadas, apostando siempre a la educación, la concientización y a poder vivir en condiciones de igualdad.”

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