La semana pasada la CGT dio a conocer un documento de trece páginas denominado “Agenda para un Nuevo Contrato Social – Argentina, hacia un país con Desarrollo, Producción y Trabajo”. El documento constituye el primer intento de actualización programática del movimiento nacional, después de la derrota electoral del año 2023, significativamente presentado por las organizaciones que representan gremialmente a la clase trabajadora.

La mera descripción del mismo manifiesta su importancia y trascendencia política. Pese a ello no han aparecido en los medios de comunicación (desde la prensa gráfica a las redes y publicaciones digitales) comentarios o análisis que se hagan eco del planteo del movimiento obrero.

Trataremos de subsanar esa deficiencia.

El documento se inicia con una legítima reafirmación de “nuestro derecho a participar en la discusión y el diseño de la sociedad a la que aspiramos”. En una Argentina donde nuestro futuro parecería depender tan solo de la voluntad plutocrática, de las necesidades del capital financiero y de la ampliación de la tasa de ganancia del empresariado transnacionalizado, plantear el derecho de la clase trabajadora a participar en la discusión política y económica tiene un efecto altamente transgresor. El objetivo, sostienene el documento, es “avanzar hacia una agenda de diálogo para una Argentina del Desarrollo, la Producción y el Trabajo, solidaria, inclusiva y con igualdad de oportunidades”.

Y a partir de allí presenta sus propuestas programáticas, divididas en 17 capítulos: Trabajo, Educación, Salud, Política Industrial, Seguridad Social, Política Internacional, Defensa Nacional, Política Energética, Protección del Medio Ambiente, Transporte, Sistema Financiero, Reforma Tributaria, Comercio Exterior e Interior, Coparticipación Federal, Combate a la Pobreza e Indigencia, Seguridad y Vivienda. Como se ve un programa de gobierno completo.

No vamos a tocar acá cada uno de esos capítulos por razones de espacio y brevedad periodística, sino aquellos que, por su naturaleza o por su autoría, merecen una especial atención.

El primer capítulo, Trabajo, tiene una relevancia especial ya que es la opinión del sector objeto de esa política, por un lado, y se trata de un tema –la llamada reforma laboral- que el gobierno plutocrático ha convertido en nave insignia.

El documento afirma: “… avanzar hacia una legislación laboral adecuada a las características de la sociedad actual con sus nuevos derechos, que contemple los paradigmas tecnológicos y la capacitación técnica que demanda, afirmando a su vez los Convenio Colectivos por actividad como herramienta indispensable para ese cambio. Un régimen laboral moderno que no lesione los derechos conquistados por los trabajadores argentinos”.

En primer lugar, el movimiento obrero no rechaza discutir una legislación laboral que, como resultado de diversos adelantos tecnológicos, de nuevas situaciones laborales, de la aparición y normalización del trabajo en la casa (el llamado home office), etc. ha quedado parcialmente envejecida. Y al hacerlo se planta en la discusión poniendo las condiciones imprescindibles para que esa modernización legislativa no signifique mayores márgenes de explotación y un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores: Un régimen laboral moderno que no lesione los derechos conquistados por los trabajadores argentinos”. La garantía de ello es, a juicio de la central obrera, el libre funcionamiento de los Convenios Colectivos por actividad.

He leído por ahí una crítica a este punto, con el peregrino argumento de que le reconoce al gobierno la necesidad de una “reforma laboral”. Es por lo menos curiosa la crítica, habida cuenta de que algo parecido expuso la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en su carta del mes de febrero de este año, sin que en su propuesta se mencionase la participación de los trabajadores en esa discusión y creo ser el único que mencionó críticamente esa ausencia.[1]

Otro punto importante en el tema Trabajo es el de las inspecciones de los lugares de trabajo. Sobre eso se sostiene: “Reforma del sistema integrado de inspección a fin de garantizar avances en materia de precariedad e incumplimientos laborales. Considerar a las organizaciones sindicales como estructura de participación en materia inspectora, en caso de que se las faculte legalmente”. En un estado donde alternativamente rigen criterios políticos que tienden a soslayar los derechos de los trabajadores, la presencia del movimiento obrero en el poder de policía laboral resulta necesaria e inevitable.

En Educación, además de ratificar el carácter democrático de la educación pública, la CGT asume también aquí nuevos derechos surgidos de la lucha popular a lo largo de los últimos 40 años: “… respetando la interculturalidad, la igualdad de oportunidades y la equidad de género”. Que el movimiento obrero se ponga a la cabeza no solo de la defensa de sus afiliados, sino también de las reivindicaciones democráticas del conjunto de la ciudadanía, no hace sino resaltar el papel decisivo que las organizaciones obreras tienen en la restauración de la Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Es en materia de Política Industrial donde la propuesta cegetista adquiere una significativa puntualización del eje central de nuestro retroceso:

Desarrollo de nuestras industrias estratégicas. Modernización y ampliación de nuestra matriz productiva (hoy fuertemente primarizada y extranjerizada) con innovación tecnológica integral”. (…)

“Fortalecer el desarrollo agropecuario, agroindustrial y ganadero de vanguardia, productivo y sustentable”.

Esto pone a la CGT a la cabeza de un programa industrializador, modernizador y de innovación tecnológica, sin descuidar al sector agrario, al que incorpora al esfuerzo industrial. Pero no termina ahí la propuesta que, insisto, es el punto nodal de nuestro futuro:

“Un nuevo marco de fomento para la actividad pesquera, bajo criterios de pesca responsable y sustentable, con decidido combate a la evasión fiscal, la baja registración y la alta precarización laboral”.

Minería: ampliación de opciones de inversión, con explotación equilibrada dentro de los parámetros ambientales internacionalmente aceptados, con fiscalización estatal”.

Investigación en las industrias del futuro: biotecnología, nanotecnología, genómica, inteligencia artificial y economía del conocimiento”.

Con una superficie marítima superior a los 6 millones y medio de kilómetros cuadrados, la precariedad de la industria pesquera argentina es uno de los síntomas de su estancamiento. Y esa precariedad se despliega sobre los trabajadores del sector, cuestión de la que la propuesta cegetista se hace cargo.

Ocurre igual con la minería, que se ha convertido casi en una mala palabra para algunos sectores. Un programa de reindustrialización debe implicar necesariamente el desarrollo minero, tanto para el propio proceso de industrial como para la también necesaria diversificación de nuestras exportaciones.

Y, por supuesto, la puesta en funciones productivas de nuestra gran capacidad científico-tecnológica a través de todas esas industrias que el documento caracteriza como “del futuro”, aunque cada día son más del imperioso presente.

Pese a que el documento, como he dicho, se despliega a lo largo de 17 capítulos, todos ellos de gran precisión y coherencia, quiero terminar con la mención de dos ítems de los que la CGT, con todo derecho, también se hace cargo: Política Internacional y Defensa Nacional.

La Política Internacional propuesta por el movimiento obrero comienza con una serie de puntos que deberían ser una política de estado.

“Integración internacional basada en la multilateralidad”. El movimiento obrero argentino asume la herencia de la política tercerista del peronismo en las condiciones de la configuración presente del mundo y sus sistema de fuerzas y poderes. La multilateralidad es hoy un sinónimo de paz mundial y de crecimiento y desarrollo independiente de los pueblos y las naciones.

Aumentar el intercambio comercial y tecnológico con todos los bloques económicos afines, con acuerdos estratégicos”. Esto, que forma parte esencial de una política nacional soberana y que, por otra parte, ha sido característico del peronismo, parecería haber empalidecido en los tiempos que corren. La CGT lo pone en el centro de su programa asumiendo las mejores tradiciones nacionales en materia de política exterior.

“Estrategia de Defensa Nacional, orientada a la defensa de la soberanía continental y nuestros recursos naturales”. Su sola lectura exime de todo comentario, aunque en la Argentina de Milei eso sea un tema tabú.

Y por último, la CGT plantea en esta materia un tema decisivo. “El MERCOSUR como bloque económico prioritario”. Y sobre esto tiene mucho que aportar el movimiento obrero. Las relaciones y contactos entre el movimiento sindical de cada uno de los países del Mercosur, así como la tendencia a homogeneizar las condiciones laborales en los distintos miembros, son tareas que desde hace tiempo la CGT y los distintos gremios han venido conversando.

Como resultado de estos criterios la CGT ofrece los siguientes puntos en materia de Defensa Nacional:

“Revitalizar nuestra industria nacional de defensa, incorporando e invirtiendo en tecnología y equipamiento”.

“Programa de inversión y fortalecimiento de nuestras Fuerzas Armadas, consistente con un programa estratégico de defensa nacional”

“Priorizar el resguardo de nuestros recursos naturales, integridad territorial y custodia de nuestra soberanía”.

Malvinas como como causa nacional, con su proyección geopolítica sobre el Atlántico Sur y sobre el territorio antártico”.

Impulso activo de investigaciones, proyectos y bases –prioritariamente las anteriores a la firma del Tratado Antártico- incorporando mejoras logísticas y técnicas”.

Ushuaia como puerta de entrada a las Antártida”.

Como se puede observar, la CGT se pone al hombro un verdadero programa de recuperación nacional de las FF.AA. y de la Defensa. No hay aquí meras reivindicaciones económicas gremiales. Hay un programa de transformación de este presente de estancamiento y retroceso de nuestra economía y del sistema de derechos sociales conquistados, que implica a todos las áreas de gobierno.

Es por lo menos extraño, que esta propuesta programática no haya tenido la repercusión y el eco por parte de la política que se merece. La CGT, el histórico movimiento obrero organizado se ha puesto a la cabeza de la oposición política, económica y social del régimen plutocrático y propone una alternativa que debería ser bandera de lucha en las sucesivas elecciones. Pero, además, con la masividad de sus organizaciones ofrece una base social de sostén y defensa de esas políticas.

Es imperioso que el conjunto de la militancia peronista y nacional lea, conozca, discuta y difunda esta propuesta. Es mentira que no sepamos qué hacer. Se trata solo de animarnos a hacerlo.


[1] 10. Resulta ineludible discutir seriamente un plan de actualización laboral que brinde respuestas a las nuevas formas de relaciones laborales surgidas a la luz de los avances tecnológicos y de una pandemia que trastocó todos y cada uno de los ámbitos de la vida de las personas. Teletrabajo y plataformas digitales, que intermedian entre oferta y demanda, son algunas de las modalidades que se deben amparar normativamente. Sin embargo, las formas de contratación laboral ya incluidas en nuestro sistema legal también deben ser revisadas, mediante la actualización de los convenios colectivos de trabajo -muchos de los cuales datan de décadas atrás- teniendo en cuenta las nuevas realidades antes mencionadas. Estas actualizaciones deben respetar los derechos conquistados por los trabajadores, pero también deben realizarse bajo el concepto de que una vez consagrados, los derechos acarrean obligaciones que deben cumplirse. De lo contrario, el ejercicio de un derecho sin el cumplimiento de sus obligaciones correlativas, no es más ni menos que un privilegio. (Carta de CFK, del 14 de febrero de 2024)