Al frente de una banda nutrida y versátil, que combina generaciones, geografías y tendencias, además de sostener viejas lealtades y propiciar nuevos encuentros, Mike Stern regresa a la Argentina. Un esperado reencuentro entre uno de los héroes de la guitarra de las últimas décadas, que entre el jazz, el rock, el blues y el funky ha sabido forjar un estilo propio, y un público que desde hace décadas acompaña sus aventuras con fervor y esa forma de mundana devoción que despierta la buena música. El viernes 1° y el miércoles 6 de marzo, Stern actuará en Café Berlín (San Martín 6656, en el barrio de Villa Devoto), ambos días con dobles funciones. Con él estarán Bob Franceschini, notable saxofonista neoyorkino, y Leni Stern, esposa de Mike, guitarrista, compositora y ejecutante de ngoni, un instrumento de origen africano asimilable a un laud con siete cuerdas. También los locales Javier Malosetti en bajo, Juan Chiavasa en batería y Leo Genovese en teclados.

“Estoy muy emocionado por volver a Buenos Aires y poder tocar con esta banda, que para mí tiene partes conocidas y otras por descubrir”, dice Stern en contacto con Página/12. Además de Bob y Leni, conozco muy bien a Juan (Chiavassa), con quien toco a menudo y es fantástico y, por supuesto, a Leo (Genovese) que es un tecladista brillante. También me entusiasma tocar con Javier (Malosetti), con quien nunca toqué pero me dieron referencias increíbles de él”, continua el guitarrista, que en esta gira actuará además en Rosario (sábado 2), Córdoba (domingo 3), Cipoletti (miércoles 6), Mendoza (sábado 9) y Mar del Plata (lunes 11). En el medio el martes 5 tocará en la Sala Zitarrosa de Montevideo y el viernes 8 en el Teatro Oriente, de Santiago de Chile.

Pasaron varios años de la última visita de Stern, que después de un insólito accidente –en 2016 se lesionó los dos brazos al caerse en un pozo caminando frente a su casa, en Nueva York– tuvo una rehabilitación casi milagrosa, que le permitió volver a las giras y las grabaciones. Siempre dispuesto al diálogo musical y las fusiones, el guitarrista dice espera lo mejor de la banda que armó para esta gira. “Son simplemente músicos maravillosos. Todos tienen muchas ideas diferentes y mentes muy abiertas, así que será muy divertido escucharlos tocar mi música y la de Leni”, comenta Stern. “Las diferencias generacionales no importan; al contrario, son muy útiles. La música conecta mucho”.

–Sos de una generación que hoy es considerada de maestros. ¿Qué te interesa de las nuevas generaciones de músicos?

–Siempre estoy muy interesado en los músicos jóvenes. Hay muchos que son realmente increíbles. Los que más me gustan son los que entienden y aprenden de la música que les precedió, porque así desarrollan sus raíces y desde ahí pueden encontrar cosas nuevas con más seguridad. Y eso es hermoso. Por otro lado, hay muchos músicos que ya no están vivos pero su música sigue sonando totalmente fresca. Entonces, ahí entendés que no es una cuestión generacional sino de cómo las distintas generaciones se van encadenando. Es importante aprender todo lo posible sobre lo que querés tocar para después tocarlo con todo tu corazón. De eso se trata el jazz para mí.

–Rock, blues y jazz siempre han sido los elementos de tu música. ¿Qué proporciones utilizás hoy para preparar esa mezcla?

–No pienso en términos de proporciones. Creo que siempre tuve una mentalidad bastante abierta respecto a la música y no me importan especialmente las categorías. Naturalmente, tengo influencias, que se manifiestan de distintas maneras. A veces aparecen las influencias de jazz más tradicional, a veces de músicos de rock más tradicionales. Pero siempre está el blues, que lo une todo. Entonces, la música que toco y la música que escribo se balancea entre cosas muy variadas, y es porque me gustan y siento propios muchos estilos de música.

–Últimamente grabaste con Jeff Lorber, lo que podría considerarse un claro ejemplo de “fusión”. ¿Hacia dónde crees que va esa idea en el jazz actual?

– El disco es Mike Stern & Jeff Lorber Fusion, que es el nombre de la banda de Jeff, que es realmente un buen músico y creo que hizo un muy buen trabajo también de producción, con música de ambos. Pero no me gusta particularmente el rótulo música fusión, prefiero pensar en música hecha con información de diferentes estilos. De alguna manera, el jazz es por definición una música de fusión. Incluso en su modo más puro, el jazz es fusión al ser una mezcla de ritmos africanos y armonías europeas. Hago una simplificación, claro, pero es evidente que la música siempre se nutrió de la combinación de diferentes estilos. Así que etiquetar una música como “fusión” en el fondo no explica nada. La música es sólo música. Si te conmueve y te llega al corazón, es la música que te gusta. Si no te gusta, escuchás otra cosa. Hoy en día hay demasiadas etiquetas para la música. ¡Todos intentan poner todo en una caja! Y eso no es bueno para la creatividad.

–El disco ya no es un objeto tangible y ahora circula virtualmente en plataformas por la web. ¿Cómo afectó este cambio a tu pensamiento musical?

–Posiblemente me afecta más como oyente que como músico. Cuando compongo no pienso en eso y escucho música siempre que puedo, como hice toda mi vida. De todas maneras, es evidente que todo ha cambiado, desde la época en la que había discos de vinilo y más tarde llegó el CD. Pero más allá del soporte, la música aún se puede escuchar y eso es lo importante. Por supuesto que extraño los viejos tiempos en que uno iba a las tiendas de discos y de CD, pasaba horas eligiendo discos y salía con algo en la mano, que se podía guardar y que, principalmente, tenía un arte de tapa y una ficha en la que estaba la información sobre el disco y el nombre de todos los que trabajaron. Pero bueno, los tiempos cambian siempre y ahora nos toca vivir la época del streaming, lo importante, insisto, es poder escuchar música, sea cual sea el medio.

Encuentros e inspiraciones

A los 71 años, Stern es un sonido particular, lo que para un músico es poco menos que su huella digital, aplicado a un idioma propio. Su música parte de una combinación personal que es el resultado de estudiar a fondo las posibilidades técnicas de la Fender Telecaster y probar el aditivo de los pedales, pero sobre todo de una actitud asumida desde las contingencias del encuentro y el intercambio, desde tiempos en los que la idea de “buena música” se nutría de la falta de prejuicios. Blood, Sweat & Tears, Yellowjackets, Jaco Pastorius, Michael y Andy Brecker, Billy Cobham, John Abercrombie y David Sanborn son algunos de los nombres que marcan una trayectoria que incluso en su etapa solista –que ya dio más de 15 discos– está hecha de innumerables colaboraciones.

Definitivo en este sentido resultó el encuentro con Miles Davis, en épocas en las que el gran trompetista regresaba a los escenarios después de un largo silencio. “Miles fue y sigue siendo una gran influencia para mí, una inspiración inagotable. Era un líder silencioso, con más gestos que palabras, pero de ideas muy poderosas que me marcaron para siempre”, recuerda Stern. Pasó cuatro años en la banda de Miles, con quien además de numerosas presentaciones en vivo grabó The Man with the Horn (1981), We Want Miles (1982) y Star People (1983). “También la pasé muy bien tocando con Jaco Pastorius y con Michael Brecker, y todavía toco con Randy Brecker cada vez que puedo, sólo por nombrar algunos de los músicos realmente geniales con los que he tenido la suerte de cruzarme” agrega el guitarrista. “Son muchos los músicos que todavía hoy me inspiran, ¡la música de mi esposa Leny me inspira mucho!”, enfatiza. “También la banda con la que voy a tocar en la Argentina es un gran motivo de inspiración”, concluye.

Después de Neesh (1983), su primer disco solista, Stern prolongó el sueño de grabar su propia música, con Upside Downside, con la colaboración de Jaco Pastorius en bajo y los saxofonistas David Sanborn y Bob Berg. Un trabajo impecable y enérgico que lo colocó enseguida entre los elegidos de lo que por entonces con gran energía ampliaba las fronteras del jazz en nombre de la fusión. En Time in Place (1988) participan Peter Erskine en batería, Jim Beard en teclados, Jeff Andrews en bajo, Don Alias en percusión y Don Grolnick en órgano. Siguió Jigsaw, un año después, con Bob Berg, Dennis Chambers en batería y Lincoln Goines, en bajo, músicos con los que tocó hasta entrada la década del ’90, antes de Standards –And Other Songs–, considerado su mejor disco. Ese mismo año fue proclamado “Mejor guitarrista del año” por la revista Guitar Player.

Desde entonces Stern es un músico de referencia y cada trabajo suyo – Is What It Is y Between the Lines fueron nominados a los premios Grammy en 1994 y 1996– constituyó un evento en sí. “En esta época estoy terminando un nuevo disco, que seguramente estará listo para mediados de septiembre”, cuenta Stern. Y al nombrar algunos de los invitados, como Richard Bona, Dennis Chambers, Antonio Sánchez, revela la idea de otro trabajo de sonido abierto y variedad estilística. "Estoy muy contento con lo que está saliendo, porque en cada sesión de grabación pasó lo que tenía pasar: la música fluyó en el estudio, de manera que los invitados pudieron dar lo mejor de sí”.