Evan Seinfeld, cantante y bajista de Biohazard, está en este momento frente al Zoom. Mientras llueve en Buenos Aires, al otro lado de la cámara el sol sonríe. Brilla tanto sus que sus rayos rebotan en una estatua de Buda plantada en una esquina del living. Esa contemplación, que linda con el deseo, se rompe cuando el músico neoyorquino comienza a hablar en español. Uno torpe y elemental, que, a manera de referencia, evoca al de Tiro Loco McGraw, el caballo antropomórfico que protagonizó el vetusto y homónimo dibujito animado. De entrada, pide disculpas y advierte que a veces no puede expresarse como quisiera porque aún se le dificulta encontrar las palabras adecuadas. Si bien comenzó estudiando con una profesora una hora y media todos los días, dice que le costó aprender “cosas pequeñas”. Por eso aprovecha las entrevistas para practicarlo. Y cuando se traba, apela por el espanglish.

Esa limitación idiomática cambia la dinámica de la entrevista, porque lleva al artista a tener el control del tête-à-tête. Más que comprenderlo como una azarosa imposición, soltar el volante se termina convirtiendo en un sorprendente viaje hacia el existencialismo sartreano. Sin embargo, lo que en realidad convoca a este encuentro es el regreso a la capital argentina de la formación original de la banda que comanda. Este icono del hardcore y del rap metal parido en los '90 volverá a subirse a un escenario porteño el domingo 28 de abril, a las 21, en Teatro Vorterix. En mayo de 2023, el frontman, los guitarristas Billy Graziadei y Bobby Hambe, y el baterista Danny Schuler se juntaron, por primera vez en 12 años, en el Milwaukee Metal Fest, lo que decantó en un documental, un nuevo disco de estudio y la gira que los reencuentra con esta ciudad.

“Con Biohazard visitamos Buenos Aires en varias ocasiones, pero la primera fue la más fuerte”, destaca Seinfeld. “En el año '91, tocamos dos veces en el estadio Obras con Bad Religion. Recuerdo un montón de cosas, muchas historias increíbles que aún siguen presentes en mi vida y mi corazón. Cuando llegamos al aeropuerto, nos esperaban con banderas y carteles. Era la primera vez que nos pasaba algo así con los fans. Había chicas y chicos muy emocionados. Eso tocó nuestros sentimientos. A partir de ese entonces, tenemos una conexión muy fuerte con el público en la Argentina. Mi amigo Roger Miret, de Agnostic Front, me puso en contacto con Moncho, cantante del grupo argentino Minoría Activa. Y eso amplió las expectativas. Ahora que conocí a más argentinos, pude comprobar que aún se recuerdan esos conciertos”.

-¿Y vos qué es lo que más recordás de ese debut en Buenos Aires?

-Teníamos un concierto gratis en Arlequines. Los promotores se molestaron mucho con nosotros porque lo anunciamos durante una entrevista en una radio. Dijimos que íbamos a tocar en un lugar peligroso, sin seguridad, sin nada. Algo similar a un squat.

-Si eso ya era un hecho, ¿por qué se enojaron los organizadores?

-Nunca lo comprendimos. Y menos aún si ya habían agotado los dos conciertos. Los integrantes de Biohazard somos “blue collar” (se refiere a los “cuello azul”, concepto con el que se designa en los países de habla inglesa a los obreros, en contraposición a los “cuello blanco”, usado para las jerarquías más altas de las empresas). Somos de familias de inmigrantes trabajadores y entendemos el sentimiento de cuando no tienes dinero para pagar la entrada para ver a tu artista favorito. La experiencia de ir a un concierto es beneficiosa para tu salud mental y para tu alma. Y las entradas del estadio Obras eran muy caras.

El nativo de Brooklyn, quien también ganó fama como actor tras encarnar al presidente de una pandilla de motoqueros en la serie Oz (en simultáneo a su trabajo en el mundo del cine para adultos), atiende a esta entrevista desde Tulum, México, donde reside actualmente. “Cuando cumplí 50 años, vine con mi tercera esposa. No soy hippie, pero te aseguro que sentí una paz y una energía diferentes. Soy un hombre de la calle, de la ciudad. No fui a la iglesia, tampoco a la universidad. Aquí conecté con el poder del Universo y de la naturaleza”, enfatiza. “Después de mi tercer divorcio, Los Angeles estaba encerrada por la pandemia. Apenas pude, volví a Tulum con mi hijo, y varios amigos y amigas. Me cansé de la relación que venía llevando con el materialismo. Vivía metido en mi ego. En este lugar tuve la oportunidad de cambiar mi vida otra vez”.

Seinfeld conoció a la colectividad argentina establecida en la ciudad de la costa caribeña de México, lo que le ayudó a comprender la manera de sentir de los argentinos, según él mismo comenta. Por eso está al tanto de la realidad que envuelve a este regreso de su banda. Aparte de lamentar el malestar que se vive en el país, el artista destaca que algunos de estos nuevos amigos asisten al círculo de hombres que organiza semanalmente en su casa. “Escribí un libro, que saldrá en mayo, sobre este movimiento espiritual”, adelanta acerca de esta publicación, cuyo título será Mantorship, y que pretende ser una guía para que los hombres acepten la vulnerabilidad y redefinan la masculinidad, respetando la verdad, los deseos honestos y las necesidades. “Dicen que los hombres no comparten sus sentimientos, pero todos los miércoles nos juntamos hasta 50 hombres para hacerlo. Es una hermandad”.

-¿Y cómo llevás este cambio?

-No creo que nada haya cambiado. Tengo la misma idea de trabajo y disciplina. Mírame: tengo 56 años, amigo. Mi cuerpo (se levanta y muestra su torso tatuado y hercúleo) y mi corazón son jóvenes, en comparación con los músculos de mi mente. En los '90, con Biohazard tocamos 250 conciertos por año. Nosotros trabajamos más duro porque no teníamos ninguna canción comercial sonando en radio. Eso nunca pasó en 36 años de carrera. Seguimos siendo auténticos. No cambió nuestra ética ni tampoco nuestra inspiración, por eso nos quieren y respetan. Aunque, sinceramente, no sé cómo conectar con los fans más jóvenes. Es un nuevo mundo: redes sociales, YouTube, Spotify. Si sigo componiendo canciones y toco con la banda es por el amor profundo que le tengo a esto y a mis hermanos.

-¿Las letras del disco que preparan abordarán también el proceso de transformación que estás atravesando?

-No sé. Recién acabamos de comenzar. Tenemos ganas de hacer un disco que mantenga el sonido clásico de Biohazard (este álbum de estudio, el décimo de su discografía, será el sucesor de Reborn in Defiance, lanzado en 2012). Lo que sí tengo claro sobre las letras es que quiero que me hablen a mí. Todos componemos, pero particularmente en esta época estoy interesado en escribir canciones que puedan inspirar a la gente en los malos momentos. Si bien siempre existe una oportunidad, tenemos que creer en ella. Al igual que mi libro, me gustaría hacer canciones acerca de la transformación. Es una manera de aproximarse a la verdad de la vida.