La Capitana Marvel, la Viuda Negra, la Mujer Maravilla, Harley Quinn, son solo algunos personajes femeninos que últimamente protagonizan sus propias historias en la pantalla grande pero no las primeras: allá por los 2000, la Gatúbela negra de Halle Berry y la guerrera Elektra tuvieron sus propias películas, irremediablemente malas. El mundo podía estar preparado o no para dar la bienvenida a las superheroínas como protagonistas (muy probablemente lo estaba), pero esas películas intrascendentes no ayudaron. Ahora, eclosión de feminismos mediante, la cascada de películas de Marvel y DC protagonizadas con mujeres, o que dan a los personajes femeninos un lugar mucho más importante, no se detiene. ¿Serán películas feministas?

Junto con la masificación del feminismo se abrió un nuevo mercado que desde Nike a las tarjetas de crédito “para ellas”, muchxs decidieron no ignorar: un nuevo público, o más probablemente una nueva segmentación, se plantea como consumidor de representaciones que coinciden, sí, con uno de los reclamos del feminismo, pero que no necesariamente pueden decirse “feministas”. ¿Por qué lo harían?

Harley Quinn es un buen ejemplo: psicótica, villana, amante del caos y del Guasón, de quien durante mucho tiempo fue “la novia de”, irrumpió en el 2016 con Escuadrón suicida, una película tan mala que tenía al personaje de Margot Robbie como lo único memorable. Y ahora, como era de esperarse, la actriz vuelve como productora y protagonista de Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de una Harley Quinn). Escrita, dirigida, producida y protagonizada mayormente por mujeres (y un Ewan McGregor que se divierte como villano), ¿será una película feminista? Aves de presa retoma al personaje de Harley Quinn poco después de separarse del Guasón, el personaje que la llevó a la existencia y por quien, después de abandonar una vida más o menos común como psiquiatra en Ciudad Gótica, se convirtió en lo que sea que es.

La furia y la venganza son factores secundarios, lo que verdaderamente importa es que eso deja a Harley en un lugar de desprotección en medio de las bandas que gobiernan el bajo mundo de Gótica, y habrá que ver si ella es capaz de forjarse su propia fama —que implica algo tan básico como que la teman y no la asesinen—. La película se vale del argumento más bobo posible para desplegar este problema: una nena se roba un diamante, el villano de turno lo quiere, Harley también.

Todo esto es casi irrelevante; en el camino ella deja de existir en relación al Guasón, ya sea como novia o ex, y se asoma a la conformación de una banda de chicas rudas compuesta de personajes sólidos: Black Canary, que no ve la hora de emanciparse del servicio a varones poderosos como cantante o chofer, The Huntress (Mary Elizabeth Winstead, la Ramona Flowers en la película de Scott Pilgrim y una de las porristas en Death proof) y Renee Montoya (Rosie Perez), una agente de policía latina ninguneada por la institución. Ellas serán, claro, las Aves de presa del título, de las que por el momento Harley Quinn se mantiene al margen, pero es evidente que esto recién empieza.

Mucho más sólida que Escuadrón suicida, Aves de presa sigue sin ser una gran película pero Margot Robbie sí compone un gran personaje que, es hora de decirlo, se viste increíble, se mueve todavía mejor y propone algo nuevo con su glamour desquiciado, su reviente y el resto de ternura que lleva bien escondido porque es una joya que no hay que entregarle a cualquiera. Los críticos locales, entre feminismo de oído y confusión, hablan de personajes “sororos”, de empoderamiento, de películas que castean mujeres para reivindicar una lucha femenina… No es tan así, y tampoco tiene la crítica por qué leer y analizar las películas desde las declaraciones a veces edulcoradas de sus protagonistas o su aparato de prensa. No serán feministas todas las películas protagonizadas por mujeres pero, en cuanto a Aves de presa, es cierto que escenifica un movimiento importante que impulsó el feminismo por el cual generaciones de mujeres educadas para construirse alrededor del varón pasan a moverse y existir en el grupo de mujeres, pares, amigas.