Exactamente cinco meses después de haber tomado el control del Estado, el Gobierno, a través del Ministerio de Economía, anuncia con bombos y platillos, mediante la Resolución 302/2024, la derogación de la norma que creaba el sistema de Volúmenes de Equilibrio, promulgada durante mi gestión al frente del ex ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en diciembre de 2021.

De ninguna manera esta derogación va a significar una mejora para los productores, ni los molineros, ni los exportadores y, ni mucho menos, para los argentinos y argentinas. Al revés de lo que nos dice el Martín Fierro, esto “no será para bien de alguien, sino para mal de todos”.

Cuáles fueron las razones que nos llevaron a impulsar esta norma, que no hizo más que dar previsibilidad al sector agrícola, al tiempo que dar certeza al consumo de los argentinos.

La Argentina es un país que produce materias primas agrícolas por encima de sus necesidades, al revés de otros que deben importarlas para asegurar el alimento a su gente. Pero esto no quiere decir que se pueda exportar todo y dejar desabastecido a nuestro consumo interno, sino que hay que asegurar las necesidades de los argentinos y exportar el resto.

Se trata claramente de una cuestión de principios, de concebir un Estado que ordena las fuerzas del mercado anteponiendo el bien común a cualquier interés sectorial.

De hecho antes de que fijáramos los volúmenes de equilibrio, las administraciones cuando veían que el abastecimiento interno se veía comprometido cerraban abruptamente los registros de exportación, generando solo imprevisibilidad para la cadena granaria, incluidos los productores.

Precisamente para cumplir simultáneamente los objetivos de preservar el consumo interno y dar previbilidad a la cadena fue que promulgamos la normativa de los Volúmenes de Equilibrio para el maíz y el trigo, dos insumos altamente sensibles para nuestra seguridad alimentaria.

Bajo ningún punto de vista se puede argumentar que esta herramienta de política sectorial haya afectado negativamente ni la producción, ni el comercio, ni la exportación, ni los ingresos de los productores.

Tan es así que en 2022 tuvimos una exportación récord de trigo, de más de 14 millones de toneladas y 36 millones de toneladas de maíz, una de las mejores de los últimos años. Es decir, mal podría afectar esta norma la exportación con semejantes volúmenes realizados.

Por otro lado la consigna era clara: cuanto más se produjera, una vez determinada la necesidad interna, el resto se podía exportar. Y se dejaba abierta la posibilidad de rever esos volúmenes en función de una mayor producción que la estimada, o de un menor consumo, o del factor que alterara la ecuación. Tan es así que a solicitud de la cadena de maíz se revieron los volúmenes iniciales incrementándolos en base a criterios de racionalidad.

Pero este gobierno ha decidido ir en contra de los intereses de nuestro pueblo. Muestra que es capaz de dejar exportar todo lo que al mercado se le antoje, y después si los feedlots no tienen maíz, o los molinos no tienen trigo, pues bien, que lo importen.

Gracias a los Volúmenes de Equilibrio, en 2022 cuando la invasión de Rusia a Ucrania hizo temblar el comercio internacional de granos, pudimos dejar alimentada a nuestra gente. Con el criterio de este gobierno, se hubiera vendido al exterior hasta el último grano de trigo y maíz, dejando el mercado interno completamente desabastecido.

Es realmente una pena que no se comprenda la magnitud negativa de esta medida, o que sea festejada por algunos. Pero confío en que la sabiduría de nuestro pueblo sabrá poner las cosas en su lugar, privilegiando el bien común por sobre los intereses del mercado.

* Ex ministro de Agricultura y Ganadería. Ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación