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Miércoles, 1 de noviembre de 2006

ENTREVISTA A TONY CRAGG

“Prefiero definirme como un materialista radical”

El notable escultor inglés habla de la exposición inaugurada en el Recoleta.

Tony Cragg es un escultor atípico para la imagen que se puede tener de los representantes de esta rama del arte. Reivindica el vacío como una forma positiva dentro de sus trabajos, esto implica que continúa utilizando formas en una época en que prima la imagen digital de dos dimensiones. Investigador infatigable de las posibles explotaciones de formas y materiales diferentes, Cragg logra salirse del tradicional papel de la escultura como reflejo de la realidad para expresar la potencialidad de cada material utilizado. Llegó a la Argentina para inaugurar ayer su primera exposición en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), que permanecerá abierta hasta el 3 de diciembre. La exhibición fue una iniciativa del galerista argentino Daniel Abate, quien realizó las gestiones para concretar la presentación de veinte obras del escultor inglés, pertenecientes al autor y a colecciones privadas de Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña.

–¿En qué se inspira para lograr las formas que conforman su trabajo?

–Usualmente, al comienzo del día, no sé qué voy a hacer, qué es lo que va a pasar. Luego, es como una visión. Es como lo que me sucede ahora, me subí a un avión y llegué a la Argentina por primera vez en mi vida. No sabía con qué me iba a encontrar y eso es lo más interesante, lo más estimulante de todo el asunto. Al empezar a hacer un dibujo o una forma es como un viaje. No se sabe lo que significará, no se puede poner en palabras. Por supuesto, uno tiene ideas y experiencias cuando está creando. En ese momento están en juego inconscientemente las cosas que tienen más que ver con lo pragmático. Por ejemplo: para hacer una pintura el artista toma miles de decisiones cada vez que da un trazo, pero siempre priman los sentimientos. Esas decisiones se toman automáticamente en forma práctica sólo para hacer una pequeña pintura. Sentimientos, técnica y muchos años de práctica dan como resultado una fantástica unión de vital energía humana que va hacia el material. El artista se podrá ir, inclusive morir, pero la imagen o el cuadro seguirá estando y seguirá movilizando a los observadores atentos.

La forma de las esculturas de Cragg invita al acercamiento a la obra, a tocarlas. Lo importante es poder contener ese impulso y realizar un viaje todavía más placentero dejando patinar la mirada por las maravillosas superficies. El proceso de realización de estas obras de arte es tan complejo que, con tocarlo o golpearlo, no se puede distinguir de qué está compuesta completamente cada pieza. Por lo tanto, la invitación es a viajar, a disfrutar de las esculturas que conforman, con sus curvas, un parque de diversiones para los ojos y la mente.

–Usted habla recurrentemente de la relación de la materia con la obra, ¿cómo la definiría?

–Cuando uno dibuja, está dialogando con la materia; es una extensión plástica entre los dos que están interviniendo en ese vínculo. Es una relación de dos vías: yo cambio el material, lo modifico, pero el material también me cambia a mí. Hoy la economía maneja lo que se estudia en las universidades y además maneja qué se investiga en ciencia, entonces lo que nosotros logramos con el arte, y con estas investigaciones, es hacer algo que la economía no maneja. Esta rara actividad es como un catalizador en la reacción. Es como la química: si no hay un catalizador en cualquier proceso se arriba a un lugar diferente del cual hay que llegar. No quisiera vivir en una sociedad sin ese catalizador que es el arte.

–¿Y cómo describiría la materialidad de la escultura?

–Contrariamente a lo que piensa la gente, la escultura no es algo fijo y concreto. Porque nada lo es. Estamos rodeados de estructuras fijas como paredes o muebles, pero al mismo tiempo son fluidas, porque están constituidas por millones de partículas en movimiento. Con esas partículas interactuamos y son las que manejamos para crear nuestras obras. A esa materia es a la que le debemos responsabilidad.

–¿En qué categoría se colocaría usted dentro de su actividad?

–No soy un activista conceptual; me defino como un materialista radical. Todo está hecho de material, incluso la inteligencia y los sentimientos. Mundialmente hablar de materialismo tiene una connotación negativa. Los artistas son los que tienen la visión de ir a la Luna o a otros lugares antes que los científicos; nos brindan otra realidad.

–Usualmente habla de la unión entre la ciencia y el arte. ¿Trata de dejar un mensaje en cada obra que hace o no piensa en eso?

–No trato de mostrar nada a través de mis obras, al menos no esa unión entre arte y ciencia. Todo material está formado por miles de partículas que se mueven continuamente y se mezclan. El papel activo frente a la obra lo debe tener el observador, una vez que está expuesta. El artista, cuando realiza una obra, no piensa en qué es lo que quiere decir con lo que hace, simplemente lo hace. El resultado seguramente tendrá un significado subjetivo para el público, pero eso no se puede pensar con anterioridad. En mi caso particular, cuando llego a mi estudio no sé qué es lo que voy a hacer o intentar hacer ese día. Recuerdo lo que hice ayer o en años anteriores, pero no sé cuál será el resultado ni cuáles serán los lineamientos del trabajo de ese día en particular.

–¿Cree que su formación científica ayudó a su rol de artista?

–Ayudó en algunas cosas. Estoy muy contento de mantener vivo mi interés por la ciencia, pero no soy un científico. La forma en que piensan los científicos ha conquistado el mundo; no hay forma de encontrar una cultura que no use en este momento el pensamiento científico. Todavía es necesario tomar una posición respecto de esto. Creo que la influencia para realizar diferentes proyectos viene de los científicos, los artistas y los poetas. Los artistas dan valor a las cosas. ¿Cuál era el valor de una sopa Campbell? Ninguno hasta que Andy Warhol le dio una mejor forma, casi la hizo sexy, más importante. Lo que los artistas hacen es darles valor a las experiencias de la vida; es un ejercicio existencial. De eso se tratan el arte y la escultura en particular.

Informe: Suyay Benedetti.

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“Con el arte hacemos algo que la economía no maneja”, dice Cragg.
 
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