Tras la impactante declaración del ministro de Salud, Nicolás Kreplak, en el marco del Congreso Provincial de Salud (CoProSa), “las clínicas de la provincia se van fundir”, el titular de la entidad que las nuclea explica detalladamente la situación del sector a Buenos Aires/12.

Néstor Porrás preside la Federación de Clínicas de Buenos Aires (FECLIBA), la institución que nuclea a unas 300 clínicas y sanatorios de toda la geografía bonaerense desde hace 68 años. Su último aniversario, con nada para festejar, se cumplió recientemente, el pasado 2 de mayo.

“No es agradable escuchar al ministro decir que nos vamos a fundir, pero ya lo sabíamos. Todo el sector pende de un hilo. No nos vamos a fundir exclusivamente porque Nación se retira y no aporta el FESCAS (N de la R: el Programa Nacional de Fortalecimiento de los Equipos de Salud, implementado por nación en 2022, que funciona como complemento de ingresos), pero el complejo es tan complicado y hay tantos frentes abiertos que cualquiera de estos puede ser el golpe final”, cuenta.

“Por ejemplo, nosotros tenemos suspendido por la emergencia el pago de aportes patronales, desde 2002, con el gobierno de Eduardo Duhalde. Si esa resolución de AFIP un día no se renueva, nos fundimos todos”.

Agrega que “los funcionarios de Nación nos cuestionan porque dicen que no reclamamos a provincia y viceversa. La verdad es que nosotros reclamamos siempre, ante todos. Antes nuestra preocupación era estrictamente impositiva. Ahora a eso se suman los salarios, los insumos y el riesgo de perder las exenciones”.

Fecliba presentó notas formales y pedidos de reunión ante la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y ante la secretaría de Trabajo, explicando la imposibilidad de pagar la paritaria acordada, lo que generó un fuerte conflicto entre febrero y marzo pasados. Nunca recibieron respuesta oficial, nunca fueron recibidos. Ya pasaron dos meses.

Una de las medidas que Fecliba tiene en carpeta es una tarifa diferenciada de servicios de gas y electricidad, “porque no podemos dejar de prender la calefacción en invierno ni el aire acondicionado en verano. El concepto de déficit cero no es aplicable al sector salud”.

El paro de los anestesistas también les hizo daño, “porque sin anestesistas no podés trabajar y obviamente no facturas, pero igual tenés que pagar los gastos fijos. El sector no se puede achicar porque no sobra nadie, es intensivo en mano de obra. Pero esa dista de ser su mayor preocupación.

Son los costos

Alrededor del 80 por ciento de la facturación de las clínicas de Fecliba se reparte entre IOMA, PAMI y obras sociales sindicales. “Con las sindicales tenemos una mirada muy similar, con IOMA y PAMI hay principios de acuerdo para empezar a cobrar lo adeudado, pero con las prepagas es prácticamente imposible. Pagan poco, hacen débitos unilaterales e injustificados. Cuando aumentaron las cuotas, nos trasladaron muy poco, amparados en la vigencia del DNU, ni siquiera acortaron los plazos. Si esto sigue así, tememos un efecto dominó”.

Antes de la desregulación por decreto, la normativa establecía la obligatoriedad de que, ante cada aumento de cuota, los financiadores trasladasen a los prestadores no menos del 90 por ciento. El DNU trajo, junto con la libertad de aumentar, la de no trasladar los incrementos al siguiente eslabón de la cadena, con los resultados que están a la vista. 

La ley nro. 26682 de 2012, que regula la actividad de la medicina prepaga, establece que para solicitar un aumento, las empresas deben justificarlo exponiendo sus costos ante la autoridad de aplicación, la Superintendencia de Servicios de Salud, algo que en la práctica nunca ocurrió.

Un importante ejecutivo retirado, con amplia trayectoria en el sector, explica la situación a Buenos Aires/12. “Las empresas hacen cualquier cosa con tal de no exponer lo que ganan, que es muchísimo. Pero más les preocupa que se conozca la ruta de ese dinero. En un caso, las colocaciones financieras con las que después compran sanatorios. En otro caso, la manera de hacerse de las ganancias es a través de pagos a proveedores vinculados a ellos mismos, que van de farmacias y centros de vacunación a servicios de consultoría informática y gimnasios. Hasta la pandemia era con constructoras, pero ahora la tendencia es otra, el discurso del bienestar”.

Interna empresaria

En 2019, poco antes de la pandemia, Fecliba rompió con la confederación nacional a la que había adherido por décadas, la Confederación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales de Argentina, CONFECLISA.

“Había una crisis de representación, nuestros planteos no eran considerados por la conducción y eso nos traía cuestionamientos de las bases. Por eso decidimos romper y empezar a movernos por las nuestras”, explica el directivo.

El tiempo no tardó en darle la razón. En 2020, Claudio Belocopitt armó la Unión Argentina de Salud (UAS), a la que Confeclisa no tardó en adherir. El directivo explica que ellos nunca podrían haberse integrado ahí porque sus intereses no sólo son distintos, sino antagónicos de los del empresario más rico del sector.

Por último, Porras pide “que piensen en la gente. La mayoría de nuestros trabajadores son único sostén de familia, además de todo el entramado pyme que nos presta servicios. No podemos seguir trabajando debajo del costo”.

Dos modelos

El sanitario es uno de los campos donde más nítidamente se observan las diferencias entre los modelos de Nación y Provincia. A modo de ejemplo, mientras el gobierno provincial desarrolló en sus laboratoros repelentes contra el dengue, el nacional se opuso a comprar la vacuna. 

En el cierre del reciente Congreso de Salud de la Provincia (CoSaPro), Kreplak sostuvo que "sabemos que hay un Gobierno nacional que no combate la desigualdad, pero no nos vamos a resignar, porque la provincia de Buenos Aires reconoce el derecho a la salud de una manera universal, equitativa, igualitaria y de calidad”.

En ese mismo contexto, que reúne a los trabajadores de la salud de toda la provincia, el gobernador Kicillof dijo que "es criminal haber retirado al Estado de la regulación y el control del sistema de salud”.

La salud es uno de los ítems por los cuales la Federación Argentina de Municipios (FAM), que encabeza el matancero Fernando Espinoza y nuclea a unos 500 municipios del país, reclamó formalmente a Nación hace ya tres meses, sin obtener respuesta.