No, no quiero estar en tus zapatos. Tampoco quiero tus zapatos. Si quisiera algo de vos, querría tus pies.

¿Para qué? Para cortármelos, porque la manta no alcanza para cubrirlos. Quiero cortarme tus pies porque así vas a dejar de molestarme con que tenés frío. Los quiero para liberarte.

No, no te gastes. No va a venir nadie a impedirlo. ¿A quién le puede importar? Miralos: cada uno gira en su bailecito. Si vos estás sentado cerca, te van a sacar a bailar, sí, pero no te confundas: será solo para despejar la pista. Mirá, si no, a esa mujer de la peatonal, sentada como un pájaro para ver si alguien le tira una migaja. Ella entendió. Se acuclilla en una sola baldosa, como si alrededor hubiera un abismo. Sabe. En los lugares en los que hay baldosas las grietas son prolijas, pero siguen siendo grietas. El truco es esperar, saber quedarse quieto en la baldosa, mantener la dignidad en ese trono dignísimo de treinta por treinta. Noble igualdad la de no sacar la mano y esperar la señal del universo. Para todo eso, lo mejor es no tener pies.

¿Por qué? Porque son una tentación. Es posible que te den ganas de pararte, de dar un paso, de arrimarte a la baldosa de otro, de invitarlo a caminar. O peor: de ser como el idiota de la historia que me llegó ayer por whatsapp. ¿No la viste? Una locura. Me parece que fue en Inglaterra, hace unos días. Un pibe buscaba una rosa roja. No había porque es invierno helado y solamente florece una variedad de rosas blancas. La chica que le gusta le dijo que solo bailaría con él si le regalaba una rosa roja. 

El asunto, parece, es que era uno de estos desafíos que circulan en TikTok para ver hasta dónde pueden llegar los pibes. Un challenge, sí. El flaco entró: tenía que buscar un pájaro, pero no cualquiera. Tenía que conseguir un ruiseñor para clavarlo en un rosal blanco. Obviamente se ilusionó y lo hizo y, según él, la flor blanca se volvió roja en una noche. ¡Hizo un video y todo, con el pobre pájaro clavado! Al otro día, le llevó la flor a la chica y hete aquí que, lejos de bailar con él, se le rió en la cara. No sé si era blanca o roja la flor, lo que sí sé es que el chico era un pobretón y terminó preso por atentar contra la vida silvestre. Resulta que la piba había planeado todo con su novio, un niño bien de apellido famoso.

En fin, la cuestión es que, si el muchacho pobre no hubiera tenido pies, esta desgracia no pasaba. ¡Son un trastorno! La tranquilidad es saber que tu baldosa termina donde empieza la del otro y que las rosas blancas no se pueden enrojecer de ninguna manera.

Así las cosas, hay una buena noticia: vos vas a poder cortar los pies de otros. Ahora te parece que no, pero ya vas a ver. ¡Claro que la manta va a seguir siendo corta! ¿Quién te dijo que el problema es ese?

Y, no. No te puedo decir que no tengas miedo, porque una parte, una gran parte del camino va por ahí: yo no soy un monstruo. Soy cualquiera. Un nadie, una brizna de pasto seco que apenas hace sombra. Cualquiera teme a los monstruos; la verdadera fiesta es lograr que todos le tengan miedo a una brizna de pasto seco. Que vean la hoguera que puede iniciar. Vos sos pasto también, pero estás húmedo y no podés arder. Por eso nadie te tiene miedo, ¿entendés? Avivate: estas son las cosas que hay que saber hoy, si no te pasa la del pibe o, peor, la del ruiseñor.

¿El hacha? Sí, es real. La afilé esta mañana.

Me das risa. Te asombro. Decís “no puede ser”. Decís “es espantoso”. No me creés. ¿Pensás que esto es otro challenge de TikTok?

Es evidente que estuve perdiendo el tiempo, pero capaz, si te la resumo, la ves: algún día alguien va a descubrir un algoritmo para poder entender todo, calcular todo, procesar todo y prevenir todo. Sin ir más lejos, ahora están tratando de crear una app para poder localizar todas las rosas blancas del mundo. Las cortarán de cuajo y listo, fin del challenge y del peligro para los pibes y, sobre todo, para los ruiseñores.

Ellos saben. Están haciendo lo que pueden por nosotros, hasta ese momento en que el algoritmo logre que no necesitemos nada más. Ni presidentes, ni maestros ni nadie. Solo electricidad para las máquinas y agua para nosotros. Quizás, hasta logren que no haga falta comer. El asunto es que va a tardar. No, no sé cuánto, ¿Cómo podría saberlo?

 

Hay que darles tiempo. Mientras tanto, cada uno tiene que tener fe y poner lo suyo, ¿no te parece?