Hay un slogan muy argentino que afirma que existe algo llamado "el sabor del encuentro". Para la Pulpería Gándara, este viernes ese slogan se trató de una verdad indiscutible. Después de cuatro años de trabajo, lograron abrir sus puertas a todos los habitantes y amigos del pequeño pueblo que da nombre a "la pulpe". Con su capacidad para menos de 200 personas (más de las que viven en el pueblo) absolutamente agotadas, música en vivo y mucha pastafrola casera, disfrutaron el punto de partida de lo que promete ser un evento histórico para este paraje rural del partido de Chascomús. 

A las 10hs de un Viernes Santo, ya había algunos ansiosos esperando que se abriera la tranquera del terreno que contiene el ex restaurante de la fábrica lechera que dió vida al pueblo de Gándara hasta el 2003. Los costados del desvío de la ruta 2 que lleva a la antigua casa, extrañamente repletos de autos, como hacía mucho tiempo esa tierra no sentía. Pero hoy, el césped radiante y con las malezas justas espera paciente que se abran las puertas del sitio que le devolverá la juventud perdida.

Antes del 2003, Gándara solía ser un paraje que nucleaba una población atraída por una empresa láctea que daba vida al lugar, tanto por las familias que vivían allí como por la cantidad de personas que la circulaban diariamente para trabajar en la fábrica. Pero fue ese año que la empresa decidió cerrar sus instalaciones, dejando un tendal de desempleados que debieron migrar lejos y frenar la actividad económica de la zona. Aquell hizo que el paraje se convierta en una sombra de lo que había sido. Hoy, no viven allí más de 15 o 20 familias, aunque se ven solamente unas pocas casas. Como muchos ambientes rurales, no tenía ningún lugar a los alrededores donde la gente pudiese reunirse a comer algo, tomar un café, leer el diario o simplemente ver pasar el tiempo. Hasta ahora. 

"La pulpe".

A partir de este viernes, ese sitio es la pulpería que lleva el nombre del paraje, ubicada en el ex restaurante/comedor de la fábrica lechera, que llegó a albergar de 300 a 500 obreros. Hoy, restaurado y conservados sus rasgos originales, recibirá a transeúntes, lugareños, viajeros y a cualquiera que pasee por la 2 y busque parar a disfrutar un cafecito. Y unas medialunas de Atalaya, sus padrinos desde el inicio. 

"Nuestra especialidad no es el café barista, no es la empanada de carne, no es la tortilla ni las medialunas. Nuestra especialidad es la gente y es por eso que decidimos jugárnosla por este lugar", afirman desde las redes sus orgullosos dueños, Virginia Costa Soto y Sebastián Cappiello, que desde la pandemia trabajan arduamente con sus propias manos para levantar ese lugar perdido en el tiempo. Pintaron, arreglaron, compraron, lijaron, construyeron de las cenizas ellos mismos, casi sin experiencia. Lejos quedó sus profesiones de azafatos, que terminaron cuando en 2020 se quedaron sin trabajo frente a la salida de la empresa LATAM de la Argentina. Fue a raíz de ese suceso que decidieron irse a vivir al campo, decisión que desencadenó en la pulpe. 

El "centro" de Gándara, su lugar de mayor movimiento, es alrededor de la estación de tren, donde la gente llega con su heladerita, y se pone a tomar mate al costado de la ruta. "Un día me paré ahí con Seba y le dije acá hay que poner algo. Esta gente no tiene un baño, no tiene agua para el mate, incluso estar acá al costado de la ruta es peligroso. Necesitan un lugar donde estar tranquilos. Y empecé con mis ideas locas de vos imaginate si pudiéramos poner un restaurancito, qué lindo sería. Lo que me dió la pauta fue un día que vinimos, a modo de prueba, a vender comida casera que habiamos hecho, con algunas bebidas. Vendí hasta nuestro almuerzo. Y ahí dije acá hay que poner algo", recuerda Virginia, "Vika" para los amigos. 

Detalles de la decoración.

El viernes, finalmente, fue un día de movimiento y emociones. "Hace días que estamos sin dormir, corriendo de acá para allá", afirma Virginia, que de ninguna manera se está quejando. El esfuerzo valió la pena, y la apertura superó ampliamente sus expectativas: sólo 40 personas, las primeras en llegar, encontraron asiento en la pequeña pulpería, y las otras 140 debieron ocupar el jardín con mantas, sillas de su casa, o directamente en el suelo. La pequeña multitud disfrutó de un día soleado en el flamante parador. A las 16hs, los visitantes escucharon la música del cantante y compositor Richard Coleman, que musicalizó la tarde con su guitarra. 

Tan famosos como tradicionales, Atalaya no dudó en convertirse en sus padrinos oficiales. Fue Juan Castoldi, tercera generación de Atalaya, quien se comunicó con ellos apenas se enteró del proyecto y decidió "ayudarlos". La ayuda era más que eso: mesas, sillas, vajilla y hasta hieleras originales del antiguo parador. Lo que colaboró a brindarle a la pulpería el aspecto atemporal que buscaban lograr. Y sabor, ya que, obviamente, junto con el café se sirvieron las famosas medialunas. 

Pero además ofrecen medialunas con jamón y queso, pasta frola, torta de ricota, y empanadas varias. Además de café, poseen gaseosas, cervezas, vino, fernet y hasta algún vermucito para la caída del sol. Esperan, en estos días, poder agregar sanguches varios. 

Pulpería Gándara está abierto sábados, domingos y feriados, de 10 a 18hs, de una vez, y para siempre, para que aquel pasaje rural vaya recobrando, poco a poco, el sabor del encuentro que supo tener.