Detrás de la verdad - 5 puntos 

The Good Mother, Estados Unidos, 2023 

Dirección: Miles Joris-Peyrafitte 

Guion: Madison Harrison y Miles Joris-Peyrafitte 

Duración: 90 minutos 

Intérpretes: Hilary Swank, Olivia Cooke, Jack Reynor, Dilone, Hopper Penn, Norm Lewis, Madison Harrison. 

Estreno en salas.

En el cine, la distancia entre la dignidad y el fracaso puede ser mínima. Ni hablar del éxito, una meta siempre para pocos, sino apenas del mérito de conseguir que una película entregue al menos un motivo, una excusa para no decir de ella solamente que es fallida, mediocre, desafortunada, intrascendente o simplemente mala. Puede tratarse de un logro técnico, de un detalle en la trama, de la construcción de un personaje e incluso de una escena o una secuencia que la salvan del purgatorio de los adjetivos. A veces, como en el caso de Detrás de la verdad, tercera película del estadounidense Miles Joris-Peyrafitte, esa diferencia la hace un nombre: el de la actriz Hilary Swank. 

Es cierto que no es solo el nombre de la doble ganadora del Oscar a Mejor Actriz por su labor en Los muchachos no lloran (Kimberley Pierce, 1999) y Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004) la que hace esa diferencia. Más bien se trata de su capacidad para ponerse al hombro este policial que no arranca mal, pero que a medida que avanza comienza a trastabillar con su propia trama y puesta en escena, como quien decide largarse a correr con los cordones desatados. 

Swank interpreta a Marissa, una periodista cuyos mejores años ya pasaron. Una mujer dura a la que le cuesta salir de casa para ir a la redacción y que, una vez ahí, tampoco le resulta fácil el vínculo con sus compañeros, de quienes la separan obvias cuestiones generacionales. Durante una reunión de sumario, su hijo mayor, policía, viene a informarle que el menor fue víctima de un asesinato vinculado al narcotráfico. Un golpe que profundiza su crisis emocional. 

La trama también incluye a una joven nuera embarazada, a la que Marissa culpa por los problemas del hijo muerto. Pero la tragedia acabará por unirlas y juntas comienzan a buscar pistas que ayuden a encontrar al responsable del crimen. Swank consigue que la aspereza y la fragilidad convivan de forma convincente dentro de Marissa, permitiendo que entre los pliegues de ese roce aflore la culpa. Con esos elementos, Detrás de la verdad urde un policial sucio con un paisaje social en ruinas de fondo, en el que la marginalidad está a la vuelta de la empobrecida clase media. 

En el último tercio la película acelera, apurada por llegar a un giro de guion cuya sorpresa se percibe artificial, como si se tratara de una obligación agravada por el género. Esta y otras decisiones apuntan a ajustar la tensión de las escenas, pero en lugar de eso las vuelve inverosímiles, vulnerando el principio de suspensión de la incredulidad, fundamental para hacer que los engranajes del cine funcionen. Lo único que se mantiene incólume hasta el final, sosteniendo lo que a la película le queda de dignidad, es ella: Hilary Swank.