Shirley 6 puntos 

Estados Unidos, 2023 

Dirección y guion: John Ridley 

Duración: 118 minutos 

Intérpretes: Regina King, Lance Reddick, Terrence Howard, Lucas Hedges, Michael Cherrie, Barbara Lee, Brian Stokes Mitchell, Reina King. 

Estreno: Disponible en Netflix.

Puede decirse que Shirley es una película clásica en muchas direcciones. Lo es en el terreno de las biopics, contando un momento específico en la vida de Shirley Chisholm, la primera diputada negra en ingresar al Congreso de los Estados Unidos. Lo es también en su intensión de rescatar una figura importante del pasado que refleje las luchas del presente, que más de medio siglo después no son muy distintas de las que impulsaban ala protagonista. Y no resulta menos modélica respecto de la tendencia actual de hacer del cine una industria más inclusiva, atenta darle espacio a sectores usualmente relegados, no solo en el terreno de la representación, sino también dentro del trabajo que genera el enorme aparato de una industria como la de Hollywood.

El arco temporal de Shirley se desarrolla a comienzos de la década de 1970, cuando la entonces diputada decide presentar su candidatura a presidenta dentro de las internas del partido demócrata, que buscaba evitar la reelección de Richard Nixon. Quienes conozcan algo de los hechos fundamentales del siglo XX tendrán con ese dato un spoiler histórico, aunque no resulte de mucha importancia respecto de lo que la película decidió narrar. La cosa se concentra de forma muy específica en la campaña de Chisholm y en los vericuetos de la densa interna demócrata que debió enfrentar.

La película se desarrolla por momentos como un thriller político, en el que la tensión surge tanto de la áspera rosca política, ineludible para conseguir los electores que le permitan acceder a la segunda vuelta de la interna, como de los roces y disputas surgidos al interior del equipo de campaña. Shirley crece en torno a ese doble juego de intrigas casi palaciegas, donde las convicciones y principios de la candidata deben mirarse todo el tiempo en el espejo del poder.

Pero Shirley también se apoya en la intención de rescatar a una figura histórica valiosa, hoy relegada debido a que nunca logró acceder a los primeros planos de la política de su país. En ese sentido, la película comparte mucho con Milk, trabajo de Gus Van Sant que le vaió a Sean Penn su segundo Oscar a Mejor Actor en 2009 por su interpretación del político y activista LGBT Harvey Milk, primer hombre homosexual en ser elegido para un cargo público en EEUU. Como aquella, Shirley busca ser una película política, reivindicativa y revisionista, pese a que la figura de Chisholm no es tan trágica como la de Milk, aunque eso tal vez haya sido solo una cuestión de suerte. En esa suma reside su valor, aunque muchas veces coloque sus intenciones por encima y no al servicio del relato.