Desde Quito

Ecuador luce irreconocible. El pequeño país entre volcanes que era noticia por turismo o integración latinoamericana se asemeja ahora a una crónica roja cotidiana: noticias de asaltos, salideras, secuestros, sicariatos, descuartizamientos, masacres carcelarias con decenas de muertos. La crisis ocurrió de manera vertiginosa en los últimos dos años, hasta convertirse en un remolino de violencia que impacta de lleno en los hogares y en la campaña de las elecciones presidenciales.

El hecho de violencia que más impactó en la campaña fue el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. No solo por ser candidato, sino por el modo en el que ocurrió: disparos en la cabeza gatillados por sicarios colombianos en su auto al salir de un acto político. Fue un hecho plagado de dudas acerca de las múltiples fallas en un esquema de seguridad de un político bajo amenaza de bandas criminales.

"El hecho dejó una sensación de fragilidad absoluta que se reforzó el lunes siguiente con el asesinato del dirigente Pedro Briones; el jueves cuando la caravana del candidato Daniel Noboa quedó envuelta en una balacera; el viernes en la noche con el intento de asesinato del alcalde Francisco Tamariz; y el sábado en la mañana con la denuncia hecha por el candidato presidencial Otto Sonnenholzner de haber quedado envuelto en una balacera. Un pico de violencia sobre políticos hasta la puerta de las urnas".

Se trata de una situación que no existía en la última elección presidencial del 2021, aunque comenzaban las señales, en particular las masacres en cárceles con 298 muertos solo ese año. Ecuador era a su vez un país con proscripción, persecución y exilios políticos, pero los candidatos no hacían campaña como este año con chalecos antibalas y esquemas de seguridad bajo responsabilidad de un Estado que, como se ve, no da garantías.

La misma contienda del próximo del próximo domingo es producto de la crisis del gobierno de Guillermo Lasso, quien ganó en 2021 contra Andrés Arauz. En los poco más de dos años de mandato ocurrió un levantamiento indígena, su popularidad se vino a pique, y enfrentó un juicio político que comenzó por la acusación de vínculos con la mafia albanesa. Fue para evitar ser condenado que Lasso decretó la “muerte cruzada”, disolvió la Asamblea Nacional y convocó a las elecciones.

Se trata de una elección que es en sí mismo producto de la crisis que comenzó en materia económica con Lenin Moreno, quien devolvió a Ecuador al mapa neoliberal, y se profundizó con el gobierno de Lasso que abrió las puertas a las fotografías distópicas que se hicieron costumbre.

En ese contexto de crisis, la Revolución Ciudadana (RC) encabeza las encuestas presidenciales con Luisa González, acompañada por Arauz a la vicepresidencia. Sin embargo, la tendencia a mantenerse en la cima y a larga distancia del segundo comenzó a revertirse en las últimas semanas producto del encadenamiento de dos hechos: el asesinato de Villavicencio y el debate presidencial del domingo 13 de agosto.

Hubo una operación mediática para intentar vincular al correísmo con la muerte del candidato presidencial conocido por sus denuncias contra el propio Correa. En cuanto al debate, son muchos quienes en las calles de Quito señalan el mal desempeño de Luisa, una candidata hasta hace poco mayoritariamente desconocida, que debe resolver la tensión entre la memoria de lo hecho por la RC y una proyección a futuro, y su organicidad con Correa que aparece como fuerza y a la vez que como límite.

En los últimos días creció la idea de que no habrá victoria en primera vuelta --se necesita más del 40% de votos y 10 puntos de diferencia sobre el segundo-- y se irá a ballotage. La pregunta es quién podría ser el contrincante de González entre Jan Topic, Noboa, Otto Sonnenholzner y Yaku Pérez.

Los dos primeros parecen haber logrado un mejor desempeño en el debate. No es extraño que un discurso como el de Topic sea atractivo en época de conmoción por violencia: es el candidato con perfil outsider respaldado por el Partido Social Cristiano que enarbola un discurso de mano dura con exhibición de armas y vehículos último modelo, el cual parece encontrar eco en una parte de la población desesperada por la inseguridad.

El domingo será un día clave para el futuro de un país que no se reconoce a sí mismo. El gobierno anunció un despliegue de 100.000 efectivos de las fuerzas del orden en lo que será otra postal de una militarización casi continua por los crónicos estados de excepción. ¿Habrá algún escenario de tensión durante o después de las elecciones? Caso contrario y de confirmarse la segunda vuelta, vendrán casi dos meses de campaña en estas condiciones que parecían impensadas años atrás.