Una madre, una hija, y una convivencia imposible. Una vez más, la escritora Ariana Harwicz pone su lupa sobre la maternidad para agitar el avispero. Y el teatro hace lo propio. Con dirección de Carmen Baliero, y la actuación de Ingrid Pelicori y Claudia Cantero, La débil mental lleva a las tablas la segunda novela homónima de la autora argentina publicada en 2014, y se transforma así en la cuarta y más reciente adaptación teatral de ese universo literario.

“La maternidad es una tortura, pero también es una bendición. Es todo”, sintetiza Harwicz. La adaptación, realizada por Pelicori, Cantero y Cristina Banegas, retoma precisamente esa ambigüedad para dominar la escena y caracterizar el modo en el que esas dos mujeres se vinculan. Sin trabajo estable, sin ingresos, sin futuro, madre e hija sobreviven a lo cotidiano en un continuo presente. Con humor ácido, y teatro en estado puro, las actrices construyen dos personajes al límite de la locura.

La débil mental se estrenó en una versión anterior a cargo de Paula Herrera Nóbile, en 2018, el mismo año en el que se presentó Matate amor, obra basada en la primera novela de Harwicz editada en 2012. Más tarde, en 2021, llegaría a los escenarios Precoz, título de 2015 que completa una trilogía inquietante acerca de los mitos del amor maternal.

“Mis textos son muy teatrales, y no son muy realistas. Porque tienen que ver con apariciones, fantasías, ensueños y delirios. Mis novelas tienen en común ese nacimiento de algo que aparece mágicamente. Y con La débil mental pasó eso. Fue como una suerte de aparición. En el pueblito en el que yo vivía, había una chica que era medio marginal. Me comentaron que era la débil mental del pueblo, y a partir de ahí empecé a escribir esta novela que no estaba planeada”, cuenta la autora.

Carmen Baliero es compositora de música experimental, y estuvo a cargo de la composición musical de decenas de obras. Pero en esta ocasión, aceptó el desafío de la dirección. “Generar una situación dramática de algo que está escrito en un papel es un trabajo que siempre me produce sorpresa”, define.

- ¿Cómo trabajaron el pasaje del libro a un formato escénico?

Ariana Harwicz: - El texto no está cambiado, y es igual al de la novela, aunque por supuesto hicimos un recorte. Acompañé al equipo a la distancia, y estuve muy cerca de Cristina Banegas y de Carmen durante todo el proceso. Me gusta involucrarme al máximo porque vengo del mundo del teatro y el cine, y porque significa la ilusión de trabajar en equipo, algo muy importante para mí dado que el resto del año mi oficio de escritora es muy solitario.

Carmen Baliero: - Un libro te lleva a imaginar voces, tonos y tiempos. Y mi trabajo consistió en generar una estructura coral y rítmica entre las dos voces de las actrices, para que no fueran monólogos y se estableciera un vínculo afectivo entre ambas. Pelicori y Cantero son arcilla de la buena, y me produce mucho placer trabajar con ellas. Fue un desafío dirigir esta puesta, porque se trata de una adaptación de una novela que tiene una gran fuerza literaria, y siempre es muy complejo darle una voz a la literatura.

- Hay algo que caracteriza a estos personajes, y es que de cierta manera habitan una cierta marginalidad. Algo muy recurrente en los relatos de Ariana.

C.B.: - Lo que las hace marginales a esta madre y a esta hija es el encierro. Porque la soledad y la endogamia te dan posibilidades de conducta que lo social no te permite. Por eso la obra invita a pensar qué pasa con las personas cuando no hay una mirada externa que juzgue. Porque las personas no se comportan de la misma forma en un ámbito privado que en uno público. Es la sociedad la que nos corta un poco el mambo, y la que nos dice: “no grites tanto” o “a cierta edad no podés vivir con tu madre”, pero luego en lo privado la gente no se priva de muchos de esos impulsos. Y esta madre y esta hija decidieron desarrollar toda su vida en lo privado. Y eso hace que tengan cierto nivel de impunidad social.

A.H.: - Mi escritura no es programática, sino que es más bien caótica. Pero aun así, me doy cuenta de que no puedo escribir sobre otra cosa, y siempre termino escribiendo sobre personajes que están muy al borde de volverse lúmpenes. De hecho, en muchos casos pasan incluso a cometer actos de ilegalidad.

- La maternidad también es un tópico frecuente en tus libros.

A.H.: - Sí, mi escritura hoy gira en torno a tres cuestiones ineludibles: la extranjería -porque todos los personajes, quieran o no, son extranjeros y no se sabe de dónde vienen-, lo marginal y la maternidad. Yo pensé que con Degenerado, mi cuarta novela, iba a poder escribir sobre otras cuestiones, pero me di cuenta que no puedo. Todo en mis textos está cubierto de maternidad, aunque haya personajes que no son madres. Es algo que me apasiona, porque es una forma de amor muy extremo.

- Pero es una maternidad contada desde un lugar alternativo, no hegemónico, que incluso genera cierta incomodidad. ¿La maternidad como mandato sigue vigente?

A.H.: - Creo que, sin lugar a dudas, sobre todo en occidente y en ciertos sectores sociales, estamos viviendo un momento de transición y una especie de deseo de revolución social. Si bien sigue existiendo la mirada reprobatoria hacia las mujeres que no pudieron o no quisieron tener hijos, hay algo que está fluctuando y se está modificando. Igualmente, siento que más allá del discurso hegemónico, tenemos que observar lo que pasa hacia adentro nuestro. Porque más allá de lo que diga la publicidad, el marketing o el mainstream, me resulta muy interesante hablar con amigas que son y que no son madres y darme cuenta de que nosotras mismas nos exigimos y nos sentimos mal si no logramos cumplir con lo que creemos que tenemos que hacer en ese rol. Nunca llegamos a ese ideal. Siempre estamos en falta. De esa falta y odio interno están hechos mis personajes. Por eso, en la ficción me interesa explorar esas luchas internas, más allá de las fricciones que se dan hacia afuera.

C. B.: -Convertirse en madre todavía está visto como un valor y una virtud. La sociedad sigue pensando que tener un hijo es un éxito en sí mismo. Por eso creo que la maternidad puede ser entendida como otra forma de consumismo. Lo que reivindico, en este sentido, es que esta obra opone a esta cuestión una resistencia estética.

  • La débil mental puede verse en AREA 623 (Pasco 623), los martes a las 20.