Desde Santiago

Este lunes transcurrió en Chile marcado por preguntas y declaraciones. El resultado del plebiscito por la nueva Constitución sorprendió a todos los sectores, nadie había anticipado una derrota de esa magnitud por parte del Apruebo: más de 20 puntos de distancia ante el Rechazo, 38.14% contra 61.86%. Tampoco que votaría cerca del 85% de la población, para un total de casi 13 millones de electores, un récord en un país de baja participación. Se trató de un resultado que reconfiguró en una noche el mapa político nacional, con sus consecuentes incertidumbres.

Si bien las encuestas anticipaban que el Rechazo encabezaba sobre el Apruebo, no habían previsto ese resultado. Uno de los factores claves fue, como se había anticipado, la afluencia a las urnas producto del voto obligatorio. La gran cantidad de nuevos votantes favoreció de forma contundente el Rechazo al nuevo texto Constitucional: de los casi más de 4,5 millones electores más que votaron en esta elección respecto a diciembre del 2021, cuando Gabriel Boric ganó en segunda vuelta, solo cerca de 250.000 lo hicieron a favor del Apruebo. El resto, más de 4 millones, fueron por el Rechazo.

Los datos fueron contundentes: el Apruebo ganó únicamente en ocho comunas, con escasos márgenes, tres en la región de Valparaíso y cinco en la región metropolitana de Santiago, como en la popular comuna de Puente Alto con 50.97% contra 49.03, o la zona de Ñuñoa con 50.41% ante 49.59%. En algunas partes, que se proyectaban más fuertes, como Recoleta, gobernada por Daniel Jadue, se impuso el Rechazo con 51.93%. La votación del Rechazo tuvo números muy elevados en varias partes, como en el extremo norte del país en la región de Arica y Parinacota con 66.82%, subiendo aún más en el sur, como en la Araucanía con 73.69%.

El resultado se asimiló a un temblor político para quienes tenían depositadas sus expectativas en la victoria del Apruebo. No solamente por la derrota, sino por la magnitud y las hipótesis unas tras otras para responder a la pregunta: ¿qué pasó? ¿cómo explicar un rechazo tan categórico en un país que lleva tres años de movilizaciones y urnas en dirección progresista? Las preguntas recorrieron tanto los partidos, los movimientos sociales, el universo a favor del Apruebo, como los pasillos del Palacio de la Moneda, donde se sabía que una derrota en las urnas tendría consecuencias directas en el gobierno.

Una de las consecuencias fue la especulación acerca de un posible cambio dentro del gabinete. Raúl Soto, presidente de la Cámara de Diputados, parte del Partido Por la Democracia (PPD) que integra la coalición de gobierno, afirmó: “va a haber un cambio de timón en la conducción del gobierno, porque hay que cursar el golpe respecto a lo ocurrido ayer”. Un posible cambio dentro del gabinete podría modificar los equilibrios internos entre partidos, en el marco de un gobierno conformado por dos coaliciones: la que ganó la presidenciales, es decir, el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC) junto a independientes como la actual ministra de Interior, Izkia Siches, y aquellos provenientes de la exConcertación, como el PPD y el Partido Socialista (PS).

Soto realizó sus declaraciones en el marco de las reuniones del lunes del presidente, quien se reunió temprano con él y con el presidente de la Cámara del Senado, Álvaro Elizalde, del PS. Boric “nos ha pedido que en el Congreso Nacional se desarrolle un diálogo que permita establecer un camino institucional para avanzar en el proceso constituyente”, informó Elizalde, quien confirmó así que efectivamente tendrá lugar un nuevo proceso que deberá contar, se presupone, con los tres mismos pasos: elección de convencionales para una nueva Convención Constitucional, redacción de un nuevo texto, y otro plebiscito de salida.

El acuerdo respecto a un nuevo proceso constitucional fue ratificado el mismo domingo en la noche por todas las fuerzas encolumnadas tras el Rechazo. El lunes se reunieron tres de los principales espacios políticos que llevaron adelante esa campaña: Centro-Izquierda por el Futuro, Una que nos Una, y Amarillos por Chile, que plantearon la necesidad de avanzar en un “gran acuerdo de unidad” para el nuevo proceso constitucional. “Queremos una nueva y buena Constitución, pero que sea hecha a partir del diálogo, no de la intolerancia, del acuerdo y no del maximalismo y el espíritu refundacional”, declaró Cristián Warnken, uno de los voceros.

La respuesta a la pregunta de por qué el resultado encontró varias explicaciones e interpretaciones según posiciones políticas. “El gran derrotado ayer el PC y el octubrismo”, afirmó, por ejemplo, Warnken, tributando así a un análisis que sostiene que el problema del texto Constitucional fue su exceso de radicalidad, que se explicaría centralmente por el “octubrismo”, es decir los actores político-sociales procedentes de la revuelta de octubre del 2019 que ocuparon un lugar central en la Convención con las listas de independientes.

La mirada de Warnken respecto al “octubrismo” ya había tenido eco puertas adentro de partidos que son parte del gabinete. La presidenta del PS, Paulina Vodanovic, aseguró a mediados de agosto que “el principal problema de la Convención fue llevar listas de independientes”. ¿Cuántos comparten esa tesis dentro del gobierno? Del otro lado del análisis, es decir desde el “octubrismo”, una de las razones centrales de la derrota fue el mal desempeño del gobierno, las promesas incumplidas, justamente, con las demandas emanadas de las masivas protestas, y la baja aprobación del presidente que se trasladó al texto rechazado.

El resultado será analizado durante semanas. La crudeza de la derrota del Apruebo lleva a muchas preguntas: ¿qué no se había visto? ¿tanta gente estaba en desacuerdo y los termómetros de la militancia no lo percibieron? También conduce a interrogantes sobre mayorías: el Rechazo del domingo tuvo 2 millones más de votos que el Apruebo de 2020 cuando se decidió redactar una nueva Constitución. La presencia del voto obligatorio sin duda llevó a expresarse a franjas que antes se habían abstenido, mientras que otras personas efectivamente votaron a favor en 2020 y en contra en el plebiscito de salida. Algo cambió el domingo en Chile, tal vez el ciclo abierto en octubre de 2019 se haya cerrado.