Desde Comodoro Rivadavia

La investigación penal por el linchamiento de José Oviedo contó con la colaboración del sociólogo Leandro Gamallo, quien ya había trabajado sobre un caso similar en la provincia de Chubut. Su aporte contribuyó a entender las tramas profundas que se tejen hacia el interior de un barrio, es decir el espacio de cohesión social y de supervivencia donde las “acciones de violencia punitiva (linchamientos, ataques y estallidos) se han instalado como acciones posibles en nuestro país y, por lo tanto, forman parte de la caja de herramientas de las comunidades”.

Con su aporte, la fiscal Camila Banfi no buscó reducir las responsabilidades de les autores del linchamiento de José Oviedo sino entender qué ocurre hacia el interior de una comunidad determinada, un barrio donde viven 700 familias, que en 10 minutos persiguió y mató a una persona. ¿Por qué? ¿Qué barreras sociales no funcionaron? ¿Qué rol juegan las masculinidades violentas? ¿Cómo quedan los lazos sociales luego de un episodio de estas características?

“No podemos comprender este ataque sin contextualizar, por un lado, los conflictos territoriales previos que le dan sentido a los habitantes de este barrio en particular y, por otro, los modos de respuesta socialmente instalados ante estas situaciones de dislocación de sentido como el ataque a un niño. No estamos con esto justificando ni defendiendo este accionar de control social comunitario que se refleja en fragmentaciones y dominaciones al interior de los territorios. Estamos tratando de comprender y explicar estos comportamientos”, escribió Gamallo en su informe.

Según su investigación, los mensajes distribuidos por WhastApp “no funcionaron como planificadores de la represalia (el linchamiento), sino como ‘espiral de señales’ que alimentaron la disconformidad, la indignación y la necesidad de reparación ante un hecho considerado aberrante como el ultraje a un niño.”

Los videos analizados por la fiscal Banfi y el sociólogo Gamallo dan cuenta de que las mujeres fueron quienes más expresaban la “indignación” y los reclamos de mayor seguridad –esa espiral de señales de la que habla el sociólogo-, mientras que los varones fueron quienes ejercieron, en mayor medida, “la violencia punitiva”.

“Los lazos sociales quedan totalmente rotos entre los habitantes, se generan rivalidades. El desafío luego de un linchamiento es reconstruir ese tejido social que se quebró, y sobre todo deconstruir las masculinidades violentas. Hay que avanzar sobre la construcción de identidades masculinas no violentas –como en el caso de los Rugbiers- y trabajar con las víctimas de delito para que no busquen revancha ni reproduzcan la violencia”, concluyó Gamallo en diálogo con Página/12.