En el escenario se siente tan libre como en el living de su casa. Sus temas tienen un perfume spinetteano que escasea en nuestra era. De día trabaja como encargada de un edificio pero no puede concebir la vida sin música y sin arte. Tiene 59 años y a los 16 ya tocaba en bandas haciendo covers de Los Rolling Stones con una imagen ambigua, más bien de nena. Mientras graba su segundo disco no deja de tocar y hacer activismo trans con su sola presencia. 

El primer recital que vio fue La Joven Guardia cuando tocaban “El extraño del pelo largo” en un teatro de Avellaneda, estuvo en La Rural cuando tocó Serú Girán, y en casi todos las presentaciones de los grupos del rock nacional de los 70s. Cuando Spinetta tocó en Barrancas de Belgrano, en el 86, Luz se emocionó al escuchar al “Flaco” recitar “Será que la canción llegó hasta el sol”. “Es un artista que me comunica mucho”, dice Luz. Se trasluce la influencia en sus canciones. Algunas de sus favoritas son: “Las manos de Fermín”, de Almendra y “Canción de Hollywood” de Serú Girán. En relación a la música que ahora se escucha, Luz cita a Bela Bartók: “Si quieren lo moderno que escuchen el pasado; porque al escucharlo se renueva”. 

MUCHACHA ROCK

“Yo vengo de una casa obrera. Nací en Avellaneda. En casa había discos de jazz, tropical, folklore. Cuando nací ya estaban los discos de Los Beatles. Mi mamá era fanática de Elvis (Presley). Íbamos al cine a ver las películas de él en blanco y negro, en el año 62 o 65. También me gusta El Chuchi Leguizamón, XTC, Yupanqui”. 

Luz hoy tiene  59 años y toca la guitarra desde chiquita. Su papá, además de ser mecánico, de noche se ponía un traje azul y todo engominado salía a tocar la guitarra con un amigo que cantaba tangos de Agustín Magaldi; ella cuenta que el padre llegó a ver su transición y a entederla también.  “Después trabajé haciendo música para cine y en esa época me filmaron para hacer un documental, porque cuando era chica formaba parte de una banda que se llamaba Luly la fundición. Hacíamos un repertorio de Los Stones y ya me vestía así. Ahí tenía 15 años. Tocábamos para entretener al público en los clubes donde después se presentaba Manal y Vox Dei”. 

Sos una de las primeras rockeras trans…

En aquella época, ya me llamaban Josefina, porque siempre di imagen de chica, menudita, me dejaba el pelito largo para abajo. “¿Vos querida que queres?”, me preguntaban en el kiosco. Una amiga me hacía la ropa. Una vez fui al show con botitas, medias y una minifalda como mamá Noel; y los tipos me decían de todo…

¿Por ejemplo?

Te voy a matar. Te voy a romper toda. Piropos, imagínate. Al principio, con el grupo, no nos daban bolilla, pero después nos aplaudían. Una vez cuando terminamos agradecí a Vox Dei por compartir el escenario con nosotrxs y vino una ovación; ya nos habíamos ganado al público. En ese tiempo el público era bastante… machista. Yo dejé la música por eso. La mayoría de los músicos están esperando que piquen las chicas y yo daba una imagen femenina pero que también yo le gustaba a las chicas, pero a mí me gustaba el mozo del lugar.  En los 80s dejé la música por la fuerza bruta del machismo; porque no sabía cómo resolver el tema. Me metí en otras cosas para esconderme. 

¿Qué cosas hiciste?

Busqué meterme en la religión. Estuve en el postulado de los Franciscanos de Pompeya, pero como estaba Antonio Puigjané que decía que había que volver a la pobreza, entonces el seminario lo hizo en la villa 21. Ahí todavía no era Luz, pero me tenían entre ojo y ojo, porque me preguntaba si me gustaban las chicas. Yo había querido entrar con los Benedictinos y me dijeron que buscara por otro lado.

Se supone que si tenías fe y era tu vocación…

Y, porque se imaginaban… Yo me quise suicidar cuando tenía 16 años; no sabía qué me pasaba. No tenía ayuda. Estaba en un mundo donde esto no estaba visible y me sentía sola. Me paré frente al tren y cuando vino me tiré, pero para el otro lado; por el susto que tuve…A los curas les conté que no había estado con ninguna mujer, cuando me preguntaron. Aunque había estado con una prostituta, pero a medias… 

¿Cómo fue eso?

Yo tenía un noviecito. Íbamos a besarnos en el Parque Dominico, en el fondo, cerca de la estación, nos pajeábamos con gran entusiasmo y salíamos encendidísimos. Llego a casa y me encuentro a mi primo, maestro mayor de obras, y le dice a mi papá que me llevaba para sacarme bueno. Me llevaba para debutar. Era un momento muy difícil y yo lo vivía con mucha angustia. Fuimos a lo de Victoria. Le dijo que me tratara bien que era mi primera vez. Se fue. Nos desvestimos, estábamos las dos sacándonos la última prenda cuando me dijo: Dale, papi, vení. Entonces le dije: me gusta los chicos y siento cosas como si fuera una chica. Ella se sentó desnuda en el borde de la cama. Me preguntó si fumaba. Le dije que no le contara nada a mi primo y que yo quería que ella cobrara igual. Yo tenía 16. Las dos en bolas. Me preguntó si tenía algún novio. Le dije que sí, que pensaba en el vestido que me quería poner para él; ella fue la primera persona que me trató en femenino. Le conté que me había querido suicidar y me dijo que tenía que quedarme tranquila, que no tenía que desesperame porque la vida cambia todos los días. Esas palabras me cambiaron la vida.

Después de los franciscanos ¿Qué hiciste?

Habré estado con ellos un año y después que me fueron. No veían que yo tuviera la vocación. Me dije que tenía que buscarme un trabajo y fui diariera. De noche, para no tener contacto con la gente. Fui entrando a un ostracismo. No podía salir a la calle. 

Tiempos difíciles…

Estaban los milicos. Yo todavía vivía con mis viejos y ellos estaban muy preocupados. Después apareció un amigo de Wilde que estaba haciendo un trío y ahí volví de nuevo con la música y a tener confianza en mí. Estuve gambeteándola hasta hace 15 años atrás, que empecé a trabajar haciendo música para películas. Cuando quisieron hacer el documental sobre mí vida y me maquillaron, me vi al espejo, fue ahí que me enamoré de mí; y que me acepté. Caminé por Florida y me compré un vestido.

¿Ahora de qué trabajas?

Soy encargada de un edificio en Las Cañitas. Es mi modo de ganarme la vida, pero vivo con y por la música; y por otras artes como el dibujo, el cine, la fotografía. Yo agarré el trabajo con el otro nombre, después hice el nuevo documento.

¿Te aceptaron bien en tu trabajo?

La señora del 6° me dijo que le parecía bien y que prefería tener una encargada antes que un encargado; en eso no tuve problemas. El tema estaba en mí, con todos los prejuicios que te inculcan desde la cultura. Ahora vivo como me percibo. Solo soy yo cuando estoy con la música.

TODA LA VIDA TIENE MÚSICA

Estas grabando tu segundo disco…

En el Estudio Cuarzo con un productor. Formamos un trío: guitarra, bajo y batería, y si hace falta invitamos algún tecladista. Yo canto y compongo. 

Tus letras no van por el lado del activismo LGBTTIQ.

Creo que no tengo talento para eso, prefiero que mi activismo sea yo misma. Cuando me presento digo: “Soy Luz Galatea, artista trans”, y todo bien. En el 2017 grabé el primero, que se llama “Amores en el estío”. Estudié música en el conservatorio. Di clases un tiempo pero por ahí no estaba lo mío. Estoy en una etapa feliz porque creo que mis letras pueden hacerles una pausa en el día a las personas que lo escuchan y por ese instante hacerle un bien. Como decía el Maestro Spinetta, no están inspiradas en pavadas. Yo no sirvo para contar historias, sino para metáforas e imágenes: Ella duerme sobre el rio / espera la mañana / al llegar la luz del alba solo ríe solo caya, habla sobre una nena que se ahogó, yo escribí esa canción para sacarme la angustia de encima. 

¿Qué cosas te motivan a la hora de escribir?

La mujer como tema, en todas sus facetas: como niña, madre. Ella es tan pequeña aquí / bajo el sol ya ni se la ve / despliega sus alas si se va / ella va desojándose con la luz del amanecer / se va sin decir porqué / simulando que nadie la ve. Habla de una amiga que busca su destino. Que se iba a Tucumán, que se iba para allá; era huérfana. Me nutro de la vida diaria. En cuanto al activismo trans, lo que deseo es que dejemos de estar tan dispersas. Hay que dejar de llorar y concretar proyectos. Que seamos más unidas y dejemos nuestro propio proyecto de lado para pensar en un destino como sociedad. Si podremos despegar algún día, es una incógnita…  Como decía Atahualpa (Yupanqui) siempre estamos como hormiguero pateado. 

¿Cuál es tu postura frente al amor? 

En mi juventud he vivido el amor. Salí con un chico, bajista, con el que viví tres años. Yo quería que él me tratara como chica, igual vivimos un amor muy grande. Después tuve parejas de corto tiempo. Yo creo que el amor es posible y todo lo puede. En él vivimos y en él nos movemos.

Viernes 4 de julio, 23 horas. Kif Cervecería, Av. Córdoba 5600.