Como lo hicieron las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, el avance de un modelo social de exclusión exige salir a la calle a defender nuestros derechos. Este 24M, marchamos por una alternativa democrática, popular y feminista.

Marzo es, sin lugar a dudas, un mes para la memoria, para la reflexión sobre nuestro pasado. El 8M recordamos las luchas de las mujeres por la igualdad, las enormes conquistas a favor de una sociedad menos desigual representadas en algunas historias, nombres y relatos. Virginia Bolten, Julieta Lanteri, Evita, y tantas otras fueron construyendo, con sus experiencias, un mundo mejor para las generaciones venideras.

¿Cómo no pensar entonces en las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en los días próximos al 24 de Marzo? Mujeres, también ellas, que salieron a las calles a exigir verdad, memoria y justicia en el marco de la más brutal dictadura cívico-militar-eclesiástica de nuestra historia.

Así como ellas, que marcharon en las plazas para ponerle un límite a la dictadura genocida, en el presente, y bajo la amenaza constante de un modelo económico y social excluyente, somos también las mujeres, desde nuestros diferentes ámbitos y desde nuestras identidades diversas, las que salimos a las calles en defensa de nuestros derechos.

Porque la democracia es también la protección comprometida y participativa de nuestras conquistas. La defensa de nuestros derechos sexuales y reproductivos, a elegir cómo y cuándo maternar, está íntimamente articulada con las luchas por la defensa de los derechos humanos acontecidas en nuestros país a lo largo de toda nuestra historia.

Asimismo, las políticas económicas implementadas desde 2016, que tienen un impacto regresivo sobre el poder adquisitivo de todas y todos, repercuten, particularmente, sobre las mujeres. La feminización de la pobreza y la precariedad laboral de la que somos víctimas persiguen el disciplinamiento social a través de la negación sistemática de derechos fundamentales.

Nuestra historia, rica en experiencias de resistencia, frente al avance de políticas de exclusión y de violación sistemática de derechos fundamentales, nos impulsa a seguir trabajando para frenar una amenaza que es continental y que se expresa hoy, por ejemplo, en la persecución judicial a los opositores políticos y la difamación pública, sin pruebas, que pone en duda, inclusive, la existencia misma del estado de derecho.

El momento que vivimos debe encontrarnos unidas y unidos a quienes, desde los diferentes sectores políticos y sociales, creemos convincentemente que un país más democrático, más inclusivo y menos desigual es posible. Nuestro compromiso es por la solidaridad, por la igualdad y por la construcción de una alternativa democrática, popular y feminista.

(*) Diputada Provincial Partido SI (Solidaridad e Igualdad) - Presidenta Red de Mujeres Parlamentarias de las Américas