La canciller alemana, Angela Merkel, recibe hoy al presidente ruso, Vladimir Putin, en su segundo encuentro en poco más de tres meses, que denota un cambio de rumbo en las relaciones y la necesidad de diálogo sobre asuntos como el futuro de Siria y Ucrania, el acuerdo nuclear con Irán, cuestiones energéticas y, en particular, sobre la política estadounidense. “La canciller está contenta de poder saludar al presidente Putin el sábado en el palacio de Meseberg”, la residencia oficial para visitas de Estado en Brandenburgo, tres meses después de su reunión en el balneario ruso de Sochi, afirmó ayer en una rueda de prensa rutinaria el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert.

Las relaciones entre Alemania y Rusia se deterioraron considerablemente con la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014, para Berlín una flagrante violación del derecho internacional, y el apoyo de Moscú a las fuerzas rebeldes prorrusas en el este de Ucrania. Aún así, en cuestiones como la guerra en Siria, donde Moscú apoya al presidente Bashir al Assad, Alemania ha seguido apostando por el diálogo con Rusia, postura que cobra aún más sentido desde la llegada del presidente estadounidense, Donald Trump, a la Casa Blanca en enero de 2017. 

Para Stefan Meister, director del Centro Robert Bosch para Europa Central y Oriental, Rusia y Asia Central en el Consejo Alemán de Política Exterior (DGAP), la política de Trump es “un importante impulsor de este acercamiento”, que ya se vislumbró con el compromiso expresado por Alemania y Rusia con el acuerdo nuclear suscrito en 2015 con Irán tras abandonarlo en mayo pasado Estados Unidos. A ello se suman las nuevas sanciones impuestas por Washington a Rusia en respuesta al ataque contra el exespía ruso Serguei Skripal en el Reino Unido y la amenaza de medidas aún más severas si el Gobierno ruso no permite, en un plazo de tres meses, una inspección de un organismo internacional y no garantiza que no volverá a emplear armamento químico. 

Estas sanciones adicionales podrían afectar directamente al proyecto de gasoducto Nord Stream II, que conectará directamente Rusia con Alemania a través del Mar Báltico y es visto con malos ojos por el Gobierno estadounidense, que llegó a calificar a Alemania de “rehén” de Moscú por su dependencia energética de Rusia.

Precisamente el Nord Stream II entra dentro del marco de las cuestiones energéticas que debatirán Merkel y Putin en su encuentro mañana, en particular el papel que desempeñará Ucrania en el futuro como país de tránsito del gas ruso, y que defiende Alemania, confirmó Seibert.

Pero tampoco las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea pasan por su mejor momento, en particular debido a la política comercial estadounidense y las medidas proteccionistas de Trump.