Antes de una pelea los boxeadores tienen que dar el peso de su categoría, para eso la mayoría se somete a una dieta extrema sin dejar de entrenar, la combinación por supuesto es demencial, gastar energías que no tenés porque casi no comés. “No puede ser bueno para el cuerpo todo esto”, le comenté inocentemente a un peleador una vez; “esto no se trata de ser saludable ni de estar en forma, salgo a un ring a romper huesos”. Tiene sentido. En la clase de kick boxing todos me aconsejan que no le pegue a nadie nunca, que no me da el chasis. “Vos pegás con la lengua, eso es lo tuyo.” Acepto. Es muy difícil de entender por qué una persona quiere subirse a un ring a  lastimarse, básicamente lo que la gente evita por todos los medios en su vida. El peleador se sube a un ring a probarse, no solo su fuerza, su coraje, su capacidad de pegar o de esquivar, de encontrar el hueco por donde entrar, de anticiparse, de saberlo y verlo antes. Pelear con la lengua es igual, pero como hay un doble standard del que no podemos escapar, pelear nunca es igual para hombres y mujeres. Cuando un hombre pelea con la lengua en realidad discute, cuando una mujer pelea con la lengua es agresiva, conchuda y mal educada. 

La televisión es un lugar hostil para cualquiera, casi tanto como un ring; los panelistas no quieren saber nada de vos realmente, quieren sacarte de tu eje, hacerte pisar el palito y que digas algo jugoso que sirva para un buen graph. Nada en la televisión tiene que ver con las buenas intenciones, el respeto, la humildad o el buen proceder de la humanidad: la televisión rompe huesos, y no es para todo el mundo. Mi peleador favorito se sube al ring riendo, porque eso da más miedo, no demostrar miedo. Ayer me sacaron de un móvil porque me estaba riendo de mi oponente, porque no le creo la solemnidad a la tele, porque me atacaban con peleas de twitter, porque cancherear es patrimonio de los varones, porque cancherear es para los petinattos, los pergolinis y los beto casella. Las mujeres debemos sonreír, responder pasivamente y dar explicaciones por todo lo que pensamos y decimos. Porque pase lo que pase nos quieren domesticar, nos quieren quietitas en nuestro lugar. Predecibles, sometidas y serias. Eso no va a pasar, vamos a romper todo, cagándonos de risa. M