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Domingo, 9 de diciembre de 2007
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Conflicto por el aumento de precios de alimentos

Historia repetida

En esta oportunidad, el problema estalló en el circuito lácteo. El conflicto con los tamberos adelanta más tensiones y amenaza de desabastecimiento.

Por Claudio Scaletta
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Los tamberos anunciaron que empezarán a bloquear la salida de las usinas industriales.

La forma de la noticia puede cambiar, pero los contenidos y los procesos económicos que la sustentan, se repiten. La secuencia es casi lineal. Un producto sube de precio y afecta el IPC según el Indec. Un funcionario mira la planilla y levanta el teléfono. Del otro lado, un empresario recita la batería de aumentos de costos. El funcionario, avisado, extiende el análisis a la cadena de formación del precio del producto. En la pesquisa detecta que uno de los costos se escapó más que otros y ataca por allí. El proveedor del insumo atacado reacciona con virulencia previsible y suma a escena su propia estructura de costos. Sostiene que si le afectan el precio ya no tendrá rentabilidad, deberá dedicarse a otra cosa –se trata siempre de economías sin costos de transacción– y tronará la escasez. El remedio será peor que la enfermedad. Ante la efervescencia de los proveedores de insumos, en el eslabón superior del circuito se reajustan precios, primer efecto de la “escasez”. El grito es ahora de los consumidores. Los medios de comunicación amplifican posiciones. Las dirigencias gremiales se asumen en pie de lucha. Las bases presionan. El funcionario, si es autocrítico, se pregunta si tomó la decisión correcta. Los afectados argumentan que el funcionario “favorece” al sector equivocado y aseguran que la racionalidad de las decisiones “no es de raíz económica”. Cuando todo amenaza desbordarse aparece la doctrina Pugliese (Juan Carlos, ex ministro de la UCR que “les habló a los empresarios con el corazón y le contestaron con el bolsillo”). Un ministro achaca a los empresarios “falta de solidaridad”, concepto no incluido en los tratados de contabilidad. Provocado el efecto político, las segundas líneas sacan a relucir los subsidios entregados y por entregar. La oposición política se suma a las críticas. Desde el Gobierno responden que es necesario cuidar el consumo interno. En la economía real las exportaciones crecen a una velocidad distinta de la de la producción. Las tensiones del modelo exportador se vuelven inevitables y las ventas al exterior se ralentizan.

¿La secuencia pertenece a sucesos de los circuitos agroindustriales de la carne, de la leche o del trigo? Sólo es posible responder con el dato de la ocurrencia temporal. En las últimas semanas correspondió al circuito lácteo. Las estadísticas, como reseñó Cash en su momento, muestran un aumento tendencial del precio en dólares recibido por los tamberos. Se pagaban 16 centavos de dólar promedio por el litro de leche en abril de 2005, 16,5 en 2006 y 24 en el mismo mes de 2007 (unos 75 centavos de peso). Luego del fallido intento de retrotraer valores a principios de 2007 (73 centavos), la nueva oferta de Economía difundida esta semana es de 78 centavos de peso. Ocurre luego de que la leche de más calidad alcance 88 centavos el litro en puerta de tambo. A la nueva oferta debe agregarse la continuidad de los subsidios a los productores primarios, que ya suman cerca de 80 millones de pesos. La primera impresión es que cada cual recibe lo suyo. Pero las repercusiones y rechazos, siempre razonables tratándose de quitas, indicarían que algo no anda bien. Una parte de la reacción podría atribuirse al poder de queja del agro, pero no alcanza. Esta semana las asociaciones de consumidores, muchas veces cercanas a los intereses de las grandes bocas minoristas, comenzaron a hablar de escasez en góndolas, situación que se agravará cuando se concreten los bloqueos a las usinas anunciados también esta semana por los tamberos.

Regresando a la unidad de los procesos económicos subyacentes, en la economía local estas películas tienen finales anunciados: mayores precios finales. Parece absolutamente racional atacar la estructura de formación de precios. Más difícil es juzgar la posibilidad real de reducir precios convalidados en mercados oligopsónicos. Es decir, aceptados por los sectores que tienen más poder dentro de sus mercados particulares: las usinas. No se trata de decir que el ajuste es cosa del “mercado”, sino de señalar que la historia económica enseña que de los problemas de precios, del tipo que fueren, siempre es más fácil salir hacia delante que hacia atrás, lo que siempre significa un desmedido aumento de la conflictividad.

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