A tono con otros organismos de la administración pública, desde el Hospital de Clínicas advierten que por falta de fondos solo podrán funcionar hasta mayo. La institución, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, solo tiene presupuesto suficiente para un mes más y las alertas se encienden entre quienes lo administran así como en toda su comunidad de profesionales y pacientes. De no mediar refuerzos por parte del gobierno de Javier Milei --con una inflación interanual de 287 por ciento--, la institución que hace un siglo y medio de historia se dedica a la asistencia, la docencia y la investigación podría cerrar sus puertas.

El próximo jueves, por una situación que evalúan “insostenible”, realizarán un abrazo simbólico a la entidad ubicada en CABA (Av. Córdoba 2351). Así lo refiere en diálogo con Página 12 Marcelo Melo, profesor y director del Hospital. “Con viento a favor tenemos presupuesto hasta mayo. Estamos limitando mucho las prestaciones: tenemos muchos problemas con los turnos quirúrgicos al reprogramar cirugías, así como tampoco podemos comprar medicamentos de alto costo para tratar a las personas internadas porque escapan a nuestras posibilidades”. Y continúa: “También se ven seriamente afectadas nuestras funciones de docencia e investigación. Buscamos que el Hospital vuelva a funcionar para poder cumplir con el lema de Enseñar, curar e investigar”.

Se estima que, al año, la institución recibe las consultas de 365 mil personas y realiza 9 mil intervenciones quirúrgicas. Todos los días, entre profesionales, administrativos, pacientes y familiares, 10 mil personas caminan sus pasillos e ingresan a sus salas. Se trata del mejor hospital público nacional y uno de los mejores de Latinoamérica, de acuerdo al ranking confeccionado por Hospirank. De hecho, se destaca por aspectos como la capacidad de diagnóstico y la infraestructura quirúrgica. Sin embargo, ante la falta de presupuesto, la calidad de atención se reduce de manera notable.

El Hospital de Clínicas, en buena medida, atiende individuos que muchas veces no tienen acceso al sector privado (el 50 por ciento no dispone de cobertura social) y aproximadamente un 30 por ciento de los pacientes son jubilados con cobertura PAMI. Sobre ello, Melo amplía: “La gran mayoría de los que se atiende no tiene cobertura. La mitad proviene de CABA y la otra parte de Provincia de Buenos Aires y el resto del país. Después, también tenemos un porcentaje importante de pacientes de PAMI y una menor porción de personas que, pese a tener cobertura privada, nos eligen porque vienen recomendadas por la excelencia del servicio que prestamos”.

El Clínicas también realiza tareas de investigación y docencia de primer nivel, crucial para la formación de recursos humanos. Se calcula que unos 1500 estudiantes de las diferentes carreras médicas asisten cada día para completar su formación y poder especializarse en terreno. Los jóvenes que acompañan en el consultorio a un profesional de mayor trayectoria necesitan aprender porque serán los profesionales del futuro. Por este motivo, las prácticas en salud en instituciones de calidad son decisivas.

Desde aquí, Melo observa: “Es un Hospital escuela que se dedica muchísimo a la docencia. Aquí se forman los diferentes profesionales de las diversas especialidades que en el futuro trabajarán en otros hospitales o bien en centros privados. Se formaron en una universidad pública de primer nivel y pasaron por el Clínicas para la parte asistencial”. Un orgullo argentino que el gobierno libertario busca desfinanciar.

Falta de medicamentos e insumos

Frente al aumento de las prepagas --previa desregulación del gobierno-- y la escalada del precio en los medicamentos, el Clínicas se ubica como una opción para cada vez más gente. El problema es que, ante una afluencia creciente, la institución se halla cada vez más desguarnecida. Así, cuando hace apenas unos meses los pacientes conseguían turnos en dos o tres semanas, en el presente lo hacen a cinco o seis meses.

Según el último informe de Ceprofar (Centro de Profesionales Farmacéuticos), “los laboratorios medicinales continúan aumentando los precios sin ningún tipo de regulación ni control”. En febrero incrementaron los precios por sobre la inflación; esto es, 15,8 por ciento frente a una inflación de 13,2 por ciento. Si se tiene en cuenta el período que va desde el 1° de noviembre al 29 de febrero de 2024, los medicamentos recetados más usados llevan un aumento de 146 por ciento, contra un 93 por ciento de inflación.

A partir de estas subas, buena parte del presupuesto del Hospital se destina a la compra de estos insumos mientras otros comienzan a faltar, como los materiales descartables. “El problema de que se trate de una institución sanitaria es que la inflación de los insumos hospitalarios fue muy alta. En los medicamentos estamos hablando de una inflación que en algunos casos llega a 800 o 1000 por ciento. De esta manera, el presupuesto del año pasado que estamos utilizando para este 2024 nos queda recontra corto”, dice Melo.

Un golpe duro

La idea de prorrogar en 2024 el presupuesto de 2023 obedece, según los argumentos que utiliza el ministerio de Economía, a lograr el déficit 0. La premisa subyacente es la existencia de un Estado ineficaz que despilfarra, que debe ajustar sus cuentas y despedir a aquellos trabajadores que sobran. Lo que, por el contrario, la motosierra del gobierno no tiene en cuenta es el rol fundamental que cumplen la mayoría de los organismos que busca arrasar.

Melo ingresó al Hospital en 1986 y lo dirige desde 2017. Con toda esa experiencia a cuestas, remata: “A excepción de una época muy mala durante tres o cuatro meses en 1985/86, la situación actual es de las más complicadas. Nos preocupa mucho porque, precisamente, el año pasado tuvimos un desempeño muy bueno. Teníamos insumos y veníamos muy bien. Es una lástima: hace poquito las cosas andaban tan bien y les dábamos una respuesta muy aceptable a la comunidad. Ahora, de golpe, ocurre todo lo contrario”.

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