“En algún momento va a salir”, sonríe Julián Peralta. Noche random, el último disco de Astillero, está listo para lanzarse desde hace meses. Pero en las plataformas, ni noticias. Para escucharlo hay que acercarse al ciclo que el sexteto de tango de vanguardia hace todos los martes en Pista Urbana (Chacabuco 874). “Funciona muy bien que la gente, como la presentación la hacemos en vivo y no está en plataforma, viene más”, cuenta. Más allá del disco inédito, en Pista Urbana la agrupación suma temas característicos de su repertorio, de esos que la convirtieron en referente del tango de hoy.

Para los términos de Astillero, Noche random es una suerte de rareza. En principio porque –reconoce el propio Peralta- es el único, más allá del primero (Tango de ruptura, en 2008), que no tiene un eje conceptual rector detrás. Pero tampoco es un rejunte de temas, más allá de que Peralta lo considere “de lógica caótica”.

Por un lado está atravesado todo por una línea sonora común que podría definirse como tango-misterio. El sonido de Astillero es reconocible por cualquiera que frecuente las salas vinculadas al tango. Aquí ese sonido suma una suerte de inquietud, de incertidumbre respecto al presente, que trasunta todos los temas, cuyos títulos también resultan sugestivos en ese sentido: “Promesa”, “Vigilia”, “Laberinto” y otros. Es música para pensar en una ciudad. Una ciudad concreta: la Buenos Aires de madrugada, que suele ser la interlocutora habitual del compositor. En este caso, ese aire se explica por el contexto de producción del disco. La mayoría de los otros se produjeron durante la rabia del covid. Es fácil asociar el clima de misterio del disco con la incertidumbre del aislamiento.

Otro aspecto llamativo de Noche random es que la banda ni siquiera anticipó algún single. “Estamos volviendo al formato largo. Nosotros, porque el mundo va para otro lado”, se encoje de hombros el pianista. “Asumimos que somos raros”, zanja. El último disco de la banda fue Arcadia, un ep donde habían puesto en pausa su línea instrumental para sumar al Chino Laborde en la voz. “Fue la prueba de un disco corto, porque total no hay formato que lo sostenga, y era la anécdota de hacer canciones”, rememora Peralta. “Lo cierto es que no disfrutamos el proceso tanto como hacer un disco entero”, reconoce. ¿Y para el futuro? “Ahora ya estamos laburando en un disco de once temas con un concepto. Como en los 70, nos criamos con eso y vamos por ahí”.