"Que el gobierno de turno no te borre la memoria. eran 30.400". Flor sostenía su cartel hecho a mano, con fibrón y papel afiche blanco. "Lo hice hoy. ¿Vos viste la publicación de Casa Rosada?", responde. Flor es médica y no milita "para nadie". La movilización del 24 de marzo fue inédita en Rosario. Cuando el acto en el Parque Nacional a la Bandera empezaba, todavía salían columnas desde la plaza San Martín. El llegar incesante de las personas se extendió hasta el atardecer. Desde la organización se estimaron más de 90.000 personas. Una cifra pocas veces vista en la ciudad. 

El clima era de encuentro colectivo, de reconocimiento, la muchedumbre se sentó a tomar mates en pequeños grupos, en rondas. Casi en la clave del documento que se leyó cuando ya anochecía. "Hoy hay que resistir y organizarse en cada plaza, en cada asamblea, en cada club, en cada lugar de trabajo, en cada escuela, en cada centro cultural, biblioteca, comedor, así como los espacios virtuales y redes sociales, para rechazar este plan que no sólo provoca miseria, sino que pone en riesgo la soberanía", fue uno de los párrafos del documento elaborado colectivamente por el Espacio Juicio y Castigo. 

La masividad se podía ver desde un escenario donde actuó primero "El rock de los fachos". "Para que esto siga siendo un chiste, memoria, verdad y justicia. Nunca Más", arengó Mumo Oviedo, integrante del grupo que parodia al fascismo sobre canciones del rock nacional. 

Las personas sueltas fueron uno de los datos del día, muchas de esas personas se sumaron a las columnas de los organismos de derechos humanos. Nunca fue tanta la cantidad de gente detrás de la bandera de HIJOS. Detrás de Nietes se congregaron más jóvenes, que también eran muchísimos. 

Foto: Sebastián Vargas

Las remeras con inscripciones de pañuelos blancos jalonaron toda la marcha, interminable. "De este pañuelo aprendi a exigir justicia en lugar de venganza", decía una de esas prendas.

Apenas salió la marcha, en San Lorenzo 1847, hubo una primera parada, al grito de "como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar", frente a la casa Manuel Cunha Ferré, acusado del secuestro de Héctor Germán Oesterheld y Roberto Carri, entre otros militantes. El genocida fue escrachado el 13 de octubre de 2018, pero sigue viviendo en el mismo lugar. "Alerta, alerta, alerta que caminan, milicos genocidas por las calles rosarinas", arengaban desde el megáfono. 

Marcharon personas adultas mayores, a pesar del calor y el sol abrasador, marcharon niñas a cocochito de sus padres, con pañuelos blancos atados en sus cabezas. Para las más jóvenes, así se usa el pañuelo, como lo hacían las Madres, que ya no están para marchar en Rosario, pero dejaron su legado. Al llegar al Parque a la Bandera, se las pudo ver en fotos que se reproducían en pantallas sobre el escenario.  

"No somos sus viejes meados. Somos sobrevivientes sujetos de derecho". Otro cartel hecho a mano, esta vez por Olga, de 86 años, integrante de la Mesa Coordinadora de Jubilados, que inició en los años 90 el inolvidable Enrique Gigena. 

La marcha parecía interminable. El sector encabezado por el Movimiento Sindical Rosarino colmó cuadras y cuadras. El sindicatos de Luz y Fuerza, con sus pecheras azules, se hizo escuchar con los tambores que tocaban una chica y cinco varones. La columna de la Bancaria estaba encabezada con manifestantes que llevaban pancartas de lxs trabajadorxs bancarios desaparecidos. El sindicato de Cadetes también marchó, algunos de sus manifestantes llevaban su moto al lado. Municipales, ATSA, Correos, SADOP, Prensa, también fueron parte de esa interminable columna de trabajadorxs organizados. 

Cuando pasó Amsafé, los pañuelos blancos dibujados sobre cartulinas de colores relucieron, y sobre todo lxs manifestantes jóvenes con guardapolvos blancos que llevaban en sus espaldas los nombres de militantes desaparecidxs. Eran montones, y ruidosxs. "Somos la gloriosa juventud de CTERA, la de Arancibia y Requena", gritaban lxs manifestantes. "Lo fuimos pintando entre toda la agrupacion Trabajadores de la Educación, hace muchos años y siempre nos faltan más", contaron Marcos, profesor de música y Sabrina, maestra de grado, que llevaba el guardapolvo con el nombre de María Catalina Benassi. 

Seguir la marcha fue una quimera, porque se hacía interminable, diversa, multicolor, llena de abrazos y comentarios sobre "el profundo desacuerdo" con el gobierno nacional. La coordinadora Orgullo que nuclea a agrupaciones de los colectivos LGTBIQ+ llevaba una bandera negra con la pregunta "¿Donde está Tehuel?", en relación a Tehuel de la Torre, adolescente trans desaparecido en provincia de Buenos Aires. Hubo también una columna de Varones trans y no binaries, con sus banderas multicolores. Una bandera pequeña decía presente por el Archivo de la Memoria Trans. 

A cada paso, las remeras con inscripciones marcaban el ritmo de la movilización. "Mi corazón tiene memoria", estaba escrito sobre pañuelos y remeras, con pañuelos blancos y corazones rojos. La murga Okuupando Levitas le dio un toque de ritmo y color a la marcha, con su ritmo de redoblantes. Uno de sus integrantes llevaba un paraguas con el pañuelo blanco dibujado. Las caras con pañuelos blancos pintados con glitter también hicieron presentes a las inolvidables Madres de la Plaza 25 de Mayo a cada paso de la marcha.

Y en el acto, además de la música y el rock, los reclamos colectivos. "Hoy urge para el campo popular imaginar nuevos objetivos estratégicos, que se articulen las luchas que lenta pero incesantemente van desafiando el protocolo represivo, a la derecha autoritaria y nostálgica de la dictadura y a los dueños del poder que son los mismos de siempre", decía el documento que leyeron integrantes de los organismos de derechos humanos. 

Enfrente del escenario, en primera fila, hubo algunas sillas para que las personas mayores se sentaran a ver el acto. Organizaciones sociales, de la sociedad civil, asociaciones profesionales como el Colegio de Psicologxs, que marchó detrás de una enorme barredora con las fotos de estudiantes de psicología y psicologxs de la UNR desaparecidos y asesinados por la última dictadura militar, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Regional Rosario y la Pastoral social evangélica compartieron marcha con Ramón, el papá de Franco Casco, que sigue pidiendo justicia por su hijo, que desapareció el 6 de octubre de 2014 y fue visto por última vez en la comisaría 7°.

Hubo jóvenes con remeras de Maradona. Porque el Diego, como Pueblo Canalla y la peña Anna Margarita, de Newell's, estuvieron presentes. Hubo estudiantes, trabajadores, profesionales, artistas, como Jorge Fandermole, hubo niñxs, adolescentes, familias completas. Hubo una manifestación histórica que repudió el golpe de estado para plantar una bandera hacia el presente y el futuro.