Volvieron los silbidos al Nuevo Gasómetro de San Lorenzo. Los murmullos tribuneros empezaron a bajar allá por la media hora del segundo tiempo. Y con el pitazo final del árbitro Ariel Penel, la inquietud se hizo abierta reprobación y disconformidad de miles. Se entiende: el equipo de Rubén Insúa ganó dos puntos de los nueve que jugó en esta Copa de la Liga, uno de sus últimos nueve partidos en condición de local y dos de los últimos diez que disputó entre la Copa del año pasado y esta.

El empate 0 a 0 con Unión casi que no dejó nada. San Lorenzo jugó una etapa inicial pasable, con buen manejo de la pelota pero casi sin llegadas. Y una segunda etapa repleta de confusión, imprecisiones y pelotazos en la que ni siquiera pudo mejorar (más bien empeoró) con los cambios que fue metiendo Insúa. Además, terminó con un hombre menos por la expulsión del juvenil Elián Irala a tres minutos del cierre.

En un partido condicionado como tantos por el calor y jugado por ende a ritmo muy lento, San Lorenzo tuvo la oportunidad más clara de la tarde. A los 6 minutos de la segunda etapa, Cristian Ferreira acarició un tiro libre desde el borde del área y la pelota se estrelló en el travesaño. Fue lo único que produjo en el ataque. Antes y después, le resultó imposible llegar. En el primer tiempo, entre Giay y Braida por las puntas y algunos encuentros entre Ferreira y el "Perrito" Barrios, trajo más o menos bien la pelota hasta el área de Unión. Pero no pudo conectarse con el paraguayo Bareiro, al que absorbieron Paz, Torren y Corvalán, los eficaces marcadores centrales santafesinos.  

Para el segundo tiempo, Insúa sacó a Perruzzi, uno de los mediocampistas centrales, y puso a Cristian Tarragona para potenciar a Bareiro. Pero el efecto fue contraproducente. A la doble punta empezaron a buscarla a puro pelotazo por arriba, el balón ya no pasó por los pies de Barrios y Ferreira (terminaron saliendo los dos) y todos los problemas se le resolvieron a Unión, que nunca apuró el tren del partido y también tuvo muchas complicaciones para pisar el área azulgrana: un tiro libre de Gamba que Torren por poco no llegó a cabecear y otro tiro libre que Roldán ejecutó por afuera de la barrera y el arquero Altamirano mandó al córner en una rápida reacción fueron sus únicas situaciones.


Ni siquiera Unión forzó el ritmo para aprovechar el desagrado creciente de la hinchada de San Lorenzo. En medio de los murmullos y los silbidos, el Ciclón se convirtió en una pelota de nervios, errando pases cortos y sencillos y sin poder aproximarse al arco santafesino. Los cambios de Medina e Insaurralde por Giay y Barrios no cambiaron nada y la expulsión de Irala terminó de romper la paciencia de la multitud azulgrana. Insúa parece tener mejores recursos que los que tuvo el año pasado. Pero todavía no ha podido explotarlos. Pasan los partidos y San Lorenzo no mejora y no arranca. Por eso, volvieron los silbidos al Bajo Flores.