“En la teoría, las transparencias parecen incompatibles con la función primordial de la ropa, de cubrir, ocultar o proteger al cuerpo. Atraído por esta contradicción y por su poder sugerente, Yves Saint Laurent comenzó a utilizar encaje, tul y gasa en los años 60, volviendo periódicamente a los materiales traslúcidos en sus creaciones durante los siguientes cuarenta años”. Así presenta el Museo Yves Saint Laurent, en París, su venidera muestra: Transparences. Le pouvoir des matières, que explorará cómo el gran modisto de origen argelino reconcilió estos supuestos antagonismos con audacia, “permitiendo a las mujeres afirmar sus siluetas con orgullo y, por qué no, con una pizca de irreverencia”.

“Con las trasparencias, lo más importante es conservar el misterio”, manifestó antaño el legendario diseñador, y la pituca galería que honra su legado ha seleccionado cuarenta prendas con su firma, de colecciones de distintas épocas, que confirman sus dichos. Un ejemplo es una blusa traslúcida de 1968, bautizada como See-Through Blouse por la prensa estadounidense, combinada con bermudas y chaqueta para la pasarela; o bien, el despampanante Nude Dress -vestido de muselina con cinturón de plumas de avestruz alrededor de la cadera- de su colección siguiente.

En la exposición -que inaugura los primeros días de febrero y continúa hasta fines de agosto- se muestran también elementos esenciales del proceso creativo del genial artista de la moda: bocetos, fotografías, patrones sobre papel, complementos (sombreros, joyas, zapatos), al igual que una serie de dibujos de Saint Laurent inspirados en pinturas de Goya. Sin desatender a la gran diva del evento, por supuesto: la transparencia que -como recalcan desde la curaduría de la exhibición, a cargo de la experta Anne Dressen- es ante todo una cuestión de equilibrio: cuando una parte del cuerpo se revela, otra se oculta…

Por lo demás, adelantan algunos momentos de Transparences. Le pouvoir des matières: que la exposición abordará la fluidez que generan ciertos tejidos suaves; cómo trabajaba YSL las líneas de confección de la prenda en torno al cuerpo; y como broche de oro, varias siluetas de novia con sus respectivos velos de tul, tantas veces reinventados por Yves, que cierran la muestra, como antaño coronaban sus grandes desfiles.