Telón –o las consecuencias del amor teatral- se llama la obra con la cual vuelve al país César Brie, actor y director argentino radicado en Italia. El montaje habla del reencuentro de dos veteranos hombres de teatro quienes, en irónico e impiadoso diálogo se ponen al corriente de los últimos acontecimientos de sus vidas. Y hacen, además, un memorioso raconto de amores y estrenos, sueños y derrotas, maestros y enemigos teatrales. Junto a Brie actúan Dardo Sánchez y Gabriela Ledo. Las primeras funciones se presentarán en el marco del Festival Internacional de Córdoba este jueves y viernes, en tanto que el martes 10 y el domingo 15 podrá verse en el teatro Chacarerean (Nicaragua 5565). Por más, el jueves 12 estará programada en la sala Lavardén de la ciudad de Rosario.

La obra fue estrenada en 2021 por Brie y el actor italiano Antonio Attisani, con quien fue concebido el texto y la puesta en tiempos de la pandemia. Después décadas de haber abandonado la actuación para convertirse en un destacado docente y crítico teatral, Attisani representó la obra por toda Italia junto a Brie. “Fue mi maestro intelectual desde que lo conocí, en 1977”, asegura Brie en la entrevista con Página/12. En esa época, actor y crítico llevaron adelante una lucha para impedir que los políticos se apropiaran del trabajo de los grupos independientes italianos: “Con el teatro querían llevar agua para su molino los partidos de centro y de izquierda, porque la derecha no se ocupa de la cultura”, sostiene recordando el trabajo conjunto con Attisani.

Luego de años de no verse, seis meses antes de la pandemia, Brie se reencontró con él en Milán y, desde el confinamiento escribieron el texto. Luego se pusieron a ensayarlo, primero desde la virtualidad y luego “en la clandestinidad y la ilegalidad”, como el actor y director define sonriendo. La compañía que ambos fundaron se llama Tiresia Banti, en homenaje a un poeta y actor calabrés que hasta su muerte actuó en calles y plazas, donde también solía vivir. Pero a pesar de tanto trabajo y entusiasmo, los recientes problemas de salud de Attisani impusieron su reemplazo.

Los dos ancianos hombres de teatro que interactúan en Telón se llaman Zorro y Gato, como los personajes que intentan ahorcar a Pinocho en la novela de Carlo Collodi, por haberse transformado en un niño bueno y convencional, según entienden Brie y Attisani. Junto a los personajes de los viejos teatreros, una asistente de escena introduce los temas que tratarán durante su conversación, mediante carteles expuestos al público. Entre crueldades y reflexiones, el encuentro concluye en una inesperada ceremonia que los unirá para siempre. “La creación del primer guion fue un ejercicio de amistad y de confianza, de confrontación y polémica con el mundo, de acuerdo y desacuerdo”, dice el director y explica que los nombres de los personajes aluden “a los dos mendigos que quisieron ajusticiar a Pinocho, dos criminales desventurados: Killer es el Gato y Cerebro, el Zorro”, detalla.

-Los personajes hacen reflexiones sobre el teatro y la actuación. ¿Cuál es la idea que vos y Attisani comparten al respecto?

-Pensamos que el teatro no tiene que enseñar, tiene que inquietar y sacudir. El teatro que hace sólo reír no basta. Tampoco el que solamente hace llorar. Creemos que el teatro tiene que ser el triunfo del grotesco porque la vida misma es grotesca.

-¿Qué otras características tiene este diálogo?

-La ferocidad con que hablan los personajes es su forma de expresar la piedad. El secreto de la obra es la expresión de lo obsceno, lo que debe estar fuera de escena, lo que no se puede decir. Así es como los personajes hablan de sus vocaciones, del aprendizaje, del sexo, de las patologías que sufren. Los dos emprenden una especie de carrera para comprobar quién tiene más enfermedades, que no son otra cosa que las máscaras de la muerte. Son dos desesperados, uno ciego y otro paralítico, dos personajes que se complementan.

-Muy beckettiano…

-Sí, ya nos lo señalaron, aunque nunca lo pensamos así. Es importante señalar que éste es un espectáculo no sólo para gente de teatro sino para toda persona que tenga una mínima relación con el arte, que es una composición, la recreación de una verdad a través de la belleza. También esta obra presenta una relación profunda entre la biografía y el teatro.

-¿De qué manera lo hace?

-Los personajes son muy honestos y comparten su forma de ver el mundo y lo que les tocó vivir a ellos. Es por esto que pensamos que otros pueden reconocerse en eso que cuentan. Porque cuando la anécdota personal deja de ser algo individual y se vuelve un paradigma, les interesa a todos. En esto, Chéjov fue un maestro…

-Precisamente, el diálogo de estos personajes recuerda a una obra de Chejov, "El canto del cisne", que habla del fin de un actor anciano…

-Sí, es algo así, porque esta obra es un testamento, un testimonio. Los dos personajes, luego de recorrer su visión del teatro, salen de escena. Son dos derrotados. Los verdaderos artistas pierden siempre, aunque no pueden dejar de librar la batalla en el terreno de lo simbólico cultural. Gana siempre la avaricia, el poder, la astucia del que se sabe acomodar. Boris Pasternak define el trabajo del artista en un poema: “el objetivo de la creación es restituirse, no el clamor, no el gran éxito”. Es por esto, entonces, que creo que vale la pena perder.

El estigma de Milán

Dice Antonio Attisani en relación al Gato y el Zorro de la novela de Collodi : “En Milán, en un jardín público, hay un monumento a Pinocho. En la parte superior vemos a un buen estudiante de secundaria, con los libros en la mano: abajo, la marioneta muerta, un cuerpo vacío, desarticulado, inerte; y allí están el Gato y el Zorro representados como animales. El epígrafe dice: “¿Recuerdas cuando eras una marioneta? Ahora te has convertido en un niño bueno”, frase que no es de Collodi, sino del mundo que quiso dar a Pinocho ese sentido siniestro. Esa exhortación “Sé un buen chico, no seas Pinocho, no te diviertas” es el estigma de Milán, capital moral y del auge económico antes del 1968”.