“Desde la década de 1980, armado con una cámara Rolleiflex y su estorboso trípode -escribe el curador francés Alexis Fabry, especializado en fotografía latinoamericana- Juan Travnik deambula al alba por una Buenos Aires fantasmagórica, vacía de toda presencia humana. La negrura de los severos paisajes urbanos y periféricos que entonces registra -las puertas y las ventanas a menudo tapiadas- funciona como una metáfora de la violencia que ejerció el Estado bajo la dictadura, así como de la que surgió en la sociedad desigual y fracturada que le sucedió”.

La Fundación Larivière inauguró, con curaduría de Fabry, una exposición de 53 fotografías que Juan Travnik (Buenos Aires, 1950) tomó entre 2019 y 2023, incluida la pandemia, fundamentalmente en Buenos Aires.

“Me gusta pensar en la figura del flâneur -dice Travnik- ese personaje de Baudelaire -que después retoman Walter Benjamin y Susan Sontag-, que camina sin rumbo, teóricamente ilustrado, pero a diferencia del dandy, el flâneur  trata de no ser visto, de pasar inadvertido, de simular su presencia, para que ni los contextos de ambiente ni las actitudes de las personas cambien con su presencia y con la presencia de la cámara. Yo hace mucho que creo que soy un poco flâneur. Hace mucho que camino la ciudad sorprendiéndome casi como un chico, con determinadas cosas. Y ¿cuáles son las cosas con las que me sorprendo? Son las cosas que tienen que ver con una ciudad que adoro, que quiero y odio muchísimo, que es Buenos Aires, sobre todo, aunque también hay fotografías de otros lugares, cuando se presenta algún escenario que me tienta. Veo algo que quiero fotografiar, no podría explicar por qué. Es un impulso muy visceral. Es algo que me moviliza y me motiva, pasados tantos años, para seguir fotografiando. Después uno se empieza a dar cuenta que funciona como en el lenguaje oral, como esas proyecciones del inconsciente, que uno no puede explicar pero que siente. Y así aparecen esas imágenes que dan una visión personal de las huellas y rastros del ser humano. Alexis Fabry encontró y puso en palabras algo que yo no había visto en este diálogo, estos ecos; entre estos trabajos y la pintura informalista y eligió oportunamente el nombre ‘Materia’, que me parece un acierto, porque tiene que ver con esa sustancia, ese elemento, que es la materia prima tanto del trabajo del movimiento informalista como de mi trabajo”.

Por la particular materialidad y textura de las imágenes como tema fotográfico, y dada la amplitud de sentidos de la palabra ‘materia’, el concepto podría también extenderse a la materia oscura, postulación que se aplica a la masa no visible que compone la mayor parte del universo y cuya existencia muda se infiere negativamente, por sus efectos, por aquellas características de las que carece.

Travnik fotografía esa Buenos Aires inadvertida, bunkerizada, tapiada, pintada de negro, o de involuntarias y arratonadas escalas de grises, capa sobre capa, y exhibe especialmente un estado de ánimo, un mirada oscurecida por los tiempos que se viven.

Como si fueran escandiendo la muestra, hay un ritmo -también mudo- dado por esquinas de la ciudad, portones, cortinas metálicas cerradas, frentes blindados, adefesios arquitectónicos y una secuencia de postes, semáforos y columnas que suelen hacer eje en el centro de las fotos, para componer la escena a partir de estos elementos que claman por su invisibilidad pero el fotógrafo coloca en el medio de la imagen o marcando un ángulo sutil. En varias de las obras hay un buscado eclipse parcial ejercido por esos postes y columnas.

Volviendo a la materia oscura y a su estatuto de invisibilidad, la serie de fotos omite elocuentemente toda presencia de personas, pero destaca grafitis, afiches pegados y arrancados, entre otros signos, como si se tratara de una escritura aluvional.

La paleta baja y oscura de las fotos de Travnik está emparentada en esta muestra con la carga acumulativa de la pintura informalista argentina, que buscaba evocar el aquí y ahora de aquel presente a través de texturas, gestos, restos de escrituras y demás señales. Esta analogía se ilustra con sendos cuadros de Clorindo Testa y Noemí Di Benedetto, fechados en 1959.

Revelar la ciudad a través de aquello que suele pasar inadvertido o que está ominosamente ausente funciona en la exposición como un procedimiento que se transforma en una poética.

* La muestra “Materia”, de fotografías de Juan Travnik, se exhibe en la Fundación Larivière, Caboto 564, La Boca, hasta fines de enero de 2024. Entrada: $ 500.