Es una alegría que el tema del aborto sea el nuevo hit del verano. Es de verdad reconfortante escuchar en la tele a periodistas pronunciarse a favor de la despenalización del aborto a viva voz y sin tapujos, diciéndolo con el orgullo que solo da la certeza de una convicción. Esto hace apenas un año era imposible, nadie en los medios se pronunciaba a favor de la despenalización del aborto nunca, jamás. Era (y lo sigue siendo, pero en menor medida) el tema más tabú de la sociedad. Cada vez que alguien apenas pronunciaba la palabra aborto en algún medio, yo frenaba lo que estaba haciendo y quedaba de pronto petrificada, con ojos y oídos abiertos, para escuchar y no perder una sola vocal de lo que se venía, y lo que se venía era siempre la misma bolsa de caca. Cada vez que alguien decía la palabra “aborto” en la radio o la TV, mi excitación era descomunal: “dijeron la palabra prohibida! a ver cómo siguen”, y el desenlace era siempre igual. Nadie nunca estaba a favor y si alguien apenas deslizaba una mínima inclinación a que una mujer debiera tener el derecho a decidir sobre su cuerpo, entonces enseguida aclaraba lo contrario, para contener a la tribuna, con el eterno cliché de “es un trauma irreparable”. Trauma irreparable es culpar de todos los males del mundo a un hijo que nunca quisiste tener, ahí tenés dos vidas arruinadas. “Pro vidas de mierda” deberían llamarse, porque eso es lo que están defendiendo. Que mueran mujeres o que lleven vidas que no quieren. 

Es realmente un hit del verano, porque no estoy hablando de hace veinte años ni de hace diez, estoy hablando del año pasado, de hace seis meses quizás. Casi ningún conductor, periodista, artista, actor o actriz, se pronunciaba al respecto, salvo por contados casos de personas siempre comprometidas, como Marina Glezer, a quien vi a hablar sobre el aborto hace muchos años en la tele, en un programa de cable, un fondo negro, un viejo medio asco y ella, contando que había abortado, sin que la temblara la voz, la recuerdo explicando: “yo lo hice, yo tendría que estar presa entonces”. Y eso es tan claro, todas abortamos y conocemos mujeres que abortaron, oponerse a la despenalizacion y manifestarse para que tus amigas o conocidas estén presas ¿no te parece mucho? Hoy, Glezer y tantas otras siguen batallando en los medios defendiendo nuestros cuerpos contra viejos vetustos, conservadores y desagradables. Pero ahora es distinto, ahora algunos cajetillas de siempre se animan a decir lo que siempre pensaron y callaron. Qué alegría, que tengan que pronunciarse, acorralados por las presiones feministas, o porque los cajetillas hacen todo lo que digan los yanquis y el movimiento #MeToo con unos buenos vestidos de gala negros convence a cualquier boludo.  Siempre estuve pendiente, porque es un tema que me hierve las entrañas desde que tengo uso de razón. No recuerdo un solo momento de haber estado en contra de que las mujeres tomaran la decisión sobre sus vidas y sus cuerpos. Sí tuvieron que explicarme, el feminismo claro, porque es un concepto después de todo, pero nunca nadie tuvo que explicarme que si no quiero tener un hijo no lo tengo, nunca nadie tuvo que explicarme que un embarazo no querido es una tortura. Si conocés a alguien que necesita que se lo expliquen muchísimo, y que de repente finalmente lo comprende con más de treinta años, y lo acepta, sobre todo en estos días, date por satisfecha, pero sospechá, mantenete alerta, no le entregues mucho tu corazón, ni le confíes tus secretos a alguien que tarda tanto en entender lo simple, es un podrido por dentro, y quizás solo esté bailando al ritmo del hit del verano.