Desde Cannes

Son tantos los frentes de conflicto que acechan a esta nueva edición del Festival Internacional de Cine de Cannes –la número 77, que comienza este martes y concluirá el sábado 25 de mayo- que las películas y las estrellas, desde Megalopolis de Francis Ford Coppola hasta la nueva excentricidad de Yorgos Lanthimos con Emma Stone, deberán hacer un esfuerzo extra por hacerse notar y sacar el cuello por encima de la convulsionada realidad local y mundial, capaz de colarse aún en el balneario más exclusivo de la Costa Azul francesa.

En París, las huelgas y las manifestaciones son habituales, pero no es el caso en la Croisette, el elegante bulevar marítimo de Cannes. El año pasado, los trabajadores sindicalizados del sector de energía eléctrica amenazaron con “dejar a oscuras” al festival en rechazo a la reforma previsional de Emmanuel Macron, pero las autoridades nacionales lograron diluir la amenaza y evitar la catástrofe. Este año, sin embargo, la conflictividad laboral viene desde adentro: el colectivo “Sous les écrans la dèche” (Detrás de la pantalla, los residuos), que agrupa a unos 3.000 trabajadores de festivales de cine –proyeccionistas, administrativos, agentes de prensa, personal de sala, informática y mantenimiento- ha hecho hace ya más de una semana un llamado a la huelga no sólo por sus magros salarios sino también por la precariedad de sus puestos de trabajo.

Lejos de estar solos, el Syndicat des Professionnelles des Industries de l'Audiovisuel et du Cinéma que integra la CGT –y al cual el colectivo ni siquiera pertenece, justamente por su labilidad laboral- les dio todo su apoyo. “Los técnicos de cine, audiovisuales y animación estamos unidos a estos trabajadores que se ven obligados a trabajar en condiciones cada vez más difíciles económica y materialmente, para que las películas participantes puedan exhibirse en las mejores condiciones posibles. La realización de una película solo tiene sentido si se puede exhibir, y los festivales desempeñan un papel importante en la vida y la promoción de las obras cinematográficas, especialmente en Francia”.

Cannes no se quedó quieto y respondió –en un comunicado oficial- que es “consciente de las dificultades a las que se enfrentan algunos de sus empleados” y declararon estar “dispuestos a establecer condiciones de diálogo duraderas” al mismo tiempo que reconocieron “la actualidad de estas exigencias”. En busca de un canal de diálogo, el colectivo de trabajadores –que ya consiguió unas 300 firmas de apoyo, entre ellas las de los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, dos veces ganadores de la Palma de Oro del festival- prometió no interrumpir la ceremonia de apertura, pero hasta el momento no bajó su “appel à la grève”. De hecho, Thierry Frémaux, delegado general del festival, no pudo evitar referirse al tema en la conferencia de prensa de ayer lunes, previa al inicio de la muestra: "Todos queremos evitar la huelga y el equipo de recursos humanos continua dialogando con los representantes de los trabadores". A su vez, Frémaux aprovechó una pregunta sobre el cine brasileño en la era Lula -el film Motel Destino, de Karim Aïnouz integra la competencia oficial- para "lamentar los recortes" al cine argentino por parte del gobierno de Javier Milei.

La gala de apertura, en todo caso, promete otras emociones aparte del film elegido para dar inicio al festival, que es El segundo acto, del nuevo enfant terrible del cine francés, Quentin Dupieux, coprotagonizado por Lea Seydoux, Vincent Lindon y Louis Garrel. Los rumores indican que la rama francesa de #MeToo promete una avalancha de denuncias de abuso sexual que coincidirían con la jornada inicial, o se darían a conocer en el transcurso del festival. Un artículo del periódico conservador francés Le Figaro titulado “#MeToo: antes del Festival de Cannes, la industria del cine está sudando frío” logró que la usina de rumores funcionara a toda máquina.

Sin dar nombres, el artículo sugiere que alrededor de una docena de prominentes directores, actores y productores franceses podrían ser objeto de acusaciones públicas de #MeToo en los próximos días. Y para ratificar la seriedad de su investigación, Le Figaro reveló que la presidenta del Festival de Cannes, Iris Knobloch, contrató a una empresa de relaciones públicas de gestión de crisis para ayudar al evento a capear la posible tormenta que se avecina.

Moi aussi

En la misma dirección de sentido, el delegado general del festival, Thierry Frémaux, programó para la apertura de la sección Una cierta mirada el cortometraje Moi aussi, de la actriz, guionista y directora Judith Godrèche, en el que sintetiza centenares de casos de acoso sexual. La propia Godrèche ya presentó ante la justicia una denuncia contra el director Benoît Jacquot, acusándolo de violencia sexual y física cuando ella tenía 14 años. Y el 23 de febrero pasado la actriz se convirtió en la nueva figura francesa del movimiento #MeToo durante la 49 entrega de los premios César de la industria local cuando instó a tener el coraje de decir en voz alta lo que “todos murmuramos en voz baja” y fustigó el silencio en torno “al tráfico ilícito de niñas” en el mundo del cine. Ayer lunes, para echar nafta al fuego, Godrèche pidió la suspensión en su cargo del presidente del Centro Nacional de Cinematografia (CNC), Dominique Boutonnat, mientras se desarrolla una investigación judicial sobre el tema que lo involucra.

Mientras tanto, uno de los films en competencia oficial se presentará en el inmenso Grand Théâtre Lumière con su director prófugo de la justicia de su país. Se trata de La semilla de la higuera sagrada, del realizador iraní Mohammad Rasoulof, reconocido disidente político que acaba de ser condenado por el régimen teocrático de Teherán a ocho años de prisión, una multa económica, confiscación de sus bienes y… una sesión de latigazos. Según su abogado defensor, la decisión de la Corte Islámica Revolucionaria se debe a que el cineasta “firma peticiones y hace películas que según el tribunal configuran delitos contra la seguridad del país”. Ante semejante condena, Rasoulof decidió exiliarse clandestinamente y, desde un país europeo no determinado, pidió ayer lunes la solidaridad de la comunidad cinematográfica internacional reunida en Cannes.

El caso más famoso de un cineasta iraní perseguido por el régimen es el de Jafar Panahi, que también sufrió el rigor de las cárceles de su país, pero ahora Rasoulof es quien cobra una triste notoriedad, aunque su calvario no es nuevo. En 2020, Rasoulof ganó el Oso de Oro de la Berlinale por su película No hay maldad, un encendido alegato contra la pena de muerte, y ya entonces el director no pudo estar presente porque las autoridades le retuvieron su pasaporte, una práctica habitual del estado de los ayatolas contra los disidentes políticos.

A su vez, la guerra en Ucrania estará presente en Cannes a través del La invasión, del gran documentalista Sergei Loznitsa, un abonné del festival, donde estrena regularmente su obra, conocida en la Argentina a través de festivales y plataformas. Y el conflicto en Medio Oriente también tendrá su caja de resonancia en la Croisette, con una película del realizador danés de origen palestino Mahdi Fleifel que promete ser una de las revelaciones de la sección paralela Quincena de los cineastas. Se titula To a Land Unknown y retrata el calvario de dos primos palestinos que logran escapar del asedio israelí y quedan varados en la calles de Atenas, esperando llegar algún día a Alemania.

En la competencia oficial hay, como es habitual, grandes nombres del cine actual, empezando por el de Francis Ford Coppola, que este viernes presentará personalmente, a los 85 años, el estreno mundial de Megalopolis, un proyecto que viene gestando hace casi cuatro décadas y que tiene un elenco encabezado por Adam Driver y Dustin Hoffman, que prometen estar en la alfombra roja. Lo mismo sucederá con Emma Stone y Willem Dafoe que llegan a Cannes para defender Tipos de gentileza, la nueva película del griego Yorgos Lanthimos después de su exitosa Pobres criaturas, que dio a conocer en la Mostra de Venecia apenas nueve meses atrás.

Dos años después de la impresionante Crímenes del futuro, el canadiense insumiso David Cronenberg vuelve a Cannes, ahora con The Shrouds (Los sudarios), protagonizada por Vincent Cassel como un empresario que, desolado por la muerte de su esposa, crea un controvertido dispositivo denominado GraveTech, que permite a los vivos conectarse con sus seres queridos ya fallecidos a través de sus mortajas.

Otros cineastas de peso, como el estadounidense Sean Baker, el portugués Miguel Gomes, el chino Jia Zhang-ke, el italiano Paolo Sorrentino y el brasileño Karim Aïnouz también forman parte del concurso oficial, donde de las 22 películas en concurso solamente cuatro están dirigidas por mujeres: la británica Andrea Arnold, las francesas Coralie Fargeat y Agathe Riedinger, y la excelente realizadora india Payal Kapadia. Esa disparidad de género que siempre se le cuestiona a la competencia de Cannes será compensada por el jurado oficial, presidido por la directora de Barbie, Greta Gerwig, quien estará acompañada por otras actrices y directoras como Lily Gladstone, Eva Green, Nadine Labaki y Ebru Ceylan.

Fuera de concurso aparece un nuevo cortometraje póstumo de Jean-Luc Godard, Scénarios, que habría sido rodado el día anterior a su muerte voluntaria asistida, el 13 de septiembre de 2022. En ese difícil equilibrio que Cannes siempre consigue entre el cine de autor y el de gran espectáculo, el festival incluye de un lado los nuevos largometrajes de Leos Carax y Alain Guiraudie. Mientras que el flanco Hollywood –un imán para los paparazzi- está cubierto por la Palma de Honor a Meryl Streep, que la recibirá esta noche en la ceremonia de apertura, y los estrenos especiales de tanques como Furiosa: A Mad Max Saga, de George Miller, y la primera parte del western épico Horizon: An American Saga, dirigido por Kevin Costner, que promete otras dos entregas a lo largo del 2024 hasta completar una trilogía.

Importante presencia del cine argentino

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado

A pesar de los constantes ataques que sufre en nuestro país, por parte del gobierno de Javier Milei y sus escribas y trolls asociados, el cine argentino sigue teniendo una importante presencia en el circuito de festivales internacionales, y Cannes no es la excepción. En la sección paralela Quincena de los Cineastas concursan el largometraje Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, de Hernán Rosselli (autor de la recordada Mauro, premiada en el Bafici 2014) y el cortometraje Nuestra sombra, de Agustina Sánchez Gavier, su trabajo de graduación para la Kunsthochschule für Medien Köln, rodado en la provincia de Misiones. “Quiero hacer una mención especial a Latinoamérica por su cine joven y rebosante de vitalidad”, escribe en el catálogo de la Quincena su director, Julien Rejl. “En particular al flamante cine argentino que se esfuerza por resistir y al que queremos mostrar nuestra más profunda solidaridad”.

A su vez, la Semana de la Crítica abre su competencia con Simón de la montaña, debut en el largometraje de Federico Luis, protagonizado por Lorenzo “Toto” Ferro en su segunda incursión en la Croisette después de su revelación aquí en Cannes con El ángel (2018), de Luis Ortega. El Cinéma de la Plage, la sala a cielo abierto que todas las noches ilumina su pantalla en la playa Macé, frente al Hotel Majestic, se verán la restauración de Nueve reinas, de Fabián Bielinsky, y el estreno de Transmitzvah, de Daniel Burman, con la española con Penélope Guerrero y los argentinos Juan Minujín, Alejandro Awada, Alejandra Flechner y Carla Quevedo. Y en la ACID, sección paralela del Festival de Cannes programada por miembros de la francesa Asociación para la Difusión del Cine Independiente, tendrá su estreno mundial Los domingos mueren más personas, segundo largometraje de Iair Said, ya premiado el año pasado en el Festival de San Sebastián en su versión work in progress.

En Cannes Classics, la sección dedicada a recuperar grandes hitos del cine del pasado, que se abre esta tarde a toda orquesta con la proyección del Napoleón (1927), de Abel Gance, estará Rosaura a las 10, de Mario Soffici, sobre la novela de Mario Denevi, que compitió en la sección oficial de Cannes en 1958. Se trata de una restauración en 4K por Cubic Restauration en colaboración con la Sociedad del Patrimonio Audiovisual, coordinada por Fernando Madedo. El trabajo se hizo en el formato original AlexScope 2.35 a partir de los negativos originales de 35mm en los archivos de Argentina Sono Film, propietaria de la película.

Finalmente, en el Marché du Film y en el marco del programa Ventana Sur Goes To Cannes, se presentarán los proyectos de La virgen de la Tosquera, de Laura Casabé, con guion de Benjamin Naishtat basado en cuentos de Mariana Enríquez; y Una casa con dos perros, de Matías Ferreyra, que además de ganar el concurso de opera prima de Polo Audiovisual Córdoba obtuvo un financiamiento del INCAA, que ahora la productora Gualicho Cine seguramente tendrá que salir a pelear.

La competencia oficial

Chiara Mastroianni en Marcello Mio

  • The Apprentice (EEUU), de Ali Abbasi
  • Motel Destino (Brasil), de Karim Aïnouz
  • Bird (Gran Bretaña), de Andrea Arnold
  • Emilia Perez (Francia/México), de Jacques Audiard
  • Anora (EEUU), de Sean Baker
  • Megalopolis (EEUU), de Francis Ford Coppola
  • The Shrouds (Canadá), de David Cronenberg
  • The Substance (EEUU), de Coralie Fargeat
  • Grand Tour (Portugal), de Miguel Gomes
  • Marcello Mio (Francia), de Christophe Honoré
  • Caught By The Tides (República Popular China), de Jia Zhang-ke
  • All We Imagine As Light (India), de Payal Kapadia
  • Tipos de gentileza (Irlanda/EEUU), de Yórgos Lánthimos
  • L'amour Ouf (Francia), de Gilles Lellouche
  • Diamant Brut (Francia), de Agathe Riedinger
  • Oh Canada (EEUU), de Paul Schrader
  • Limonov - The Ballad (Francia/Italia), de Kirill Serebrennikov
  • Parthenope (Italia), de Paolo Sorrentino
  • The Girl With The Needle (Dinamarca), de Magnus von Horn
  • La Plus Précieuse Des Marchandises (Francia), de Michel Hazanavicius
  • Trois kilomètres jusqu’à la fin du monde (Rumania), de Emanuel Parvu
  • The Seed Of The Sacred Fig (Irán), de Mohammad Rasoulof