El placer es mío es el debut en largometraje de Sacha Amaral, que nació en Brasil y vive hace más de dos décadas en Argentina dando clases de guión y dramaturgia en espacios como la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y la Universidad del Cine (FUC).

Esta ópera prima pone el foco en la vida del joven Antonio -interpretado por Max Suen-, quien busca sentido a su existencia mientras concreta encuentros sexuales, hace transas de marihuana y roba lo que puede, tanto por necesidad como por goce. Callejera, libidinosa y amoral, en El placer es mío la historia fluye con realismo lírico en una ciudad de pobres corazones, donde el amor es una joya tan preciada como maldita. 

¿Cómo se dio el proceso del guión?

S.A: --Lo primero que pensé al escribir fue un personaje que durmiera en plazas. Tenía ganas de hablar de esa sensación de estar como perdido en una ciudad donde las cosas acontecen y se siente la necesidad de encontrar un lugar. También pensaba en que el personaje de alguna forma y a groso modo fuera malo, aunque en su complejidad finalmente no lo encuentro malo sino que tiene una transgresión en su persona, porque es mentiroso, no fiable, traicionero y ambicioso. De ahí también el título que obvio hace un cierto juego con la expresión común, pero también guarda vínculo con apropiarse de todo, incluso del placer. Fue un proceso de escritura rápido, de un tirón, más o menos de una semana.

Venís de la experiencia de varios cortos (Billy Boy, Grandes son los desiertos, Plurabelle), ¿cómo te llevaste con el formato largometraje?

S.A.: --La película fue muy pensada. Tuvimos muchísimos ensayos casi todo un año y eso me sirvió de base, porque el abismo del parto hacia la realización me resultaba muy complejo. Grabé todos los ensayos e incluso los edité, creo que empecé realmente a encontrarme con la película ahí, porque algunos encuadres y planos aparecieron en ese momento. Cuando fuimos a filmar, junto al director de fotografía que es un gran amigo que se llama Pedro Knoll y también viene de Brasil, yo ya tenía casi toda la estructura hecha, bastante cerca de lo que quería.

Aunque es difícil catalogarla como una “película LGBT”, Antonio plantea cosas muy interesantes en cuanto a la orientación sexual, hay algo totalmente queer en su esencia.

S.A.: --Siento que está más allá de los rótulos y de las definiciones/nomenclaturas, y en ese sentido es un personaje que cumple con la época. Por lo menos cuando yo era chico, la bisexualidad me parecía algo sumamente atractivo y que te daba muchas más opciones para posibles experiencias. Hoy en día ni hablar, hay algo tan libre… obviamente hablando de ciertos sectores, veo una energía que está más allá de esa de esas tres o cuatro posibilidades que teníamos. Eso está en el aire, y me parece que el personaje también cumple con esa cuestión emocional de estos tiempos.

Sacha Amaral

El casting le suma mucho a la historia, ¿cómo fue la selección?

S.A.: --Algunos personajes los escribí pensando en los actores. Por ejemplo, el de la madre ya sabía que quería que fuera Katja Alemann. Al protagonista, Max Suen, no lo conocía y fue un encuentro muy lindo, porque yo era consciente de que el guión necesitaba completarse con toda una parte del actor para generar sentimientos encontrados, porque es amoral y hace cosas que uno diría “ay no, no me gusta”, pero sin embargo genera un cierto encanto. Ese mérito es de Max y de Sofía Palomino, que en la película hace de media hermana y también hizo la dirección de actores.

La primera proyección fue en el cine Gaumont justo el día en que se corrió la versión de que iba a cerrar, sumado a los continuos ataques contra el INCAA y la cultura en general. ¿Qué sensaciones te dio presentar la película en ese contexto y en ese cine?

S.A.: --Fue muy emocionante en todos los sentidos. Se resignificó desde un lugar de resistencia absoluta y terminó siendo de alguna forma mágico, a la par de la tristeza por el menosprecio tremendo que se siente hacia la cultura. No sé me pasó por la cabeza dejar de proyectarla. Se habló de eso en su momento, de frenar la programación, cortar el festival en el medio y todas esas cuestiones, pero siento que fue lindo seguir adelante y que las películas se proyecten para tener ese espacio y posicionarse ante todo lo que pasa.